Empresarios de rositas
Buena parte de los empresarios españoles, con los andaluces en cabeza, se frotan las manos ante las inminentes elecciones
El que más desparpajo exhibe es Arturo Fernández, presidente de la patronal de Madrid. Se ve que tiene una buena maestra al lado, Esperanza Aguirre. Fernández avisa: hay que hacer “cambios brutales” en el mercado de trabajo. Porque, sostiene, lo que se ha hecho hasta ahora son simples “reformitas”.
Buena parte de los empresarios españoles, con los andaluces en cabeza, se frotan las manos ante las inminentes elecciones: al fin, sus reivindicaciones más extremas serán atendidas. Si gana el PP, como parece probable y los millones de indecisos no lo remedian.
Fiados en que en unos días los suyos habrán tomado La Moncloa, no se recatan en sus mensajes, que revelan ya el infierno al que regresarán la inmensa mayoría de los trabajadores españoles que verán cercenados salarios y derechos. Todo, con el respaldo del Gobierno de Mariano Rajoy.
Los mensajes de empresarios y populares son cada día más similares. Santiago Herrero, presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), habla de que ante la crisis "lo esencial es la seguridad y la confianza". Dos palabras mantra de Rajoy y Arenas.
Por algo firmaron los tres juntos, en la modorra del mes de agosto y en San Fernando (Cádiz), un documento que titularon Por la competitividad y el empleo en el ámbito local andaluz, continuación de otro suscrito a finales del pasado año. “La CEA y el PP presumen de cercanía”, tituló este periódico la crónica del pacto.
Dinamitado el diálogo con los sindicatos, porque ya veían inminente la victoria del partido de sus amores, los empresarios recibirán la adecuada compensación de Rajoy. Lo vimos en el debate televisado, cuando Rubalcaba intentó, sin éxito, que el candidato popular concretara si la negociación colectiva desaparecerá de las pequeñas y medianas empresas, con lo que el empresario podrá imponer las condiciones laborales y salariales que le parezcan.
Salarios y despidos son sus obsesiones. Los primeros, porque en palabras del jefe de la patronal andaluza, “son un lastre para la recuperación económica”. Sin embargo, “España es el único país de la OCDE en donde no se produjo crecimiento real de los salarios entre 1995 y 2005”, como nos recuerdan los profesores Vicenç Navarro y Juan Torres López, y el economista Alberto Garzón, en el muy recomendable libro Hay alternativas (Ediciones Sequitur).
Por el contrario, los empresarios engordan sus ingresos muy por encima incluso de los beneficios de sus compañías. En las que forman parte del Ibex 35, los beneficios caían un 6,13%, pero las remuneraciones de los directivos subían el 14% (primer semestre de este año). La palma se la lleva Repsol, que aumentó sus beneficios en un 0,4%, mientras sus ejecutivos se lo subían un 116%.
Para los despidos, el madrileño Fernández exige una “autopista de facilidades”, decía gráficamente hace unos días a Carles Francino (Cadena SER). Los empresarios han puesto cifras al programa del PP, tan calculadamente ambiguo. En un documento que la CEOE presentó de cara a las elecciones, proponen el despido procedente de 12 días y piden, por favor, que se evite la “satanización de la salida laboral”, la manera pija de llamar al despido. Queda por saber si, como sospecha Rubalcaba tras leer el programa del PP, la prestación por desempleo será además recortada.
Los dirigentes empresariales llegan al final del trayecto del mandato socialista sin haber reconocido responsabilidad alguna en los cinco millones de parados. Salen de rositas. Sin pagar precio alguno.
Ahora vienen los suyos de verdad. Con los que los empresarios harán los recortes brutales que demanda Fernández. Además, podrán anticipar a este año el cambio de yate, como dijo el otro día Alfonso Guerra en Dos Hermanas, con el dinero que se ahorren tras la bajada de impuestos que les ha prometido Rajoy.
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