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CASO ARENA

La policía, segura de que hubo chivatazo al PP en el caso de corrupción de la Xunta

“Feijóo quiere mi cabeza”, dijo el exdiputado Escribano cuando el caso de corrupción era secreto

Javier Escribano.
Javier Escribano.GABRIEL TIZÓN

La dirección del PP gallego sabía de antemano que el exdiputado popular Javier Escribano estaba siendo investigado en el caso Arena y se lo advirtió cuando la operación anticorrupción estaba bajo secreto de sumario y aún estaban en marcha unas escuchas policiales. A la unidad de delitos económicos y fiscales (UDEF) del Cuerpo Nacional de Policía “no le queda duda alguna” de que el PP estaba al corriente de la investigación en curso y que sus dirigentes pretendían “buscar una salida más o menos honrosa” al parlamentario antes de que el asunto saltase a la opinión pública a través de los medios. Esa revelación reventó los pinchazos policiales porque el parlamentario dejó de hablar por su móvil y cuando lo hizo fue para dar pistas falsas.

Para los investigadores queda probado que el alcalde de A Coruña y presidente provincial del PP, Carlos Negreira, hizo de emisario del partido para advertir a Escribano de la investigación judicial de la que era objeto y negociar su salida del Parlamento. Negreira convocó al exdiputado en al menos dos ocasiones, los días 17 y 19 de octubre, en dos locales del centro de A Coruña. La primera para tantearlo y la segunda para emplazarlo a dimitir antes de que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), que levantó el secreto sumarial el día 27, formalizase su imputación por cohecho y tráfico de influencias.

La policía sostiene que un empresario de Pontedeume, Fermín Duarte, regaló a Escribano un Porsche Boxter a cambio de gestiones en la Xunta para desbloquear la venta de un árido contaminante que estaba bajo sospecha. El PP logró la renuncia de Escribano a su escaño el 29 de octubre. Dos días después, a la entrada del Comité Ejecutivo del PP que presidió Mariano Rajoy en Santiago, Negreira desmintió que tuviese conocimiento de esa investigación tal y como había publicado EL PAÍS y sostuvo que se enteró el mismo día 27, cuando el tribunal se dirigió al Parlamento gallego para ratificar la condición de aforado de Escribano como paso previo a su imputación. A su lado, estaba el presidente de la Xunta, Alberto Núñéz Feijóo, que se jactó de que el partido ya había tomado medidas “contundentes” para atajar cualquier asomo de corrupción.

La cúpula del PP de Galicia negó siempre que conociese de antemano la investigación secreta que salpicaba a un diputado popular, tal y como se desprende de los pinchazos telefónicos de la policía. Las conversaciones grabadas desmienten esa versión. Justo cuando el tema estaba a punto de saltar a los medios, diferentes cargos populares, siempre según la versión que Escribano contaba a sus familiares y amigos, se apuraron a apartar del escaño al parlamentario investigado por corrupción para que el escándalo no les salpicase en el arranque de la campaña.

Cronología del ‘caso Arena’

  • Mayo del 2011. Arranca la investigación de caso Arena por un posible delito ambiental de la constructora Manmer, SL, de Fermín Duarte.
  • La policía pincha el teléfono de Duarte y aparece en escena el diputado popular Javier Escribano, al que el empresario dice haber regalado un Porsche a cambio de gestiones en la Xunta. Se abre una pieza separada para Escribano que se remite al TSXG.
  • 17 de octubre. Negreira y Escribano se citan para una reunión cerca de María Pita a las diez de la noche.
  • 19 octubre. Negreira llama dos veces a Escribano y lo convoca una reunión en el Taboo.
  • 22 de octubre. Escribano dice un compañero del PP que lo quieren "ahuecar" y él se niega. Dice que Feijóo quiere su cabeza.

El informe policial, a partir de las escuchas telefónicas, es contundente y vincula directamente a Negreira, que negó dos veces estar al tanto de un soplo que adulteró una investigación de cinco meses. Los agentes a cargo de la investigación están seguros de que Escribano ya había sido advertido semanas atrás de que tenía el teléfono intervenido. “Lo poco que habla lo hace por otros móviles o teléfonos fijos”, afirman. El propio Escribano les comenta a sus allegados que no puede hablar por teléfono y se queja amargamente. “Soy aforado, vulnerar el derecho a la intimidad de una persona de mi categoría es muy grave”, se lamenta.

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El 17 de octubre, dos semanas antes de su dimisión forzosa, Negreira llamó a Escribano y se citaron a las diez de la noche en un bar próximo a la plaza de María Pita, cerca del Ayuntamiento, con la excusa de tratar “asuntos parlamentarios”. Así quedó reflejado en los prolijos informes policiales que engordan la causa judicial en el TSXG y a los que ha tenido acceso este diario.

Antes de su cita con el presidente provincial, Escribano le cuenta a una amiga fiscal que va a reunirse con “el jefe” y dos horas después, la vuelve a telefonear para contarle que el “tema va en serio” y que un medio de comunicación está al tanto. “¿De tu partido?”, pregunta ella. “No de mi sección. De la otra acera, ya sabes: Rubalcaba, Pepiño y compañía: EL PAÍS, EL PAÍS”. Entre los dos, hacen cábalas y preparan una estrategia defensiva. Escribano explica de forma velada que el PP le ha sugerido que dimita como “movimiento preventivo”.

