Un Congreso maniatado espera a los banqueros
El PP maniobra para evitar riesgos en las comparecencias La amenaza judicial frenará la intervención de Rato Los populares buscan culpar a gobernantes del PSOE
Poco a poco, la crisis se lleva todo por delante. Hasta una máxima no escrita pero sí asumida en los pasillos del Congreso: en España, los banqueros no van al Parlamento. Dos meses y medio después de que estallara el escándalo de Bankia con la dimisión de Rodrigo Rato, y en medio de una enorme presión social, el PP ha decidido abrir una vía de escape y esta semana comparecerán en el Congreso tres exbanqueros dimitidos muy vinculados a la política: el propio Rato, Julio Fernández Gayoso (Caixanova) y Narcís Serra (Caixa Catalunya). Además, tres exmiembros del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero: José Manuel Campa, exsecretario de Estado de Economía, que abrirá la ronda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, exgobernador del Banco de España y exsecretario de Estado de Economía, y Elena Salgado, exvicepresidenta, que la cerrará el jueves.
Este reparto de la primera semana —cuatro personas vinculadas al PSOE por uno del PP y otro, Gayoso, menos definido aunque apoyado por políticos socialistas— da una idea de la estrategia del partido del Gobierno. Buena parte del PP y en especial el Grupo Parlamentario, capitaneado por Alfonso Alonso, presionaba mucho para abrir el paso a esta ronda y así evitar el enorme desgaste que suponía el rechazo. Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría se negaban. El PP argumentaba que, con mayoría absoluta, ellos controlan la comisión y evitan los riesgos políticos. Una vez que Rajoy ha cedido, el PP tiene ahora que demostrar que tenía razón.
Todo está muy medido. No solo el orden de las intervenciones —el PP quería arrancar con Elena Salgado, pero un viaje a Estados Unidos se lo ha impedido—, también los tiempos, el formato, el momento en que se produce —periodo vacacional— y el ambiente político.
Rato se defenderá, pero todos creen que evitará atacar al Gobierno del PP
Las comparecencias estarán muy controladas. El interviniente tiene todo a su favor. No es una comisión de investigación, así que ellos hablarán todo lo que quieran; después habrá una ronda de 10 minutos (cinco menos de lo habitual) para cada uno de los siete portavoces y el compareciente responderá en bloque a todos, no pregunta a pregunta, lo que le permite esquivar lo que quiera. Para acabar, una réplica de 1,5 minutos para los portavoces y cierre del compareciente. Y no hay que olvidar que acuden voluntariamente, por lo que ni siquiera están obligados a contestar a todo.
Aún así, la novedad de la comparecencia de banqueros en el Congreso es de tal calibre que la expectación es máxima. Y hay, siempre hay, momentos incontrolables. Por eso todos los ojos están puestos en Rato, la comparecencia con más carga política. Era el héroe de la derecha, un candidato natural a ser un Monti español en caso de crisis total, con contactos internacionales y gran prestigio interno, pese a su prematuro abandono del FMI.
No habrá preguntas y respuestas sino sucesivos discursos de 10 minutos
Era alguien cuyo nombre provocaba escalofríos entre los marianistas —baste recordar la polvareda que armó su regreso a España y las especulaciones que se desataron—. Pero ahora ha pasado al hundimiento total, a un desplome de imagen pública, que detectan las encuestas. Por eso, entre otras cosas, parece Rato tan dispuesto a acudir al Congreso.
Fue Rajoy quien colocó a Rato a frente de Caja Madrid y fue él quien le hizo caer de Bankia, aunque se vendiera como una dimisión. Y él mostró su malestar en muchos foros privados. Es más, montó una estrategia de defensa con los suyos, defendió sus planes de salvamento y criticó los de su sucesor, José Ignacio Goirigolzarri, mucho más caros, ya que suponen una inyección de dinero público extra de 19.000 millones.
Todas las fuentes consultadas del Gobierno y del PP están convencidas de que Rato, un político nato, tiene muchas ganas de defender su gestión y lavar su imagen pero no llegará al extremo de contar todo lo que sabe y piensa sobre la gestión del Gobierno de la crisis de Bankia. No criticará abiertamente a Rajoy ni a Luis de Guindos, pese a su manifiesta distancia. El exbanquero sigue hablando con los dos. En el entorno ratista también señalan que el exvicepresidente, que no está pactando su intervención con el PP y la prepara en solitario, no atacará abiertamente al Gobierno del PP ni al que presidió Zapatero.
Eso sí, si le preguntan —que lo harán— explicará que él dimitió al ver que el Gobierno no apoyaba ese plan de rescate que él había pactado con el Banco de España y que era mucho más barato que el de Goirigolzarri. Esto es, Rato dirá todo sin decirlo abiertamente, aunque indirectamente estará diciendo su verdad: que el Ejecutivo le echó y que los cambios regulatorios —y por tanto quien los promovió, Guindos, aunque no lo cite— perjudicaron mucho su gestión. Además, también dejará claro que todo lo que hizo fue aprobado e incluso impulsado, en especial la salida a Bolsa y la fusión, por el Gobierno y el Banco de España. Pero todo con cautela.
Otro elemento explica además su previsible contención: el exbanquero se enfrenta a un complejo y delicado proceso judicial en la Audiencia Nacional. El juez también estará pendiente de lo que diga en el Congreso, y por eso debe extremar la cautela. Un dato más a favor de ese control que busca el PP.
El martes arrancará José Manuel Campa, exsecretario de Estado de Economía del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Después, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, anterior gobernador del Banco de España. El miércoles descanso, por la festividad del día de Santiago en algunas comunidades, y el jueves el día grande: además de Julio Fernández Gayoso, factótum de Caixanova durante 30 años, con una gran responsabilidad en el escándalo de las preferentes; y después, tres exvicepresidentes del Gobierno en un mismo día: Rodrigo Rato, Narcís Serra y Elena Salgado.
El PP, presionado por el escándalo de Bankia, vinculado muy directamente a este partido y al propio Rajoy —es el eje de todos los problemas, el Lehman Brothers español— intentará darle la vuelta a la comisión para responsabilizar al PSOE. Y por eso muy probablemente pondrá a sus diputados más duros, Vicente Martínez Pujalte y Fernando López-Amor, a preguntar a los políticos socialistas. Mientras, en ese afán de facilitar las cosas a Rato y evitar que su comparecencia, la que más temen, se convierta en una bronca política, muy probablemente su interlocutor del PP será Irene Garrido, una diputada de perfil técnico y muy poco conocida.
El PSOE ha encargado a Valeriano Gómez, de perfil moderado, las preguntas a Rato y Fernández Ordóñez. Jesús Caldera preguntará a Salgado y el catalán Zaragoza, a Serra.
La posición del PSOE es clave. No parece que tenga intenciones de ser muy duro con Rato. Los socialistas responsabilizan mucho más a su antecesor, Miguel Blesa, que también irá a la comisión, en septiembre. Pero sí le exigirá explicaciones de su gestión, de su salida y de un asunto clave: ¿por qué no se fusionó con La Caixa? Esa decisión de Rato de abortar la operación tuvo motivaciones sobre todo políticas: el mayor banco de España en manos del poder político catalán.
El debate de Rato con el PSOE será decisivo. Los socialistas saben que Rato es un grave problema para el PP e intentarán que muestre su enfado con Guindos y Rajoy. Pero también están los grupos pequeños, como UPyD, que ha presentado la querella contra Rato; e IU, con su diputado Alberto Garzón, siempre muy incisivo.
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