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Derechos mujer
Tribuna
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La crisis de los cuidados: un nuevo punto de agenda de género en América Latina y el Caribe

La transformación social y cultural hacia una sociedad que cuida nos instala en una nueva ética que reconoce por fin una de las contribuciones más importantes que las mujeres han asumido desde el principio de los tiempos

Fanny Méndez, a la derecha, madre de Marlene Beltrán, de 14 años, a la izquierda, y Felipe Beltrán, de cinco, ayuda a sus hijos en casa a hacer un cubo de papel mientras escuchan una lección de una hora transmitida por la radio Bacata Stereo, en mayo de 2020.
Fanny Méndez, a la derecha, madre de Marlene Beltrán, de 14 años, a la izquierda, y Felipe Beltrán, de cinco, ayuda a sus hijos en casa a hacer un cubo de papel mientras escuchan una lección de una hora transmitida por la radio Bacata Stereo, en mayo de 2020.Fernando Vergara (AP)

Desde que la región de América Latina y el Caribe, y el mundo, entraron en una emergencia global sanitaria por la covid-19, la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM) alertó y enfocó su trabajo en el impacto diferenciado que la crisis socioeconómica resultante tendría en las mujeres. De un día para otro, y por las reglas de confinamiento, los hogares se convirtieron en el espacio donde todo ocurría: el cuidado, la educación de los niños, niñas y adolescentes, la atención de las personas con discapacidad y el surgimiento de nuevas necesidades de las personas adultas mayores; todo lo anterior sumado al teletrabajo.

Las cifras ahora muestran que la carga de trabajo en el espacio privado se incrementó para las mujeres, causando que muchas incluso renunciasen a sus trabajos remunerados para poder ocuparse de estas responsabilidades socialmente asignadas y asumidas. Así, la participación laboral de las mujeres se vio fuertemente impactada, a lo que se suma la informalidad que caracteriza su fuerza laboral; impactos que nos llevan a considerar que se trata de una década perdida para las mujeres.

Con esta afectación en la participación igualitaria de las mujeres en la vida pública, se avista un gran retroceso, con la agravante de que la recuperación económica no podrá avanzar efectivamente sin la participación productiva de la población femenina.

El enfoque de género entiende los impactos diferenciados de la covid-19 en la vida de las mujeres y los hombres, y da cuenta de la necesidad de que los nuevos pactos para salir de la crisis no solo contemplen salud y economía, sino también los pactos de género. Derribar las barreras estructurales que limitan el acceso pleno de las mujeres a sus derechos y al empoderamiento económico constituye un reto que debe estar en el centro de la agenda.

Derribar las barreras estructurales que limitan el acceso pleno de las mujeres a sus derechos y al empoderamiento económico constituye un reto que debe estar en el centro de la agenda

Desde la CIM denominamos a esta situación la “emergencia global de los cuidados”, colocando estos como un punto estructural y un requisito para la transición a la nueva realidad que requiere de un crecimiento económico sostenible. Los cuidados deben dejar de ser individuales y exclusivos de la vida familiar, para pasar a ser colectivos y así posicionarlos en el ámbito público.

Resulta imperante avanzar hacia una sociedad que cuida y que sitúa los cuidados como bien público fundamental donde todos los actores son corresponsables.

Si bien existen avances en la concepción de los cuidados, la promoción de la transformación social y cultural hacia una sociedad que cuida nos instala en una nueva ética que reconoce por fin una de las contribuciones más importantes que las mujeres han asumido desde el principio de los tiempos como es el cuidado de las personas, indispensable para la vida. Con esto, resulta esencial instalar este debate en todos los niveles políticos de toma de decisión y en el diseño e implementación de políticas públicas, para posicionar esta discusión de la distribución equitativa de responsabilidades del cuidado y avanzar a pactos de cuidados.

Es en esta línea, desde la CIM, con el apoyo del Programa EUROsocial+, impulsamos, coordinamos e implementamos el diseño de la Ley Modelo Interamericana de Cuidados, un instrumento jurídico para los Estados que reconoce, valora, redistribuye y genera nuevas formas de atención de esta tarea, así como el trabajo doméstico no remunerado, reconociendo la contribución histórica de las mujeres en esta materia.

Nuestra Ley Modelo recoge elementos clave de instrumentos internacionales y se basa en los más altos estándares existentes en materia de derechos, no discriminación e igualdad entre hombres y mujeres, buscando el fortalecimiento del marco jurídico interamericano, uno que cree las condiciones necesarias para que las mujeres puedan participar y permanecer en el mercado laboral en igualdad de condiciones, al disminuir la carga de trabajo no remunerado desproporcionada que las limita.

Somos conscientes que un instrumento legal es un primer paso de muchos que esperamos que sigan. Frente a las muchas incertidumbres que enfrenta la agenda de género en la región, resulta imperativo el involucramiento de una multiplicidad de socios: los hombres, sociedad civil, sector privado, sindicatos, entre otros, en el marco de una agenda marco de igualdad y de empoderamiento económico de las mujeres. Esto, impulsado por la multilateralidad, los mecanismos de adelanto de los derechos de las mujeres existentes en cada país de la región y con los liderazgos de sororidad que históricamente han acompañado esta lucha.

Frente a este panorama, desde la CIM junto a los mecanismos nacionales de las mujeres de la región, hemos posicionado la recuperación poscovid, entre otros temas, como prioritario para la 39 Asamblea de Delegadas, un espacio estratégico para avanzar en la agenda de las mujeres de América que celebra cada tres años.

El 25 y 26 de mayo de 2022 en Panamá, pudimos avanzar colectivamente en nuestra hoja de ruta con acciones concretas frente a desafíos claros, donde las necesidades diferenciadas de las mujeres y niñas estén en centro. La pandemia nos deja con estragos e incertidumbres, pero también oportunidades y lecciones aprendidas. La más contundente para el desarrollo sostenible de nuestra región es: nunca más sin nosotras.

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