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Un proyecto que irrita al Kremlin

El escudo antimisiles de Obama, menos agresivo que el de Bush, sigue causando malestar

Andrea Rizzi
Marineros inspeccionando una lanzadera de misiles a bordo del crucero ruso "Admiral Golovko", en Sebastopol.
Marineros inspeccionando una lanzadera de misiles a bordo del crucero ruso "Admiral Golovko", en Sebastopol. ARCHIVO (AP)

El proyecto de escudo antimisiles es un plan que ha causado grandes tensiones entre Washington y Moscú a lo largo de los últimos años. La finalidad declarada del proyecto es el establecimiento de un sistema defensivo para neutralizar eventuales ataques a Occidente procedentes desde Oriente Próximo, con especial atención a Irán. Rusia, sin embargo, considera que el despliegue tiene a la vez como objetivo neutralizar parte de sus capacidades ofensivas.

La primera versión del proyecto, impulsada por la Administración de George W. Bush, causó un duro enfrentamiento diplomático, al prever el despliegue de misiles interceptores en Polonia y República Checa. Moscú consideraba que ese posicionamiento estaba pensado para neutralizar sus capacidades.

Barack Obama ha dado sin embargo un giro radical. Su Administración ha optado por un sistema de intercepción más ágil que el anterior, que utiliza misiles SM-3, diseñado para ser instalado en buques de guerra y dirigido a neutralizar misiles de corto y medio alcance.

El escudo de Bush, en cambio, estaba pensado para contrarrestar misiles de largo alcance, y habría tenido que ser necesariamente instalado en silos. Irán no tiene misiles de largo alcance y no es previsible que los tenga en los próximos años. Esto alimentaba la suspicacia de Moscú.

La decisión de Obama se debe a dos factores: la voluntad de mejorar las relaciones con Rusia y el deseo de optar por un proyecto más barato y en fase de desarrollo más avanzado y testado.

Sin duda el nuevo plan es más aceptable para Moscú, que sin embargo ha seguido manifestando cierto malestar, aunque con intensidad menor.

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España pondrá a disposición la base de Rota para ofrecer apoyo naval al proyecto. Otros países europeos acogerán otras instalaciones, principalmente radares. Buques armados con los SM-3 patrullarán el mediterráneo oriental para poder interceptar las amenazas que procedan de Oriente.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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