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La poca capacidad de ETA le obliga a recurrir a dirigentes de “segunda fila”

El consejero vasco de Interior descarta un regreso de la banda a la actividad

Policías de paisano en la comisaría de Bayona, donde están detenidos los dos etarras.
Policías de paisano en la comisaría de Bayona, donde están detenidos los dos etarras.JAVIER ETXEZARRETA (EFE)

La última desarticulación de la cúpula militar de ETA, el domingo en el suroeste de Francia, no ha hecho sino evidenciar la debilidad de una organización incapaz de sobreponerse a los continuados golpes policiales. La detención de Oroitz Gurrutxaga como máximo responsable del aparato, junto a su lugarteniente Xabier Aranburu, ha puesto en evidencia la difícil reorganización de una banda armada que se ha visto obligada a recurrir a miembros poco relevantes para cubrir sus puestos de mayor responsabilidad. Un indicio que aleja la posibilidad de un retorno a la actividad terrorista, tras el cese de la misma decidido en octubre, aunque solo sea por una mera incapacidad operativa.

Fuentes de la lucha antiterrorista consideran a Gurrutxaga (Rentería, 1981) como un dirigente “de segunda fila”. Su acceso a la jefatura militar de ETA, a mediados de 2010, fue más producto de la necesidad, tras las sucesivas capturas de los responsables anteriores, que de una evolución natural tras una contrastada trayectoria en la banda. De hecho, había ingresado en la organización apenas año y medio antes. Hermano de un etarra fallecido tras explotarle un artefacto que manipulaba, se trata de un “producto de la cantera” que se inició en la kale borroka con 16 años. Fue detenido en 2000, pero tras su puesta en libertad se mantuvo como un destacado activista de la violencia callejera hasta 2008, cuando se vio obligado a huir a Francia y pasar a la clandestinidad para evitar un nuevo arresto.

Aranburu (Bilbao, 1979), por su parte, colaboraba con ETA desde 2005 y llegó a formar parte de un comando que actuó a las órdenes directas del exjefe militar Garikoitz Aspiazu, Txeroki, detenido en noviembre de 2008. Conocido como Kresala primero, y reconstruido después como Tontor, el grupo terrorista fue artífice de varios sabotajes que provocaron importantes daños materiales.

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Los dos detenidos se encontraban en el suroeste de Francia con la intención de captar nuevos etarras. Otra muestra de debilidad, que ayer invocó el consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, para descartar que la banda planifique nuevos atentados y ratificar que “ETA ha abandonado todas las actividades terroristas”. Según señaló en los pasillos del Parlamento vasco, a preguntas de los periodistas, las labores de Gurrutxaga y Aranburu encajan, más bien, con la necesidad de conformar una “infraestructura para mantenerse en la clandestinidad”. No obstante, subrayó que todas las fuerzas de seguridad seguirán “con la guardia alta” y detendrán a miembros de la banda “siempre que sea posible”.

Más contundente fue el presidente del PP en Euskadi, Antonio Basagoiti. “O dejan las armas o se las quitamos”, avisó, antes de definir la detención de los dos terroristas como “un gran paso hacia la paz con libertad”. El dirigente popular anunció que su partido no asistirá hoy a la sesión de la Ponencia de Paz en la Cámara autonómica y que tiene prevista la comparecencia del israelí Alberto Spektorowski, miembro del denominado Grupo Internacional de Contacto y que lidera el abogado sudafricano Brian Currin, porque es “perder el tiempo”. “Los arrestos demuestran que los verificadores y demás gente que se llena el bolsillo con el tema de ETA están haciendo un papelón”, manifestó.

Quienes sí se reúnen hoy en Madrid son los ministros de Interior de España y de Francia, Jorge Fernández Díaz y Manuel Valls respectivamente, para abordar las últimas detenciones y la lucha contra ETA.

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