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“Mi hijo tuvo que tomar las armas para mantenernos”: la pobreza empuja a menores en Siria a alistarse

Miles de niños y adolescentes han sido reclutados durante los 13 años que dura ya la guerra en Siria. Las consecuencias van desde las físicas y psicológicas a la dificultad de reintegrarse después en la vida civil

Menores Siria
Dos niños sirios jugaban con armas de juguete en un campo de desplazados en Siria, el 14 de octubre.Alaa Al Abrash

Ali al Saloum, de 16 años, vivía en un campamento de desplazados a las afueras de Sarmada, en la provincia siria de Idlib. Pero un día dejó la escuela y se unió a la organización yihadista Hayat Tahrir al Sham, que controla esa provincia, en el noroeste del país. Su madre, Salwa al Saloum, lo explica: “Después de que mi marido muriera por una herida de metralla causada por un proyectil del Gobierno sirio, mi hijo tuvo que buscar trabajo para mantenernos a mí y a sus cuatro hermanos. Pero no lo encontró, así que tuvo que tomar las armas y unirse a un grupo armado”.

Ali es uno de los miles de menores que han sido reclutados por alguno de los actores de la guerra en Siria, un conflicto entre las fuerzas del régimen y las facciones de la oposición que ya dura más de 13 años. Durante este tiempo, los niños y adolescentes no solo han sido víctimas directas —más de 30.000 han muerto, según ha documentado la Red Siria de Derechos Humanos (SNHR, por sus siglas en inglés)—, sino que han soportado una explotación que se manifiesta de diversas formas, entre las que destacan el reclutamiento y despliegue continuados de menores en las líneas del frente, sin tener en cuenta su mayor fragilidad tanto física como mental. El último informe de la ONU sobre niños y conflictos armados, publicado en junio, afirma que Naciones Unidas verificó que un total de 1.073 niños (1.059 varones y 14 niñas) habían sido reclutados y utilizados por las distintas facciones armadas sirias en 2023. El año anterior, había documentado el reclutamiento de 1.696 menores (1.593 niños y 103 niñas).

La madre de Ali cuenta que ha notado un cambio en la forma de pensar y en las creencias de su hijo después de que se uniera a Hayat Tahrir al Sham, hasta el punto de volverse violento, hablando a menudo de su deseo de vengarse de su padre, pegando a sus hermanos pequeños y mostrando rebeldía. Pero escapar al reclutamiento es difícil porque, según la mujer, estos grupos armados de oposición hacen constantes llamamientos para incitar a jóvenes y niños a luchar, ofreciéndoles dinero, promesas de entrar en el paraíso y otros incentivos como cestas de alimentos, que muchos menores aceptan por la grave situación económica que viven.

Según un informe publicado por Unicef en marzo, unos 7,5 millones de niños en Siria necesitaban ayuda humanitaria, más que en cualquier otro momento del conflicto. Los repetidos ciclos de violencia, desplazamientos, una crisis económica devastadora, graves privaciones, brotes de enfermedades y los devastadores terremotos del año pasado han dejado a cientos de miles de niños vulnerables a consecuencias físicas, psicológicas y sociales a largo plazo.

“El Gobierno sirio, los grupos de la oposición y las Fuerzas Democráticas Sirias han empujado a los niños a las líneas de batalla, asignándoles diversas tareas, como labores de vigilancia, participación en operaciones militares y misiones de seguridad, exponiéndolos a un futuro incierto y abocándolos a la ignorancia y el analfabetismo”, explica la activista de derechos humanos Lina al Khatib (33 años), de la ciudad de Idlib. Al Khatib explica que “el reclutamiento de menores es una grave violación de los derechos del niño, ya que abre la puerta a una serie de otras graves violaciones como el asesinato, la agresión sexual, la violencia a la que se somete al niño durante el reclutamiento y la utilización en las guerras”.

