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Rajoy promete gobernar "sin sectarismo"

El líder del Partido Popular asegura que no puede prometer milagros Se compromete a ser el presidente de todos y a repartir "el esfuerzo de forma equitativa"

Mariano Rajoy, rodeado de, izquierda a derecha, Ana Mato, su esposa, Elvira Fernández, María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.
Mariano Rajoy, rodeado de, izquierda a derecha, Ana Mato, su esposa, Elvira Fernández, María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría.PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP)

A la tercera, Mariano Rajoy ha ganado las elecciones generales y con un resultado histórico para el centro derecha español, que da al PP un poder casi omnímodo. El candidato de Génova ha logrado la segunda mayoría absoluta para el partido y, además, ha roto el techo al que llegó José María Aznar en 2000.

"Prometo gobernar sin sectarismo", "con responsabilidad", "con humildad y con compromiso", dijo anoche de forma comedida ante los periodistas. "Que nadie se sienta excluido", dijo en un mensaje de moderación en el que incluyó la referencia a un traspaso modélico de poderes y a la convocatoria a todos, empezando por las comunidades autónomas, para hacer frente a la crisis, en la "peor coyuntura de los últimos 30 años". Y la necesidad de ser escuchados y respetados en Europa y, sobre todo, el compromiso de que "el esfuerzo será repartido y equitativo".

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"Nadie tiene que sentir inquietud" y "el único enemigo es la crisis económica", leyó el que será el sexto presidente del Gobierno desde 1978.

Con la calle de Génova inundada de simpatizantes y la sede abarrotada de dirigentes, incluido Aznar que no estuvo en la tarde electoral de 2008, el PP vivió su noche más feliz. Cuatro años después de la dura travesía en el desierto, de liderazgo discutido y de intentos de moverle la silla, Rajoy pudo levantar los brazos en el concurrido balcón de Génova y, al fin, celebrar una victoria electoral.

Acompañado de su esposa, de Dolores de Cospedal, de Soraya Saenz de Santamaría, Ana Mato, Alberto Ruiz-Gallardón, Pío Garcia Escudero y Esteban González Pons, compareció en el balcón para celebrar su triunfo, aunque esté poco dotado para la alegría y la euforia desmedida.

"Han sido años difíciles, pero hoy podemos decir que tenemos una mayoría muy importante", "requerirá mucho esfuerzo, mucho trabajo y mucha responsabilidad", les dijo a sus eufóricos militantes congregados ante la sede.

"Hoy tenéis que celebrarlo y mañana ya será otro día", terminó mucho más incómodo en el papel de líder aclamado.

"El cambio político ha comenzado", proclamó Ana Mato, media hora después de cerrar los colegios electorales, con Rajoy recluido aún con sus más cercanos en la planta séptima de la sede, a la espera de poder salir a celebrar los resultados definitivos. Nadie en el PP dudaba de la victoria, que coincide con las tendencias de las encuestas y que mantuvo el tono relajado durante toda la jornada en la sede del PP.

Con mayoría absoluta holgada, Rajoy tendrá manos libres para gobernar en solitario, con casi todas las capitales de provincia en su poder, con todas las comunidades en sus manos salvo Cataluña y País Vasco y con la expectativa de hacerse con Andalucía en marzo, si mantiene los resultados de ayer. "Mensaje de humildad", decían los dirigentes del PP con los primeros resultados, sin poder contener la mejor de las sonrisas.

El PP consiguió ayer, incluso, aumentar la amplia ventaja que ya logró en las municipales y autonómicas de mayo.

Su victoria, según sus colaboradores, tiene mucho de premio a la constancia. Según sus detractores, su triunfo tiene mucho de regalo por unas circunstancias que han favorecido su ascenso, más por demérito de sus adversarios y por el colapso de un presidente del Gobierno como José Luis Rodríguez Zapatero arrastrado por la corriente de la crisis y el paro.

En todo caso, con su apariencia de hombre impasible ha resistido a todo y con su leyenda de persona indolente se ha enfrentado a todas las dificultades para terminar siendo el político democrático que mayor poder ha acumulado en España. Sea por las circunstancias o sea por su acierto, Mariano Rajoy extiende su poder a ayuntamientos, a comunidades autónomas y ahora al Estado y, además, ha conseguido que ese desembarco institucional le asegure la paz y la disciplina interna en su partido.

Su primera dificultad fue la de superar el casting con el que José María Aznar quiso resolver su sucesión el 30 de agosto de 2003. Le tocó con el dedo frente a Jaime Mayor Oreja mucho más popular y Rodrigo Rato bastante mejor candidato. El peor cartel electoral de los tres posibles llegó sobrado a las generales de marzo de 2004 y, cuando ya pensaba que tenía el triunfo al alcance de la mano, perdió ante José Luis Rodríguez Zapatero. Ese mismo día le empezaron a mover la silla a Rajoy en el PP. Muchos de los que lo hacían pugnaban anoche por acompañarle en el famoso balcón de Génova. El que era entonces para ellos incapaz de ganar unas elecciones generales ahora es un líder indiscutible y con capacidad para repartir cargos a su antojo y hacer el Gobierno que le dé la gana.

Rajoy lo ha conseguido. Anoche salió por tercera vez al balcón de Génova y, por primera vez, lo hizo como ganador.

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