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Mujeres valientes de Benín que bailan contra la violencia machista

La coordinadora del Comité de Políticas Sociales de una ONG beninesa explica cómo un grupo de mujeres de Nikki, una pequeña comunidad del sureste del país africano, enfrentan la violencia de género y reivindican su derecho a una vida en paz

Un grupo de mujeres de Nikki, Benín, que salieron a manifestarte el pasado 25 de noviembre.
Un grupo de mujeres de Nikki, Benín, que salieron a manifestarte el pasado 25 de noviembre.BEATRIZ VÁZQUEZ DE MIGUEL
Beatriz Vázquez de Miguel
Nikki (Benín) -

Esta noche, mientras compartimos una cerveza “Benínoise” y un refresco “yuki”, Adisa me cuenta cómo es su día a día. Se despierta a las cuatro de la mañana para preparar la comida que va a vender en la carretera, para que compren los niños que van a la escuela, hasta las 10, cuando se va a trabajar al campo a recoger soja hasta que caiga el sol.

Cada día, cientos de mujeres como mi amiga Adisa se levantan temprano antes de que las mezquitas inunden con sus cantos la oscuridad de la madrugada en la ciudad de Nikki. Pero el 25 de noviembre es una jornada especial para un pequeño grupo de mujeres en esta ciudad al norte de Benín. Se llaman Soukiana, que en lengua baatonou quiere decir “amémonos”. Son un grupo de 30 que forman parte del proyecto de microcréditos para mujeres en Nikki, de la ONG OAN International, y que desde hace cinco años celebran el día internacional contra la violencia hacia las mujeres.

A las ocho de la mañana ya están listas en la Maison de la Gaaní, un emblemático edificio de la ciudad donde cada año se celebra la gran fiesta del pueblo baatonou. Entramos en el recinto y las mujeres me saludan: “Akunando”. A lo que respondo: “Alafia”. Y entre risas me enseñan las camisetas que llevan para la ocasión con una mano roja pintada y la palabra stop. La jornada empieza con un pequeño discurso de dos de las mujeres y después la caravana se organiza para salir a recorrer la ciudad. Al grupo de Soukiana se han unido las alumnas de un centro de formación profesional cercano y todas empiezan a caminar y bailar al ritmo de los músicos que las acompañan, con la pancarta que abre la marcha, en la que se puede leer: “Seme édition de la Journée international de la élimination de la violence à l’égard des femmes(segunda edición del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer).

Soukiana, que en lengua baatonou significa “amémonos”, son 30 mujeres que forman parte del proyecto de microcréditos para mujeres, a las que se les ha unido en la marcha las alumnas de un centro de formación profesional cercano

Sigo la marcha desde fuera, grabando cómo bailan y cantan las mujeres, mientras la gente por la calle las mira con extrañeza, incluso hay algún coche que pasa pitando e insultándolas. Nuestros compañeros de la ONG OAN en Nikki avisaron a la policía para que viniera a proteger a las manifestantes. Pero los agentes no acuden a su cita, por lo que salen solas a marchar, en un entorno donde su reivindicación es un verdadero acto de valentía. El año pasado, una de las participantes fue expulsada de su casa por su marido después de la manifestación. Esta vez apenas son 40, sin embargo, representan el sentir de miles de ellas, que no pueden alzar su voz, pero que las miran en la distancia, desde sus puestos del mercado, entornando una sonrisa.

La policía, avisada de la manifestación, no acude a su cita, y las mujeres salen solas a marchar, en un entorno donde su reivindicación es un verdadero acto de valentía

El día anterior, cuando estábamos haciendo los preparativos de la jornada, vi que Amina, la formadora del grupo Soukiana, tenía una gran quemadura en el brazo, y le pregunté cómo se la había hecho. Me contó que el marido de Awau, una de las mujeres del grupo, había venido borracho, a plena luz del día, para pegar a su mujer, y ella se interpuso e intentando proteger a su amiga recibió un golpe con una madera ardiendo. Le pregunto qué se puede hacer ante esta violencia, a lo que me responde que lo único que podría hacer la mujer es huir, pero que no lo hará nunca. “¿No se puede denunciar?”, pregunto con ingenuidad.

Una de las participantes de la marcha, con la camiseta con una mano roja pintada y la palabra “stop".
Una de las participantes de la marcha, con la camiseta con una mano roja pintada y la palabra “stop".

Como abogada que soy, lo primero que pienso es en la protección legal, y efectivamente la ley en Benín protege a las mujeres y condena a los agresores. Sin embargo, la normativa está muy lejos de la realidad social. Una mujer que denuncia a su marido tendrá que hacer frente a la presión de su familia y su comunidad, y si se separa de él, el esposo podrá reclamar quedarse con los hijos, ya que por tradición pertenecen a la familia del hombre. La estigmatización social, el miedo a perder a sus hijos y, sobre todo, la falta de autonomía económica, hacen que muchas como Awau no denuncien ni tomen medidas ante la violencia que sufren.

Cuando veo a las mujeres bailando al ritmo de los tambores bajo el lema “fin de la violencia hacia las mujeres”, pienso en el poder del baile para transformar el dolor en lucha, la frustración en arte, y la pena en alegría. Y pienso también en Awau, que este día no nos acompaña por miedo, y en la valentía de las mujeres que salen a la calle para expresar su dignidad, aquí y en todo el mundo.

La estigmatización social, el miedo a perder a sus hijos y, sobre todo, la falta de autonomía económica, hacen que muchas mujeres como Awau no denuncien

Las Naciones Unidas convocaron 16 días de activismo después del 25 de noviembre. Pero para muchas mujeres el activismo es un ejercicio diario que se expresa en su trabajo, en el hecho de ganar su dinero día a día para intentar ser independientes. Mujeres valientes, como Lamatou, que contra la voluntad de su marido y a pesar de las consecuencias, empezó a trabajar, como lo narra en el documental Son Yara.

Por todo ello, desde OAN International, centramos nuestros esfuerzos en promover la autonomía económica de las mujeres, tanto a través del proyecto microcréditos para mujeres en Nikki, como mediante Nikarit, una marca de cosmética social con la que apoyamos a productoras de manteca de karité para que puedan vender su producción en España.

La jornada termina con la proyección de un vídeo didáctico, realizado en 2017 por el grupo de teatro de jóvenes de la comunidad, que tiene como objetivo dar a conocer los servicios que el Centro de Promoción Social de Nikki pone al servicio de las mujeres que sufren violencia. Finalmente, se abre el debate y muchas asistentes se levantan, expresan sus preocupaciones y exponen sus ideas. De fondo se escucha una canción en lengua baatonou que dice: “Mujeres de Nikki, levantémonos contra esta injusticia”.

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