“Si ETA desaparece, nada”
Rajoy amolda con el PP vasco las líneas maestras de su política tras el final del terrorismo Basagoiti afianza su papel clave en el diseño de la estrategi
Mariano Rajoy resume en una frase que ha trasladado al núcleo duro del PP vasco la clave de bóveda de la política que aplicará si llega a La Moncloa en el proceso abierto tras el cese definitivo del terrorismo: “Si ETA desaparece, nada”. La idea que maneja Rajoy, en palabras de dirigentes populares vascos, es que “en el ámbito político no se puede hacer ningún tipo de concesión y en el penitenciario tampoco es partidario de ofrecer nada ni darles expectativas; exclusivamente la ley. No se mueve más de ahí ni por ahora va a concretar más”. La entrevista con ETA que Gara que publicó el pasado viernes no ha movido ni un milímetro la posición.
A las puertas de regresar al Gobierno, como apuntan todas las encuestas, el PP tiene claro que no piensa entrar en una carrera de hacer ofrecimientos ni propuestas, ya que no es el Estado, sino ETA y la izquierda abertzale quienes tienen que seguir “demostrando cosas”. Descartada la aplicación de medidas generalizadas con los reclusos de la banda, cuya situación es uno de los puntos calientes del debate, el escenario se sitúa, en cualquier caso, después de que ETA declare su final absoluto. ¿Ello supone la entrega efectiva de las armas, el desmantelamiento de los arsenales? “Entregar las armas es una cuestión física”, responde uno de los interlocutores de Rajoy en Euskadi, “pero en el plazo de unos meses o un año los servicios de información pueden exactamente saber si hay vuelta atrás, escisión o no”.
El PP rechazó la pretensión de Urkullu de verse con Rajoy tras el anuncio etarra
El PP no se marca ahora mismo un plazo concreto para tener garantizado que la banda se disuelve —“sin estar en el Gobierno y tener todas las fuentes de información no lo podemos saber”, dice uno de los consultados—, pero el tiempo juega a su favor. Y el nuevo Ejecutivo contaría como una posible baza de presión la propia debilidad terminal de la banda y la precaria situación de los apenas 50 terroristas que siguen activos y en libertad.
Algunos dirigentes del PP en Euskadi llegan a relativizar incluso la polémica sobre el acercamiento o la dispersión de los reclusos. A su entender, si desaparece ETA y ya no controla a sus presos “lo razonable es considerar que esa política penitenciaria carece de sentido”. “En ese caso, con la banda disuelta, nos da igual que cumplan su pena en Salto del Negro que en Basauri”, añaden.
Guiños 'abertzales'
La izquierda abertzale ilegalizada hizo llegar hace meses a la cúpula del PP vasco a través de “alguna persona para nada sospechosa”, en definición de una fuente popular, su pretensión de abrir un cauce de contactos políticos. Nunca llegó a haber ningún punto de concreción ni ninguna reunión y la respuesta de los populares fue “decirles que no a todas las puertas”. Vista la rotundidad de la negativa, desde el verano pasado ha desaparecido cualquier intento de toma de temperatura por parte de la izquierda soberanista.
“Han empezado a mandar mensajes porque ven que ganamos y a Zapatero y al PSOE les dan por amortizados”, apunta un parlamentario popular.
Sectores del PP creen que a la izquierda abertzale podría incluso interesarle más un triunfo de Rajoy el 20-N, al desconfiar en gran medida de Rubalcaba por su gestión de la política antiterrorista en los últimos tiempos al frente de Interior. Otros dirigentes del PP vasco opinan, en cambio, que los radicales no muestran particular interés por quién sea el que venza en las urnas el próximo mes de noviembre, “pero sí saben que el PP va a triunfar y quieren poner, como siempre que llega un presidente, el caramelo en la boca de que él será el que va a traer la paz”.
Y en el terreno político no es solo que el partido lleve a su programa electoral que nunca va a negociar con la banda. Ni siquiera se sentará a una mesa de partidos como la izquierda independentista plantea —y la Declaración de Aiete—, ni hablará como formación con los abertzales radicales mientras ETA aún exista.
El PP vasco y su presidente, Antonio Basagoiti, han ido ganando peso hasta convertirse en un referente y una voz fundamental en la configuración de la política de todo el partido en torno a Euskadi y el final del terrorismo. Aunque Rajoy ha permitido el discurso muy duro de dirigentes de Génova, incluso de su entorno más cercano, cada vez ha ido dando más espacio a la voz de Basagoiti, quien hace menos de tres años y medio —asumió el cargo en julio de 2008 tras la traumática marcha de María San Gil— era un concejal en Bilbao conocido sobre todo por su pirotecnia verbal.
Basagoiti cogió un partido en uno de los peores momentos de su historia y en las autonómicas de 2009. Pese a no mejorar sus resultados, logró los escaños suficientes para convertirse en imprescindible para el cambio en Euskadi. Rajoy avaló desde el primer momento la apuesta de sus compañeros de filas por sostener a Patxi López sin nada a cambio.
Desde ahí, Basagoiti ha ido renovando el partido y llevándolo desde la esquina del campo en la que se encontraba en la política vasca a formar parte del escenario. Esa normalidad ha contribuido a afianzar la propia imagen centrista de Rajoy, quien ha usado el pacto vasco como ejemplo de su “altura de miras” cuando los socialistas le acusaban de no arrimar el hombro.
La confianza política de su jefe de filas nacional ha ido permitiendo que la dirección del PP vasco, pero en particular el propio Basagoiti, marque ahora la política de la formación sobre Euskadi. Los argumentos que salen de Bilbao tienen un peso fundamental en los pronunciamientos de Rajoy en esta materia. Ambos mantienen una relación fluida: “No hablan todos los días, pero, cuando hace falta, la línea caliente funciona de inmediato”, dice uno de los consultados. El día en que ETA anunció el cese definitivo del terrorismo, por ejemplo, hablaron hasta en cinco ocasiones.
La propia reacción del candidato al comunicado etarra, arrinconando los principios del PP más duro, es una muestra palpable de esa sintonía.
Los populares no quieren alentar expectativas en el ámbito penitenciario
El líder popular se muestra consciente además, según sus interlocutores vascos, de que los pasos que vaya a dar deben contar con el consenso de los socialistas y de que en el ámbito vasco “ayude un poco más” el PNV, aunque solo sea por el interés de no quedar descolgado. Los dos partidos normalizaron definitivamente sus relaciones, rotas durante años, en julio de 2010 con una cita en el Congreso entre Rajoy y Urkullu, quienes en los últimos meses se han reunido varias veces en secreto para hablar sobre el final de ETA. Con todo, los populares vascos ironizan que el líder del PNV “alardea” de una buena sintonía y una relación con su homólogo del PP más allá de la realmente existente.
Urkullu intentó tras el anuncio etarra del 20 de octubre reunirse públicamente tanto con Rajoy como con Basagoiti, igual que hizo con el presidente Zapatero, según fuentes populares. Sus interlocutores rechazaron “con mucha educación” la propuesta por las fechas preelectorales.
La tesis popular es que la línea antiterrorista no la puede marcar el PNV, aunque su colaboración resulte necesaria, sino siempre su partido junto con el PSOE. “Tenemos muy clara la idea de lo que hay que hacer, que probablemente no sea la de Urkullu, que ya está planteando cuestiones inasumibles, como derogar la ley de Partidos”, apunta un parlamentario vasco del núcleo duro de la ejecutiva.
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