La solución para la malnutrición en Etiopía se encuentra en una granja de pollos
El 21% de la población en el país africano vive por debajo del umbral de la pobreza, y el 34% de los niños sufren retraso en el crecimiento y debilidad crónica debido a una dieta deficiente en proteínas. La empresa Ethiochicken quiere luchar contra la desnutrición en el país a través del consumo de pollo en las comunidades rurales
Parece mentira que, a estas alturas, una simple granja de pollos sea la solución para la malnutrición de un país, pero muchas veces la innovación que realmente importa no son grandes avances tecnológicos, sino ingenio y ganas de aportar una alternativa.
Los fundadores de Ethiochicken no habían visto una gallina en su vida antes de dejar sus fulgurantes carreras en la empresa americana con el objetivo de fundar una empresa social en Etiopía, cualquiera que tuviera impacto. Después de revisar cientos de planes de negocio, descubrieron una granja de pollos con problemas económicos en el norte del país.
La agricultura es la espina dorsal de Etiopía, por ello, el propósito de la empresa era incrementar los ingresos y la salud de los pequeños agricultores del país, proporcionándoles pollos altamente fértiles y resistentes a enfermedades que les generasen huevos y carne para el consumo y para la venta, suministrándolos a través de un modelo de distribución único y escalable.
Se estima que el 21 % de la población etíope vive por debajo del umbral de la pobreza, y el 34% de los niños experimentan retraso en el crecimiento y debilidad crónica como resultado de la desnutrición extrema por una dieta significativamente deficiente en proteínas. Como el pollo y los huevos son las formas más baratas y completas en el África rural de alimentarse, decidieron hacer del consumo de este animal su arma de impacto social. En 2010, cuando empezaron, la media estaba en siete huevos por persona al año. Gracias a la empresa, esta se ha incrementado a más de 80 en las regiones en las que operan.
Incluso con los pollos más eficientes, si no se consigue un modelo de distribución adecuado y un producto que incluya una variedad ya crecida, vacunas, comida y formación, la solución no será viable y el impacto nulo
Como dice David Ellis, uno de sus fundadores, tardaron más de dos años en tener la humildad suficiente para escuchar a la población local y encontrar el producto adecuado y la forma de distribuirlo: pollitos de alto rendimiento de un día (DOC, por sus siglas en inglés), vendidos en un paquete que incluye alimento, vacunas y formación para criarlos, que luego venden vacunados y con 40 días de edad a pequeños agricultores.
La raza de pollos que suministran produce de tres a cuatro veces más que la local y llega a pesar más de dos kilos en tres meses en vez de en un año en el entorno de la aldea, lo que multiplica por tres la productividad de los pequeños agricultores.
Pero, el secreto y motor del negocio es su red de más de 1.000 agentes, que vacunan y alimentan a los pollitos durante 40 días y los venden a las granjas locales. Sin la red de agentes, estos animales no sobrevivían en las granjas y la inversión de los agricultores era inútil. Por otra parte, si los criaban en la empresa hasta los 40 días, no eran capaces de distribuirlos con la capilaridad suficiente en el momento preciso. Los agentes, además, enseñan a los agricultores a mejorar la gestión de estas aves, lo que genera más carne, huevos e ingresos. Una verdadera distribución última milla que llega a más de 500.000 agricultores en las zonas más remotas del planeta.
Gracias a la empresa, la media de huevos por persona al año se ha incrementado a más de 80 en las regiones en las que operan
EthioChicken se ha convertido en líder de la industria vendiendo más de 25 millones de pollos al año. A raíz del éxito, la empresa abrió en 2017 en Ruanda y Uganda, con un crecimiento de más del 100% en ambos países.
No solo más ingresos, también más seguridad alimentaria
El modelo de la empresa no solo aumenta los ingresos de los agricultores —entre cinco y diez pollos, incrementan el ingreso más de un 20% con una inversión muy pequeña— sino que también incrementa la seguridad alimentaria. Solo en la región de Tigray donde trabajan, la desnutrición infantil ha disminuido de 51% a 38% en tres años, así como la capacidad de resiliencia ante las frecuentes sequías. Los ingresos suelen ir dirigidos a las mujeres, que son las que normalmente están en casa y las que cuidan los pollos, lo que repercute en mejoras para la familia y una mayor relevancia de la figura femenina en la sociedad. Además, genera puestos de trabajo, formación e ingresos a toda su red de agentes.
Para 2026, la compañía planifica crear indirectamente más de 30.000 puestos de trabajo, incluidos agentes y embajadores de las aldeas, lo que convierte al 99% de su plantilla en local. Quieren llegar a millones de familias de pequeños agricultores y aumentar sus ingresos a 200 millones de dólares al año. Además, pretenden expandirse a nuevos mercados en África, con el objetivo de mejorar materialmente las vidas de entre cinco y 10 millones de pequeños agricultores. Su visión es que haya un pollo por persona en toda el África subsahariana.
Todo esto sin grandes inversiones o avances tecnológicos. Aunque sin mejores pollos y vacunas esto no podría darse, incluso con los pollos más eficientes, si no se consigue un modelo de distribución adecuado y un producto que incluya una variedad ya crecida, vacunas, comida y formación, la solución no será viable y el impacto nulo.
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