Mi hijo de 15 años se unió a los grupos armados de la oposición para ayudarnos con su salario mensual a comprar pan y lo básico para vivir
Mahmoud al Razouq, desplazado sirio de 52 años

Mahmoud al Razouq, de 52 años, desplazado desde Saraqeb a la ciudad de Atarib, en el campo occidental de Alepo, comparte una historia similar. Su hijo de 15 años se unió a la oposición armada sin su consentimiento, y no le permitieron entrar en el campo de entrenamiento para recuperarlo. “Mi hijo fue a visitar a un amigo, pero no volvió”, explica. “Entonces me enteré de que se había unido a los grupos armados de la oposición para ayudarnos con su salario mensual a comprar pan y lo básico para vivir”. Al Razouq reconoce que necesita este sueldo debido al alto coste de la vida y a las escasas oportunidades de trabajo, aunque no desea arriesgar la vida de su hijo por dinero.

“La mayoría de las familias cuyos hijos se han unido a los campos de entrenamiento viven como yo, en circunstancias difíciles, ya que no podemos recuperar a nuestros hijos de los campos, pues los responsables de seguridad impiden que nadie se acerque a ellos antes de que termine el curso de formación”, añade Al Razouq. Después tampoco pudo convencerlo de que dejara de llevar armas, ya que fue trasladado con sus compañeros a campos desconocidos donde fueron aislados y se les impidió la comunicación con el exterior, según el testimonio de este padre.

Al margen de la vida

Los niños soldados no se libran de las consecuencias de los combates. Muchos han muerto, mientras que los que han sobrevivido han regresado con discapacidades o impedimentos físicos y traumas psicológicos. Es el caso de Amar al Darbas, un joven de 15 años de Azaz, en la campiña septentrional de Alepo, que luchaba junto al Ejército Nacional de Siria —una alianza de facciones rebeldes e islamistas—, apoyado por Turquía. Perdió las dos piernas en uno de los frentes de batalla.

“Estaba de guardia con mis compañeros en uno de los frentes de batalla en la campiña de Alepo”, recuerda. “Un proyectil disparado por las fuerzas gubernamentales sirias cayó cerca de nosotros, matando a un compañero y amputándome las piernas. Desde ese día, dependo de una silla de ruedas para moverme”. Según el chico, ahora vive al margen de la vida y necesita ayuda en todos los aspectos, ya que la discapacidad le ha privado de llevar una existencia normal.

Un proyectil disparado por las fuerzas gubernamentales cayó cerca de nosotros, matando a un compañero y amputándome las piernas. Desde ese día, dependo de una silla de ruedas para moverme
Amar al Darbas, 15 años

La psicológa Nour al Barakat, de 32 años y originaria de Idlib, insiste en los peligros del reclutamiento de menores: “Los niños en Siria, debido a sus circunstancias y a su corta edad, son más vulnerables a la explotación, definida como cualquier forma de beneficio a costa de sus derechos básicos. Una de las principales formas de explotación es su reclutamiento en conflictos armados”. La experta confirma que el deterioro de las condiciones económicas en medio de la guerra es una de las principales razones del reclutamiento de niños y destaca los cambios que sufren los menores en su comportamiento, que afectan a sus perspectivas de futuro y a sus interacciones con la familia y la comunidad local. La facción que recluta inculca su ideología y anima a los niños a adoptar papeles inapropiados para su edad. “La reintegración en la vida civil normal les resulta difícil después”, señala Al Barakat, porque estos menores pueden tener dificultades para reintegrarse socialmente y encontrar oportunidades de trabajo.

“Todas las partes en conflicto, incluidos gobiernos, facciones y milicias, están obligadas a proteger a los niños del conflicto, crear un entorno seguro y protector para ellos y poner fin a las violaciones que se cometen contra ellos”, reclama Al Khatib, que insta a la comunidad internacional a poner fin a este fenómeno que explota de forma “inhumana” a los niños.

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