Los cinco meses de inacción de Bildu desesperan a oposición y empresarios
Los soberanistas alardean de su “nueva forma de hacer política” Oposición y empresarios lamentan la “parálisis” por la tardanza en tomar decisiones
Se han cumplido cinco meses desde que Bildu llegó al poder en Gipuzkoa y en 106 municipios en el conjunto de Euskadi. Ayer, la bandera española seguía ondeando en lo alto de la Diputación provincial y en la fachada del Ayuntamiento donostiarra.
En las filas del nacionalismo democrático observan perplejos que los abertzales más radicales permanezcan “como si no pasara nada”. “Por menos”, recuerdan en el PNV y Hamaikabat, “hemos aguantado años durísimos cuando se quemaban autobuses, contenedores, se boicoteaban las fiestas y había heridos y detenciones”. “Hay miedo y excesivo respeto a Bildu”, afirma el exdirigente nacionalista Iñaki Galdos.
La irrupción de Bildu en las instituciones vascas, hasta alcanzar la mayor cuota de poder lograda por la izquierda radical vasca, ha traído consigo “una nueva forma de hacer política”, dice el alcalde donostiarra, Juan Karlos Izagirre. Estas nuevas prácticas han permitido, por ejemplo, que su secretario personal, Josetxo Ibazeta, exedil de Euskal Herritarrok, ayudara a que un grupo de jóvenes ocuparan a finales de septiembre una vivienda privada en la Parte Vieja de la ciudad. Ramón Gómez, concejal del PP, asegura que entre la veintena de ocupantes estaba la hija de Ibazeta, y la de Joseba Álvarez, otro dirigente de la extinta Batasuna.
Después de varios años extramuros del sistema, a Bildu le toca asumir la gestión pública. Más allá de gestos simbólicos para contentar a sus simpatizantes, el resto de partidos no encuentra asomo de la “revolución” que habían prometido. “Es el cambio, pero sin el cambio. El cambio, ¿para qué?”, se pregunta Eneko Goia, portavoz del PNV en el Consistorio donostiarra.
En estos meses, los ‘abertzales’ han rechazado proyectos estratégicos
Hasta la fecha, Bildu se ha dedicado principalmente a “tomar tierra” y a revisar “todas y cada una” de las grandes inversiones que habían sido aprobadas en mandatos anteriores, asegura un concejal soberanista. Pero ese replanteamiento general de las cosas ha dejado en la calle la sensación de que “Bildu quiere paralizarlo todo”, incluido el progreso de Euskadi, se quejan los empresarios. También ha calado la sospecha de que los rectores de Bildu anteponen sus aspiraciones políticas (proclamar un día la independencia de Euskal Herria) a los asuntos del día a día.
Le ha tocado empezar a gobernar en un momento económico muy crítico, pero al mismo tiempo esperanzador en lo político, en plena transición hacia el fin definitivo de la violencia terrorista de ETA. Esta coalición electoral que integran simpatizantes de la izquierda abertzale, EA y Alternatiba, surgida tras impedir los jueces que la antigua Batasuna se presentase como Sortu, tiene en sus manos la Diputación guipuzcoana (672 millones de presupuesto, el más restrictivo de la historia), hasta ahora controlada por el PNV, rige el Ayuntamiento donostiarra tras 20 años de mandato socialista y se ha hecho más poderoso en sus feudos tradicionales.
Las primeras decisiones de Bildu han consistido en rechazar rotundamente proyectos que el resto de partidos juzgan estratégicos. Se opone al AVE vasco, el puerto exterior de Pasaia, la incineradora de basuras de Zubieta... Bildu llegó a titubear con su apoyo a San Sebastián como Capital Europea de la Cultura en 2016, aunque ahora participa del logro. “No al hormigón y sí a la política social”, recalca Martin Garitano, diputado general de Gipuzkoa, defensor de conceder a todos los ciudadanos una renta básica de carácter “universal, individual e incondicional”, pero sin concretar cómo va a financiar este gasto.
Hace unos días, al calor del comunicado de ETA anunciando el fin de su actividad armada, Bildu ha logrado, tras meses de aislamiento político, acuerdos con socialistas y populares. Con el PSE sintoniza en subir los impuestos en Gipuzkoa y en San Sebastián; con los populares han acordado la nueva ubicación de la estación de autobuses de la capital guipuzcoana, un asunto de gran calado para la ciudad.
No se puede gobernar desde la ideología” Odón Elorza
La situación que vive San Sebastián con la irrupción de Bildu, coinciden las demás fuerzas políticas, es semejante a la que se está dando en otros municipios más pequeños controlados por los soberanistas. “Cuando priman las bases ideológicas, la ciudad corre el riesgo de una paralización, una atrofia, un parón generalizado. No se puede gobernar desde la ideología, desde sentimientos exclusivistas. Que dejen la ideología a un lado y miren el interés general”, sostiene Odón Elorza, exalcalde donostiarra y ahora cabeza de lista del PSE al Congreso por Gipuzkoa. Eneko Goia, del PNV, opina que la “parálisis” provocada por Bildu obedece a que “la izquierda abertzale ha sabido hacer muy bien la oposición, pero aún no se ha dado cuenta de que tiene responsabilidades de gobierno”.
Entre los empresarios hay mucha preocupación. El presidente de la patronal guipuzcoana Adegi, Eduardo Zubiaurre, sostiene que cuestionar proyectos tractores supondrá el “retroceso” de Gipuzkoa. La visión es opuesta a la defendida en los sectores más afines a los independentistas, que apoyan la decisión de sustituir “infraestructuras mastodónticas por inversiones en el desarrollo del sector público y en el tejido productivo directo”, aseguran en el sindicato LAB. Un representante nacionalista observa con perplejidad la desaparición de las protestas casi diarias, las manifestaciones y las movilizaciones constantes que antes instigaban los radicales cuando los problemas que los motivaban persisten estando Bildu en el poder.
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