Las protestas del 11-M, rodaje del 29-M

La huelga no es el fin, es el instrumento para “forzar” al Gobierno a que se siente y negocie. Esta aclaración de los dirigentes de UGT y CC OO también la utilizan para la convocatoria de manifestación en 60 localidades españolas en protesta por la reforma laboral “más regresiva de la democracia”, según los organizadores. Las centrales consideran de la máxima importancia que las marchas de protesta de este domingo, 11 de marzo, contra el convalidado Decreto-ley tengan un apoyo masivo. Este apoyo en la calle avalará su decisión de convocar una huelga general el 29 de marzo, año medio y después de la planteada contra la reforma laboral del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Sí la marcha del 19 de febrero, la primera por el mismo motivo, logró una afluencia muy notable, sobre todo en Barcelona y Madrid, por este orden, ahora, una vez convocada la huelga general, se confía en que haya más apoyo y más compromiso de los ciudadanos en contra de la creación de unas normas laborales “cuyo eje, principio y fin es el despido”, como claman los sindicatos.

No estarán solos en la explicación del significado de la reforma laboral porque los grupos parlamentarios que se han opuesto a la misma van a dedicarse de manera exhaustiva a combatir la reforma y a presentar sus alternativas. También estarán en la calle el domingo, y cuantas veces convoquen los representantes de los trabajadores, pero en un segundo plano. No podría ser de otra manera. La pancarta es de los sindicatos y tras ella solo van sus convocantes, señalan fuentes de las organizaciones de los trabajadores.

Así lo entienden los partidos políticos que estarán presentes en las marchas. “Nosotros no convocamos, ni alentamos, ni llenamos las manifestaciones”. Esta afirmación de la portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, Soraya Rodríguez, tiene un doble sentido. Primero, el literal pero también supone el recordatorio de esas mismas palabras, pero en positivo, que pronunció el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando en una emisora de radio se le preguntó en 2009 por qué no había acudido a una manifestación contra las políticas de Zapatero. El líder del PP afirmó, como elemento de defensa, que aunque él no fuera, sin la iniciativa de su partido esas manifestaciones no tendrían el menor éxito.

Tampoco estará en la manifestación del 11-M el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, sino una representación de la ejecutiva federal encabezada por la portavoz parlamentaria, Soraya Rodríguez. Con ella irán María González Veracruz, Juan Moscoso, Rafael Simancas y el secretario general de las Juventudes Socialistas de España, Sergio Gutiérrez. En cada ciudad estarán los máximos representantes provinciales y regionales. En Madrid, acudirá el secretario general del PSM, Tomás Gómez.

Pero detrás, no en las primeras filas. También el coordinador general de IU, Cayo Lara, acudirá a la manifestación, así como los máximos representantes de ERC, ICV y BNG en sus respectivas comunidades autónomas. La izquierda parlamentaria que votó en contra de la reforma acompañará a los convocantes en la manifestación que coincide con el octavo aniversario del atentado en Madrid del terrorismo islamista que segó la vida a 191 personas y dejó heridas a varios miles.

En Madrid los líderes de las centrales sindicales acudirán como cada año al homenaje a las víctimas; también lo harán los representantes de los partidos de la izquierda. Después, irán a la manifestación. “Siempre hemos estado con las víctimas, todos eran trabajadores y muchos vinculados a los sindicatos”, señala un dirigente de UGT, seguro de que esta polémica inicial está superada. Se pretende que cada evento tenga su espacio en este 11-M. También para que continúe la campaña electoral en Andalucía y Asturias, aunque la reforma laboral y la huelga contra ella tendrán acomodo en todos los mítines. Está previsto.