Supervivencia infantil: un paso atrás y dos adelante
El II Foro Global contra la Neumonía infantil demuestra que una estrategia adecuadamente dotada permitiría poner fin a las muertes evitables de niños antes de 2030. El Gobierno español tiene la oportunidad de ponerse a la cabeza de este esfuerzo
En el trepidante panorama de la salud global, una de las pocas certezas con las que contamos, desgraciadamente, es que unas víctimas valen más que otras. La emergencia sanitaria y económica provocada por el virus SARS-Cov2 desencadenó en los países más ricos del planeta una respuesta científica, social y política sin precedentes que ha logrado domeñar la pandemia en menos de tres años y devolver a nuestras regiones a una situación de normalidad. Mientras, en medio centenar de países pobres, 700.000 niños y niñas menores de cinco años morirán este año como consecuencia de la neumonía infantil, la principal enfermedad infecciosa responsable de muertes prevenibles en la infancia, y una lacra que podría ser arrinconada con un esfuerzo modesto pero continuado de los países afectados y de la comunidad de donantes.
Son 2.000 muertes diarias, de las que la inmensa mayoría corresponden a bebés menores de un año. Si la emergencia de la covid-19 demostró lo lejos que puede llegar el ser humano cuando la voluntad y los recursos son puestos al servicio del interés común, la desaparición silenciosa y evitable de estos pequeños constituye un fracaso violento que debería abochornar a la comunidad internacional. El segundo Foro Global sobre Neumonía, celebrado en Madrid esta semana, ofrece la oportunidad de hacer algo al respecto.
La de la supervivencia infantil ha sido una historia de éxito hasta hace poco tiempo
Para ser justos, la de la supervivencia infantil ha sido una historia de éxito hasta hace poco tiempo. Hace solo tres décadas, 90 de cada 1.000 niños nacidos vivos morían antes de cumplir los cinco años. Hoy esa cifra es de 38, lo que significa que el número de muertes evitables se ha reducido en más de un millón y medio por año. Los programas de lucha contra la malnutrición y la malaria han jugado un papel esencial en este esfuerzo. Pero la intervención que resultó determinante fue la expansión de los programas de inmunización básica y el acceso a antibióticos y oxígeno médico, las medidas más eficaces contra la neumonía infantil. En el año 2000, esta enfermedad todavía mataba a 1,8 millones de niños y niñas por año.
No fue un proceso casual. Entre 2003 y 2013, la financiación disponible para frenar esta enfermedad y las diarreas que matan a los niños por deshidratación se multiplicó por cinco, hasta alcanzar los 2.800 millones de dólares anuales (unos 2.500 millones de euros). Parte de este dinero fue destinado a apuntalar los sistemas de atención primaria y la capacitación de personal sanitario, dos medidas que han demostrado su importancia una crisis tras otra.
La entrada en vigor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015) expandió la agenda internacional y diluyó parcialmente el interés por las metas más básicas de salud o educación, incluyendo la de la supervivencia infantil. La comunidad internacional perdía fuelle. De acuerdo con los datos presentados en el primer Foro Global de Neumonía (enero de 2020), solo tres de los 30 países más afectados estaban en vías de alcanzar en 2025 los objetivos del Plan de Acción para la Neumonía y la Diarrea (GAPPD, por sus siglas en inglés).
Desde entonces hasta ahora, el panorama ha empeorado de forma alarmante. La pandemia introdujo sobrecargas extraordinarias en la financiación y gestión de los sistemas sanitarios, distorsionando de paso las cadenas de aprovisionamiento farmacéutico. La crisis económica poscovid-19, la inflación provocada por la guerra en Ucrania y la sucesión de shocks climáticos han multiplicado la fragilidad fiscal de los Estados y la vulnerabilidad social y alimentaria de las familias.
La comunidad internacional, liderada por los gobiernos y las sociedades de los países más afectados, debe situar la lucha contra la neumonía infantil entre sus prioridades inmediatas
Para los niños, esto se ha traducido en un deterioro de todos los determinantes de su supervivencia. Unicef calcula que al menos 10 millones de niñas y niños carecen de acceso a los alimentos terapéuticos esenciales para frenar la desnutrición aguda. En materia de inmunización, el salto atrás no tiene precedentes: 67 millones de niñas y niños se quedaron sin vacunar total o parcialmente entre 2019 y 2021, mientras los niveles de cobertura de vacunación disminuían en 112 países.
La respuesta a esta catástrofe colectiva no puede ser el fatalismo. Precisamente por lo que hemos vivido durante los tres últimos años, sabemos que es posible responder a este paso atrás con dos pasos adelante. La comunidad internacional, liderada por los gobiernos y las sociedades de los países más afectados, debe situar la lucha contra la neumonía infantil entre sus prioridades inmediatas. Este es el mensaje que traslada el II Foro Global de Neumonía, donde se dan cita representantes de 14 países de África, Asia y América Latina que concentran el 60% de las muertes por neumonía. Con ellos participan instituciones donantes públicas y privadas, ONG, empresas e instituciones académicas dispuestas a cumplir su responsabilidad. El propósito principal del evento es revisar el estado de la estrategia global contra esta lacra y definir un plan de alto impacto que permita cumplir la meta asumida por la comunidad internacional: poner fin para el año 2030 a todas las muertes prevenibles de menores de cinco años.
La revolución científica desatada por la covid-19 puede dar lugar en los próximos años a nuevas generaciones de vacunas y tratamientos
No se trata de un objetivo inalcanzable. La revolución científica desatada por la covid-19 puede dar lugar en los próximos años a nuevas generaciones de vacunas y tratamientos. Incluso con el conocimiento del que hoy disponemos, es perfectamente posible alcanzar nuestros objetivos si contamos con el músculo político y financiero de los actores adecuados. De acuerdo con los datos que se presentan en el Foro, los 14 países allí presentes podrían desplomar un 80% sus tasas de mortalidad infantil, expandiendo al 90% de los niños las tres pautas de inmunización principales ―neumococo; sarampión; y difteria, tétanos, tosferina―, reduciendo la emaciación por desnutrición y garantizando un tratamiento rápido con oxígeno, antibióticos y alimentos terapéuticos.
España tiene la oportunidad de ponerse a la cabeza de este esfuerzo. El hecho de que nuestro país e instituciones filantrópicas como la Fundación La Caixa hayan sido anfitrión de los dos foros globales de neumonía celebrados hasta ahora demuestra que el Gobierno y la sociedad entienden la responsabilidad histórica a la que hacemos frente. La supervivencia infantil es un territorio privilegiado para poner en práctica el tipo de intervenciones complejas e integradoras que propone la nueva Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global. Para ello es imprescindible sostener el esfuerzo financiero extraordinario realizado durante la pandemia, derivando a la neumonía y otras causas de muerte infantil los recursos destinados hasta ahora a la lucha contra la covid-19 en el Sur global.
Incluso en este tiempo, en el que tan difícil resulta llegar a acuerdos amplios y duraderos, podemos coincidir en una cosa: que la muerte evitable de un niño violenta los principios más básicos de una sociedad global decente. Tenemos la oportunidad de convertirnos en la primera generación de la historia en poner fin a esta lacra, y haremos todo lo humanamente posible para lograrlo. Cualquier otra posición nos convertiría en cómplices de esta tragedia innecesaria.
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