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Así son los magistrados que han condenado a Matas

Margarita Beltrán, presidenta de la sala, Juan Jiménez y Rocío Martín forman el tribunal

La magistrada Margarita Beltrán.
La magistrada Margarita Beltrán.

La magistrada Margarita Beltrán, quien como ponente y presidenta de la sala de la Audiencia de Palma firma la sentencia unánime que condena a Jaume Matas, efectuó durante las sesiones del juicio algunas preguntas determinantes al expresidente balear para escrutar las claves de los delitos de los que le acusó el fiscal anticorrupción Pedro Horrach. Parecían cuestiones ingenuas y resultaron ser un sacacorchos.

En su día, Matas se alegró de que su primer juicio correspondiera a esa sala, porque la creía más afín a sus intereses de defensa. Pensaba que podría desactivar su parte del caso Palma Arena. Otro craso error del exlíder del PP, tras cambiar dos veces de letrado. Beltrán, con aire de profesora de letras que usa ropa y calzado elegante, le ha retratado. Doña Margarita, como le llaman los cronistas de tribunales, se despide de la sala y retorna a un juzgado ordinario, como hacen otros magistrados de la colapsada Audiencia Provincial de Palma.

La magistrada Beltrán, una moderada con mucho carácter, marcó el rumbo de la vista con autoridad. Conocía el sumario y tomó muchas notas. A su lado, en el tribunal unánime –no hay votos particulares- estuvo el magistrado Juan Jiménez, que fue un joven laboralista para trabajadores de izquierdas, y la magistrada Rocío Martín, jurista de confianza de la presidenta con una nota biográfica curiosa, ya que es hija de un exconcejal Calvià, que fue comunista y después se arrimó al PP. Los tres magistrados debatieron y matizaron las comas de los más de 170 folios durante seis semanas.

Beltrán que ha sido ponente de la primera condena contra un expresidente de Baleares y un exministro del PP, es veterana en esos casos de corrupción. Veinte años atrás, en la misma Audiencia de Palma, acompañó al magistrado Guillem Vidal, ex presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en una determinante primera condena: la del caso Calvià, un soborno millonario propuesto sin éxito en 1992 a un concejal del PSOE para comprar su voto y elegir a un alcalde del PP para efectuar negocios inmobiliarios. Cuando los socialistas denunciaron el caso Calvià, el mentor de Matas, Gabriel Cañellas, menospreció el asunto.

El instructor de aquel pretérito escándalo fue, como en este caso, el juez José Castro. Él y la tríada de la Fiscalía Anticorrupción Juan Carrau, Pedro Horrach y Miguel Ángel Subirán, han armando la constelación penal de las piezas del caso Palma Arena.

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