Dos días después, Negreira convoca a Escribano a medianoche en el bar Taboo, un conocido local del centro de A Coruña. El alcalde le llama en dos ocasiones, a las 22.12 y a las 23.34 horas, aunque no le explica el motivo. “¿Qué tal, hombre? Estoy con un lío tremendo, pero quería verte un momento”, le dice Negreira. “Pues cuando me digas tú”, responde Escribano. De camino a la cita, el exdiputado llama a un amigo y le reproduce su conversación con el regidor coruñés. Le dice que “el tío [Negreira] quería rifar hoy". Una hora después, vuelve a llamar a su amigo y presume de “haber manejado bien la situación”. “Como que le he dado la vuelta”, añade.

Escribano, expresidente de Nuevas Generaciones en A Coruña, se queja de que no tiene “información concreta” y tras la segunda cita con Negreira, empieza a mover su contactos para tratar de averiguar lo que los medios pueden saber de la causa. “Dicen que lo van a sacar con el inicio de la campaña. Que probablemente empiece en la Cadena SER y se lo pasen a EL PAÍS. Están asustados [PP] porque no saben si pueden poner grabaciones”, le cuenta a su hermana, antes de encomendarle que haga unas averiguaciones a través de un conocido vinculado a la radio. “Dile que a tu hermano le están filtrando el tema desde dentro del partido”, le precisa el exdiputado.

Otro comentario que le hace a un compañero de siglas el día 22 a medianoche prueba una vez más y de forma explícita, que la dirección del PP gallego conocía de primera mano una investigación secreta. “El miércoles volví a hablar con Carlos [Negreira] y hoy con [Pedro] Puy [portavoz parlamentario del PP] y me dicen que lo mío es similar a lo de Cobián. Les digo que me están tomando el pelo. Ahí hay una trama de corrupción que coge el dinero y no se sabe para qué. Aquí no hay nada”, se justifica el exdiputado, una semana antes de dimitir. En la misma conversación se queja de que Feijóo le quiere “cortar la cabeza”. “Lo más fácil para muchos es que ahueque el ala, pues entonces que ahuequen otros también que los han implicado en otras cosas”, se desquita. Esas afirmaciones son las que llevan a los policía a afirmar “sin ninguna duda” que el PP está al corriente de la investigación secreta.

En aquel momento, pese a las supuestas advertencias de los dirigentes populares a Escribano, este periódico desconocía la existencia de la operación Arena y el nombre de las personas investigadas. Escribano le cuenta a un familiar que el PP le ha dicho que detrás de la filtración a los medios puede estar el PSOE. Se deduce que eso le han dicho o le han hecho creer desde la dirección del partido para acelerar su marcha mientras él cuenta que sigue “plantando cara” para “darle la vuelta a la tortilla con mucho esfuerzo” y tocando “todos los palos”.

“Ya tengo todo preparado: el registro del pago del Porsche, la factura...”

L. B. (Ferrol)

El 18 de julio, el constructor de Pontedeume Fermín Duarte le cuenta por teléfono a un familiar que "regaló" el Porsche Boxter de 2003 "a cambio de alguna gestión". "¿Conseguiste venderlo?", le pregunta a Duarte. "No, lo he tenido que regalar. Esto funciona así. Donde hay funcionarios hay corrupción", responde.

Esta confesión de Duarte y sus frecuentes charlas con el exdiputado popular Javier Escribano con el fin de que mediase ante la Xunta para abrir mercados a su residuo asfáltico propiciaron la apertura de una pieza separada de la investigación —por la condición de aforado del parlamentario— que el Juzgado de Instrucción número 3 de Ferrol remitió en agosto al TSXG.

Escribano aseguró que le compró a Duarte un coche de “séptima mano” con un largo historial de averías el pasado 7 de abril por 10.360 euros. El empresario —que había adquirido el Porsche dos años antes— lo transfirió el 6 de junio a nombre de una tía de Escribano, M.D.E.R., de 67 años. “Los agentes no tienen ningún género de dudas de que la persona a la que Duarte regala el vehículo es Javier Escribano”, subraya el informe policial.

Meses después, Escribano contactó de nuevo con Duarte para hablar de la factura y se deshizo del bólido que “cambió” en un concesionario por un Mercedes. Así lo explica en una de las escuchas intervenidas el 13 de octubre: “Soy Javier, el que tenía el Porsche y lo cambió por el CLK”.

Escribano también deja claro que está sobreaviso de lo que puede filtrarse a los medios y afirma que ha preparado la documentación necesaria para justificar la compra del vehículo. “Ya tengo todo preparado, la factura del coche, el registro del pago bancario y un asesoramiento judicial en orden. Yo llevo preparándome para este tema, pero están acojonados con el titular”, le dice el 22 de octubre, una semana antes de que trascendiera el caso, a un compañero de filas, aludiendo a las presiones de su partido para que renuncie a su escaño.

Tras “comentar el tema en casa”, Escribano se muestra preocupado y se explaya con otro amigo para quitarle hierro al asunto del Porsche que tanto parece incomodar a sus jefes del PP. “Es un tema de séptima mano. Es como si te llevas a una puta de un puticlub, ya está usada de carallo”.

Aunque sabía que tenía el teléfono intervenido, Escribano habla sin cesar del tema con familiares y amigos. “Si ahora dicen que tal, pues mira, yo he comprado un coche, tengo la factura, lo he pagado y el tío [Duarte] dice que se lo he comprado”, le explica a un familiar. En la misma conversación, añade: “Llevan ya hablando un mes y esta semana me han estado dado cera con el tema. Me dicen ‘es mejor que te vayas antes de que salga nada’. Y yo digo: ya, y un huevo. Primero que dimitan otros”.

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