Resetear
Los jóvenes indignados quieren recomenzar, volver a arrancar la democracia, que todo empiece de nuevo
Cualquier internauta sabe que, en ocasiones, el ordenador se bloquea y deja de realizar las funciones que esperábamos de él. Se queda colgado, en la jerga digital. En esos casos, la solución no consiste en tirar el aparato a la basura o cambiar de sistema, sino en resetear, esto es, apagar el sistema y volverlo a encender para que todo empiece de nuevo. Eso es lo que hacemos cuando volvemos a arrancar la CPU de una computadora. Todo está adentro, no se busca nada nuevo, pero empieza otra vez; sería, entonces, una especie de recomienzo.
¿No les parece que, después de varias semanas, visto lo visto y oído lo oído, los jóvenes indignados de la Puerta del Sol y de tantas plazas españolas lo que han hecho ha sido resetear la democracia, el sistema que ampara nuestra Constitución, que han desenchufado por completo el sistema con el ánimo de volverlo a encender para que todo empiece de nuevo? Parecería que quieren recomenzar, que pretenden arrancar con la democracia, sabiendo que todo está adentro, pero que quieren que empiece de nuevo para eliminar los virus que han prostituido el sistema. Los jóvenes del 15-M han reseteado el sistema y están a la espera de que el aparato vuelva a reiniciarse de acuerdo con las especificaciones originales, eliminando los vicios adquiridos.
Habían comprado un programa llamado “democracia”, en el que la soberanía nacional reside en el pueblo y en el que el voto de los ciudadanos vale lo mismo cualquiera que sea su condición. Cuando han empezado a usarlo han visto que el programa se había colgado y que no era cierto lo de la igualdad del voto. Un virus se ha colado y el sistema se ha dislocado, siendo el resultado diferente del inicial. Consideran que se encuentran ante un error del sistema y han reseteado. Y esperan que cuando el proceso que impulsaron el 15 de marzo haya devuelto el fluido eléctrico al sistema y aparezca de nuevo el programa, funcione de acuerdo con esa máxima de una persona un voto, es decir, su concepción primitiva. Y si el Parlamento no se hace eco del intento, esperan que algún partido político esté dispuesto a resetear la democracia con ellos para que el sistema se reinicie según las especificaciones de fábrica.
Otro programa que les vendimos era aquel que señalaba las diferencias entre izquierdas y derechas, entre liberales y socialdemócratas, entre conservadores y progresistas. Cuando han iniciado el juego, han descubierto que el programa está bloqueado y que aparece un anuncio parpadeante que dice “manda el mercado”. Y han reseteado para ver si al recomenzar se puede jugar a lo previsto por los que configuraron el programa y es, de nuevo, la política la que recobra el protagonismo y el control sobre la economía, las finanzas y el mercado. Se decía en el básico que se elegía a los gobernantes para gobernar no solo sobre los ciudadanos, sino, también, sobre los mercados.
Nacieron cuando se creó Internet, pero ellos no lo inventaron, lo hicimos nosotros, la generación anterior a la suya, y ahora nos lamentamos de que quieran utilizar el descubrimiento que nosotros pusimos a su disposición. Por eso no llegan a entender que el programa llamado “educación” siga siendo predigital. Se sentaron en un pupitre a los tres años y se levantaron de otro a los 25, después de pasar por la primaria, la secundaria, el bachillerato, el grado, el pos-grado, el master y el doctorado, y comprobaron que buena parte de la enseñanza recibida, basada como antes en la acumulación de información, les conduce a una caja de Mercadona, a unas oposiciones de conserje o, directamente, a las oficinas del Inem. Y resetearon. Y esperan que cuando se reinicie el programa, la educación que reciban sirva, sobre todo, para ayudar a descubrir la pasión, la vocación, la aptitud de cada alumno, y que las enseñanzas recibidas se adapten a la nueva sociedad y no consistan en la mera transmisión de información, porque esa información ya está disponible en una cosa que se llama Internet y que no tiene rival, cualquiera que sea el enseñante que compita con él en cuanto a la transmisión de datos. Y piensan que cuando el programa educativo reaparezca, no tendrán que seguir rompiéndose las muñecas en las aulas tomando absurdos apuntes que, con toda seguridad, deberían estar colgados en la Red, a disposición de los estudiantes, junto a un millón de páginas que cuentan lo que dicen esos apuntes y, en muchos casos, de una manera más amena, más atractiva, más inteligible y más didáctica. Y esperan que los conocimientos adquiridos los puedan transformar en valor, en riqueza para ellos y su país, porque, según las instrucciones del programa, se apuesta por la innovación, por la imaginación, por la iniciativa y por el riesgo, pero observan que el sistema está dañado, porque cuando cliquean sobre esas cuatro palabras, el sistema se bloquea.
El programa de la “globalización” también se ha bloqueado. La crisis se originó en el contexto europeo y mundial y el resultado que nos ofrece la pantalla es que cada país se las tiene que ver en solitario después de haber achicado las arcas del Estado para salvar el sistema financiero. Esperan que cuando vuelva el programa se puedan afirmar posiciones exigentes ante los órganos de la UE para prohibir cualquier tipo de rescate o inyección de capital a entidades bancarias; para elevar los impuestos a la banca de manera directamente proporcional al gasto social ocasionado por la crisis generada por su mala gestión; para exigir la devolución a las arcas públicas por parte de los bancos de todo capital público aportado; para prohibir la inversión de bancos españoles en paraísos fiscales; para regular sanciones a los movimientos especulativos y a la mala praxis bancaria.
Especialmente, el programa “políticos” no responde al diseño de los programadores. Y parece que el de “ciudadanos”, tampoco. Han reseteado y esperan que cuando se reinicie se pueda ver que político es aquella persona que cuando la hace la paga, y que los responsables de eliminar los virus de sus listas no permitan que el sistema se bloquee constantemente, al estilo de lo que viene ocurriendo con tanta frecuencia últimamente, hasta el punto de que los usuarios del sistema consideran que ese programa es el que da más problemas, después del titulado “paro” y del que lleva por nombre “crisis económica”. No faltan quienes piensan que ya va siendo hora de que los programas incorporen un apartado llamado “ley antilibelo” que permita que cualquier ciudadano se defienda cuando se vea calumniado, difamado e injuriado ante la pasividad de quienes tendrían la obligación de proteger sus derechos, que, por el momento, son más importantes que la imagen del pepino.
Esto, y algunas cosas más, esperan conseguir los jóvenes que han reseteado el sistema. No importa si al final triunfan o fracasan en sus intentos de volver a empezar. Lo importante no será el final, sino el principio y el proceso seguido. Es posible que no consigan sus objetivos; no importa. Lo significativo es que se ha hecho un experimento apagando y encendiendo. Si vuelve a fallar como antes, pronto nos arrepentiremos por no haber intentado volver al principio y reiniciar con ellos. El programa llamado “15-M” también comienza a ser atacado por los virus, como se puso de manifiesto con las acciones vandálicas en el Parlamento de Cataluña. Los que allí estaban no querían resetear, sino tirar el sistema por la ventana. Eso ya es cosa de ignorantes.
Juan Carlos Rodríguez Ibarra fue presidente de la Junta de Extremadura de 1982 a 2007.
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