_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

20-N, qué hacer

Rajoy y Zapatero deberían dar un mensaje conjunto de que se adoptarán medidas para mantener el barco a flote

Los resultados electorales vienen a demostrar que se han cumplido los pronósticos demoscópicos y la percepción ciudadana que, desde hace ya tiempo, venían señalando la inevitabilidad de un cambio político en España. Los alquimistas electorales de los partidos no han podido mover el veredicto cantado desde hace tiempo.

La incontestable victoria del Partido Popular y el evidente destrozo del Partido Socialista conducen a España a un funcionamiento político de unipartidismo hegemónico o predominante que, hoy por hoy, tan solo podemos esperar sea atemperado por la prudencia y la responsabilidad del próximo Presidente de Gobierno.

Apelando a esa responsabilidad, y en el actual contexto de acorralamiento sin precedentes de la economía Española, harían bien Rajoy y Zapatero en enviar ahora un mensaje conjunto a la sociedad española y a las instituciones Europeas en el sentido de que se adoptarán y apoyarán cuantas medidas sean necesarias para mantener el barco a flote, reforzando el saneamiento de nuestras entidades financieras, desarrollando programas de consolidación fiscal, aspirando a políticas de crecimiento y profundizando en las reformas emprendidas.

Que España es un proyecto común de todos, que nuestro sistema de bienestar se ancla en la ecuanimidad y debe ser capaz degenerar empleo, que nuestro sistema político es fiable y que la ley esta por encima de la mayoría absoluta, serán tareas del próximo Gobierno y requisitos para mantener la confianza obtenida por éste.

 Por su parte el PSOE ha obtenido un penoso resultado electoral. La perfecta tormenta económica, la incapacidad de su núcleo dirigente para articular un relato coherente de la situación y el distanciamiento, desde hace tiempo, del patrón socialdemócrata inspirador del centro izquierda político, han conseguido fracturar un caudal político acumulado, por derecho propio, al menos desde la transición democrática.

Como es natural, a pesar de ello, los casi 7 millones de votantes que han confiado en el PSOE, han de ser atendidos y representados por el Grupo Parlamentario que se conforme tras la constitución de las Cortes Generales. Pero esos votantes, y los Españoles en general, se merecen algo más.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

- Y ese algo más tiene que ver con la responsabilidad de los socialistas que deben demostrar saber que el mejor funcionamiento del Partido Socialista es esencial no solo para sus seguidores sino para los demócratas en general. El PSOE debe seguir siendo una institución básica para el buen equilibrio del sistema de partidos y para el funcionamiento correcto de la competición política en España.

Si son conscientes de esta responsabilidad trascendente de sus propios límites partidarios, los socialistas no deben conformarse con un cierre falso e improvisado de una crisis tan potente como la que acaba de aflorar.

El ya anunciado Congreso del PSOE, en las actuales circunstancias, no puede ser un trámite rápido y precipitado para continuar por el mismo camino, sino el inicio de un proceso constituyente (llámese como se quiera) del Partido Socialista que, salvando las distancias, recuerde el histórico punto y aparte marcado en Súrennes.

El partido socialista no debe, en ese congreso, finalizar un proceso sino iniciarlo con una dirección orgánica de transición que tenga por objetivo hacer permeable la composición y estructura del partido,procurando una afiliación significativa de simpatizantes, señalando el índice de una agenda para la innovación política y convocar una siguiente convención en la que, entonces sí, se inicie un nuevo camino fortalecido con ideas y portavoces renovados.

En fin, el conocimiento perfecto es algo a lo que los mortales no podemos aspirar y la “falsa precisión” tan solo es propia de los opinadores totalitarios, pero intuyo que el camino por recorrer no va a ser tan sencillo como para que en un urgente y atropellado acto congresual de fin de semana se proclame aquello de que “aquí paz y después gloria”.

Igual que no hace falta estar familiarizado con los clásicos griegos para saber que si la vida no se somete a examen, la verdad es que no vale demasiado, no resulta arriesgado afirmar que los recientes acontecimientos políticos deben provocar en la izquierda una reflexión profunda, un examen contundente, sobre lo que permanece valido de su bagaje y lo que necesita innovar.  Va en ello su propia capacidad de legitimación y el debido respeto a los ciudadanos.

Y eso lleva su tiempo y enormes dosis de generosidad personal.

Eduardo García Espinosa es fundador y director de Ancha Asesores-Abogados y Asesores Tributarios. Ha sido diputado en el Congreso. Es analista del programa Hoy por Hoy de la Cadena Ser

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_