“La extorsión y el asesinato ya no formarán parte de nuestras vidas”
El empresario vasco recuerda la presión sufrida por el sector durante los últimos 40 años
El empresariado vasco vive ilusionado, aunque aún cauto, ante un posible futuro sin violencia. Miguel Ángel Lujua (Sestao, Bizkaia, 1952), presidente desde el pasado julio de Confebask, la entidad que agrupa a las patronales de Bizkaia, Gipuzkoa y Álava, recuerda la presión sufrida por el sector durante los últimos 40 años y recalca que, a pesar de todo, la economía de Euskadi ha sabido salir airosa del trance.
Pregunta. ¿Qué valoración hace del comunicado de ETA?
Respuesta. Es la noticia que estábamos todos esperando. Muchos no confiábamos en que se fuera a producir. Cuando ha llegado, parte de la sociedad se ha alegrado muchísimo y otra parte es escéptica porque no cree que sea el último comunicado. El final será cuando anuncie que se disuelve y entregue las armas, pero es un comunicado muy importante porque la extorsión y el asesinato ya no van a formar parte de nuestras vidas.
P. ¿Qué ha supuesto el terrorismo para los empresarios?
R. Hemos vivido durante años con una gran lacra, pensando qué iba a pasar al día siguiente, si podíamos ir tranquilos al puesto de trabajo, a la fábrica o con nuestros hijos a la calle; hemos sido sometidos a la exigencia de impuestos revolucionarios; hemos acudido a funerales, recientemente los de Ignacio Uría [empresario asesinado en 2008] y José Maria Korta [presidente de la patronal guipuzcoana, Adegi, muerto a manos de ETA en 2000]. El empresariado vasco va a poder dedicarse a trabajar, que es lo que tiene que hacer, sin preocuparse por su seguridad y la de su familia.
P. ¿Cómo se ha convivido con la extorsión generalizada?
R. Desde que soy presidente se han vivido momentos de tranquilidad porque ya había cesado [en marzo ETA anunció el cese del impuesto revolucionario]. Pero mis antecesores han pasado momentos muy duros. Cada empresario acudía a su representante territorial a contar que había recibido dos, tres, cuatro cartas de ETA; que estaba siendo perseguido; que le habían puesto un cóctel molotov en su empresa... Ha sido muy duro. La memoria se nos va enseguida, pero conviene, en estos momentos en que se pide generosidad a las víctimas y a la sociedad vasca, reivindicar la necesidad de que ETA reconozca el daño causado, porque el sufrimiento ha sido muy grande. Quizá se pueda perdonar algún día, pero conviene no olvidar.
P. ¿Cuántos empresarios han sido extorsionados?
R. Calcularlo con precisión es imposible y no sé si hace falta. Han sido muchos, todos innecesarios. Es mejor pensar que esa etapa ya ha pasado.
P. Los que han pagado son víctimas, pero también han contribuido al mantenimiento de ETA ¿Cómo se afronta esta cuestión?
R. Las personas que lo han tenido que hacer lo han hecho porque no les quedaba otro remedio. Es muy difícil opinar sin ser extorsionado. Todo el mundo se ha defendido como ha podido. Cuando hay secuestros internacionales, de barcos españoles o cooperantes, alguien paga. No sé si eso parece bien o mal pero hay que ser permisivos con personas en situaciones muy complicadas, que han tenido un temor inmenso en su interior y que al final han optado por pagar. Jurídicamente puede ser reprochable, pero socialmente hay que ser comprensivos con una situación límite. A pesar de todo, la mayoría de los empresarios vascos no ha pagado. Han resistido, y muchos además se han quedado en Euskadi y lo han levantado económicamente. Otros, con secuestros y situaciones muy difíciles, se han marchado, pero casi todos han dejado sus empresas aquí.
P. ¿Cree que regresarán si la violencia acaba definitivamente?
R. Cuatro o cinco personas en esta situación ya me han dicho que en cuanto puedan van a volver. Aunque no es tan fácil. Un buen amigo cuya familia está muy extorsionada y que sufrió un secuestro me decía que quiere volver, pero sus hijos no. Se fueron de aquí con 8 ó 10 años, son mayores y tienen su vida fuera.
P. ¿En qué medida ha afectado el terrorismo a la economía vasca?
R. Es difícil de cuantificar con exactitud. Nosotros no lo hemos hecho. Pero es evidente que ha tenido un impacto negativo en muchos frentes. Si yo soy una multinacional y tengo que tomar una decisión de inversión, elegiría un lugar sin violencia. Las inversiones extranjeras que han llegado a Euskadi es porque han valorado extraordinariamente la cualificación de ciertas personas y empresas, pero siempre a pesar de la violencia. ¿Qué han hecho los empresarios vascos? Invertir para sacar sus compañías adelante. Ahora vamos a vivir un momento muy complicado con la inversión por la coyuntura económica, pero el empresariado vasco está muy preparado para luchar en la adversidad. Hemos sabido crear riqueza a pesar del terrorismo.
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