Y ahora, la campaña andaluza
Los resultados de hoy marcarán las opciones de Griñán y Arenas en las autonómicas Una diferencia de más de 10 puntos daría al PP la mayoría absoluta
Hoy termina una campaña, pero empieza otra. La de las andaluzas del mes de marzo. Y será una contienda como nunca ha sido, a cara de perro, una vez que se compruebe esta noche la magnitud de la presumible derrota del PSOE en Andalucía. Será, según todas las encuestas, la segunda en seis meses después del batacazo en las elecciones municipales del 22 de mayo. El PSOE perdió entonces por una diferencia de 7,2 puntos, un resultado que hoy celebrarían muchos en este partido porque significaría que el PP no tendría mayoría absoluta.
La máxima “susto o muerte” es la que llevó a José Antonio Griñán a separar lo más posible su primer examen en las urnas como candidato a la presidencia de la Junta del que se someterá hoy Alfredo Pérez Rubalcaba, convencido de que las elecciones conjuntas era ir al matadero. Griñán se la juega a una carta, ha apostado todo a una única casilla de la ruleta, esperando a que los duros ajustes y recortes que tendrá que acometer casi de inmediato el próximo Gobierno de la nación hagan recapacitar al electorado andaluz y le permitan al PSOE exprimir el mensaje de que hay otra manera de enfrentarse a la crisis manteniendo los servicios de protección social.
Desde hace semanas, el equipo de Griñán trabaja en el diseño de la precampaña andaluza. Cree que los cuatro meses que restan hasta las autonómicas le darán oxígeno. Y lo primero que hará es convencer a la organización, a los centenares de cargos ligados a la Junta de Andalucía, de que hay partido electoral por disputar.
Griñán quiere que las elecciones se celebren en enero, frente a otros dirigentes que sostienen que es mejor esperar a los comicios autonómicos
Pero Griñán también tiene un ojo puesto en el próximo congreso del PSOE. Quiere que se celebre en enero, frente a otros dirigentes que sostienen que es mejor esperar a los comicios autonómicos. Las federaciones de Andalucía, Cataluña, Madrid y Castilla-La Mancha están hablando mucho entre ellas sobre el futuro del PSOE que, como ocurre cada cierto tiempo, celebrará un señor congreso, de esos que son de verdad.
Para el PP de Javier Arenas la distancia que marquen hoy las urnas es vital: más de 10 puntos de ventaja sobre el PSOE significa mayoría absoluta en el Parlamento de Andalucía. Tanto el CIS como la encuesta de Metroscopia para EL PAÍS sobrepasan de largo este límite (en torno a los 16 y 17 puntos). Después solo queda asegurar el voto conquistado durante los cuatro meses que restan para la cita andaluza.
Mariano Rajoy ha prometido a Arenas que va a echar el resto en el empeño de colocarle a las puertas de San Telmo. En el mitin celebrado en Sevilla en el penúltimo día de la campaña, el líder del PP recurrió a uno de sus habituales juegos de palabras en los que sugiere mucho sin terminar de mojarse y al final le queda un galimatías enigmático: “Yo haré lo que pueda, pero si puedo, haré más de lo que pueda, para que seas [a Arenas en las elecciones autonómicas] el protagonista de un cambio urgente”. Deja claro que le va a ayudar desde el Gobierno (si gana), y el partido, pero cómo. ¿Qué significa más de lo que pueda? ¿Un trato preferente hasta marzo? ¿Se traducirá el guiño de empatía en algún proyecto concreto?
La organización regional tiene una idea de lo que necesita: que los electores andaluces-no se asusten. Que no se les pase las ganas de cambiar de aires, de ver un partido distinto al PSOE gobernando la Junta, y que los presumibles recortes no se traduzcan rápidamente en carencias que toquen las necesidades básicas de la población. En la convención nacional del PP de Málaga, un dirigente andaluz fue sinceramente pragmático: “Nos conformamos con que no nos metan el dedo en el ojo”. En el recuerdo está aún lo ocurrido en 1996 con el Gobierno de José María Aznar. Al dedicarse a fastidiar con denuedo al Ejecutivo socialista de la Junta (presidido por Manuel Chaves), el PP nacional se llevó por delante el avance de su partido en Andalucía en la década siguiente.
En los cenáculos del PP se dice que Arenas cuenta, además, con una bala en la recámara para intentar mantener en tensión a su electorado, tal es que el PSOE decida descuartizarse a sí mismo o caiga en una depresión profunda.
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