Rafael de la Cruz, un inspector fiscal en Defensa
Reordenó la industria militar como ‘número dos’ de Serra
“Un aliado torpe es muchísimo más peligroso que un enemigo inteligente [por eso] es muy importante poner cuidado en elegir colaboradores inteligentes”, declaró Rafael de la Cruz Corcoll (Barcelona, 1945) en una entrevista a EL PAÍS.
El entonces ministro de Defensa, Narcís Serra, tuvo mucho cuidado cuando nombró a Rafael de la Cruz secretario de Estado de Defensa en abril de 1988. De hecho, el puesto estuvo vacante casi dos años, desde la dimisión de Eduardo Serra en julio de 1986, hasta que encontró a la persona adecuada.
La encontró en un catalán como él, aunque asentado en Madrid, economista y miembro del cuerpo de inspectores de Hacienda, que fue director general de Presupuestos y secretario general de Planificación y Presupuestos entre 1984 y 1988 a las órdenes del entonces secretario de Estado de Hacienda, el también catalán Josep Borrell, volcándose en esa etapa en modernizar la gestión presupuestaria.
Serra fichó a Rafael de la Cruz con el encargo de poner orden en los importantes programas militares en marcha —el Eurocaza, en el que España se había embarcado como muestra de su vocación europeísta; el FACA, en el que se negociaban compensaciones con EE UU por la compra de los F-18— y, sobre todo, de abordar la reestructuración de la industria de Defensa, para que pudiera beneficiarse tecnológicamente de un gasto militar que rondaba el 2% del PIB (más del triple que ahora).
“La reestructuración es necesaria, y también la concentración de empresas, con un objetivo fundamental: la supervivencia. No es un problema solo de España. Se está dando en toda Europa una apuesta clara por la concentración ante un entorno cada vez más competitivo”, dijo en la misma entrevista.
Propició la creación de Indra, la principal empresa española de tecnologías de la comunicación, a partir de la pública Inisel y la privada Ceselsa; creó Isdefe, la compañía de ingeniería de Defensa, y creó la subdirección de Tecnología en Defensa.
Tras salir de Defensa en 1991, fue nombrado presidente de Cartuja 93, la sociedad que intentó rentabilizar las inversiones de la Expo de Sevilla. “Muy austero y riguroso”, según quienes trabajaron con él, tuvo más de un roce con los exresponsables de la Expo, con cuya gestión económica se mostró crítico.
El pasado jueves falleció repentinamente en el hospital Sanchinarro de Madrid, donde recibía tratamiento ambulatorio de una larga enfermedad.
MIGUEL GONZÁLEZ
Rafael de la Cruz, en 1989. / santos cirilo
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