Francia no acercará presos de ETA hasta que la banda se disuelva
El ministro del Interior español rebaja la importancia de los dos terroristas detenidos “ETA está derrotada y el rango que ocupen no es relevante”, afirma
Francia no acercará presos de ETA a prisiones cercanas al País Vasco hasta que la banda terrorista desaparezca. El ministro del Interior francés, Manuel Valls, tras reunirse ayer con su homólogo español, Jorge Fernández, en el primer viaje que realiza tras su toma de posesión como miembro del Gobierno de François Hollande, aseguró que no se adoptará ninguna medida en materia de política penitenciaria hasta que ETA “se disuelva incondicionalmente”. El expresidente Nicolas Sarkozy había declarado en marzo —y después de que la Asamblea Nacional aprobara en enero una moción en este sentido— que el acercamiento de los presos de ETA le parecía “deseable” teniendo en cuenta el “nuevo clima” generado tras la declaración de cese definitivo de la violencia del pasado 20 de octubre. Valls, sin embargo, fue contundente al expresar lo contrario: no habrá absolutamente nada hasta la disolución. Unos 140 etarras se encuentran recluidos en cárceles francesas.
En la rueda de prensa conjunta se habló también de los dos detenidos el domingo en el sur de Francia, Oroitz Gurrutxaga y Xabier Aranburu. ¿Se había arrestado o no al jefe militar de ETA, como anunció el Ministerio del Interior el domingo y reiteró el lunes? En dos notas de prensa, el ministerio informó de que el número uno era Gurrutxaga, y Aranburu, su lugarteniente. La afirmación llevaba a múltiples preguntas. En primer lugar, qué hace exactamente un jefe militar, cuál es su poder y su mando en una organización que ya no comete atentados. En segundo lugar, llamaba la atención el historial de Gurrutxaga, con causas pendientes solo por kale borroka. El ministro quitó ayer hierro al papel de los arrestados, pero centrándolo en la debilidad de la banda: “El rango en la organización de este o aquel otro tiene una importancia menor, porque ETA está derrotada. Tiene una estructura muy débil, diezmada. Antes, el aparato logístico tenía una cierta dimensión. Ahora que están derrotados policialmente, el rango que ocupen dentro del escalafón tiene un valor secundario”. Fernández rebajó así la relevancia de los dos detenidos tras ser preguntado por cuál era exactamente la función de Gurrutxaga en la banda y si con sus últimas informaciones podía confirmar con total seguridad que se trataba del jefe militar.
Fernández habló también de las labores de “reclutamiento” de los detenidos y de la banda. En los últimos días, su ministerio ha asegurado que Gurrutxaga se dedicaba, entre otras cosas, a captar “nuevos miembros”. La cuestión no es baladí. ¿Está la banda reclutando? ¿Por qué y para qué?
El consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, rebatió el lunes la información aportada por Interior asegurando que, según los datos policiales que él maneja, “todo confirma que ETA ha abandonado las actividades terroristas” y que no le consta que se estén desarrollando “tareas de captación de personas más allá de la infraestructura para mantenerse en la clandestinidad”. La portavoz del Gobierno Vasco, Idoia Mendia, reiteró ayer esta tesis.
Estas declaraciones suponen una contradicción evidente con las de Interior. El ministro aseguró ayer, no obstante, que se trata de “diferencias de matiz” que pueden deberse a que Ares y él tienen “fuentes de información distintas”. No quedó claro, sin embargo, cuál es el matiz que Interior mantiene sobre para qué se están llevando a cabo las supuestas captaciones según la información de la que dispone.
Fernández informó también ayer de que Gurrutxaga y Aranburu transportaban, en el vehículo robado en el que estaban circulando, una pequeña cantidad (un kilo) de material para la fabricación de explosivos. Llama la atención que el presunto número uno del aparato militar de ETA viaje con explosivos. Pero, sobre todo, no queda clara la cuestión esencial: ¿esto significa que la banda podría atentar? El ministro insistió en que “no es normal que ciudadanos normales vayan en vehículo robado, armados y con material para fabricar explosivos”. Pero una cosa es que ETA siga manteniendo una mínima estructura —porque, efectivamente, no se ha disuelto— y que sigan portando armas —que en ningún momento usaron en el arresto—, y otra muy distinta que puedan estar dispuestos a atentar. Fernández no lo dijo, pero tampoco que todo apunta a lo contrario, a diferencia del Gobierno vasco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
Archivado En
- El final de ETA
- Presos ETA
- Política penitenciaria
- Cooperación antiterrorista
- Manuel Valls
- Jorge Fernández Díaz
- Presos terroristas
- PP
- Francia
- Cooperación policial
- Ministerio del Interior
- Política antiterrorista
- ETA
- Lucha antiterrorista
- Europa occidental
- España
- Grupos terroristas
- Partidos políticos
- Terrorismo
- Régimen penitenciario
- Europa
- Relaciones exteriores
- Justicia