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La “biblioteca de la casa amarilla”, un proyecto local para que los niños de una ciudad del sur de Nigeria vuelvan a la escuela

Según Unicef, solo el 61% de los niños de 6 a 11 años reciben regularmente educación primaria en esta región, debido, sobre todo, a la falta de recursos de las familias. Babawale Babafemi combate el abandono escolar fomentando hábitos de lectura

Biblioteca Nigeria
Babawale Babafemi (centro), con varios de los niños que acuden a la biblioteca que él mismo ha creado, en la ciudad de Yenagoa (Nigeria), en febrero de 2024, en una imagen cedida por el comerciante y fundador de la institución.

En el nuevo mercado de Kpansia, en Yenagoa, capital del Estado de Bayelsa, en el sur de Nigeria, es difícil no fijarse en los muchos niños sin escolarizar que, desde el alba hasta el atardecer, reman sobre una canoa en busca de peces, dan vueltas, a menudo descalzos, entre los puestos de los comerciantes o juegan con neumáticos viejos.

Babawale Babafemi, un comerciante de 27 años, también se fijó en ellos en 2021, cuando se trasladó de Lagos a Yenagoa. “Son muy fáciles de identificar. Los veo todos los días de lunes a viernes. No van a la escuela”, afirma a este diario.

Y rápidamente se le ocurrió crear un grupo de lectura. “Les convenzo para que me lleven a ver a sus familias. Cuando pregunto a los padres o parientes por qué los niños no van a la escuela, me responden que no hay dinero, así que les pido permiso para que sus hijos vengan a mi club de lectura los fines de semana”, cuenta Babafemi.

Construyó una biblioteca de madera cubierta por una lona impermeable amarilla y la llenó con un surtido de libros para niños y adultos que heredó cuando falleció su padre y otros donados por la gente. La bautizó con el nombre de “Biblioteca de la Casa Amarilla”.

Cada fin de semana, utilizando fondos personales y el dinero que consigue recaudar en las redes sociales, Babafemi paga el billete de transporte de algunos de los niños y les invita a refrescos para animarlos a asistir al club literario. Para crear un hábito de lectura, también presta a los niños libros para que se los lleven a casa y los comenten la semana siguiente. “Mi padre fue director de una escuela. Era un hombre al que le encantaba leer. Cuando murió, heredé sus libros”, cuenta Babafemi.

Según Unicef, aunque la enseñanza primaria es oficialmente gratuita y obligatoria, unos 10,5 millones de niños del país de entre 5 y 14 años no están escolarizados. Solo el 61% de los niños de 6 a 11 años asisten regularmente a la escuela primaria y únicamente el 35,6% de los niños de 36 a 59 meses reciben educación preescolar. En el norte del país, el panorama es aún más sombrío, con una tasa neta de asistencia del 53%. “Reincorporar a la educación a los niños no escolarizados plantea un enorme desafío”, afirma este organismo de la ONU.

“Cuando estaba en sexto de primaria, en el año 2020, dejé de ir a la escuela. No estaba contento con la situación, pero tuve que hacerlo porque mis padres no podían pagarme los estudios”, cuenta Marvelous Akumogbia, de 12 años, uno de los niños que vagaba por el mercado. Sus padres son pescadores y no podían permitirse los 4,4 dólares (3,96 euros) que costaban las tasas escolares y otros gastos en su anterior escuela, por lo que le pidieron que abandonara los estudios y fuera con ellos a pescar, a pesar del interés del niño por aprender.

En marzo de este año, el mapa de todos los Estados nigerianos publicado por el medio digital The Cable indicaba que el 7,4% de los niños entre 6 y 15 años estaba sin escolarizar en Bayelsa.

Cuando pregunto a los padres o parientes por qué los niños no van a la escuela, me responden que no hay dinero para enviarlos
Babawale Babafemi, creador de la biblioteca

Volver a la escuela

Hace poco, el fundador de la biblioteca y tres personas voluntarias que trabajan con él dieron un paso más allá y decidieron preparar a los niños para el examen de ingreso o reingreso en la escuela. Akumogbia, que frecuentó la biblioteca durante meses, ha podido volver a matricularse en el colegio tras obtener excelentes resultados en los exámenes.

La historia de Rejoice Ekiza, de 10 años, es similar a la de Akumogbia. “Soy miembro de la biblioteca. Me apunté hace un año, y lo que me han enseñado allí me ha ayudado en el examen de ingreso”, dice el chico, feliz tras haber obtenido 30 sobre 40 puntos en esta prueba de acceso. Ekiza había dejado de asistir a la escuela en 2021 porque su familia no podía pagar los 2,5 dólares (2,25 euros) de la matrícula.

Varios niños en el interior de la biblioteca de Yenagoa, en una imagen cedida por la organización.
Varios niños en el interior de la biblioteca de Yenagoa, en una imagen cedida por la organización.

Desde 2021, más de 200 niños de la ciudad han asistido a la biblioteca y 40 han podido matricularse de nuevo en la escuela gracias al apoyo financiero de donantes y a su esfuerzo personal.

“En el África subsahariana, los gobiernos deberían evaluar las necesidades de provisiones escolares e intervenir para financiarlas. Además, también pueden tornar obligatoria la enseñanza básica y en caso contrario, contemplar la posibilidad de demandar a los padres”, sugiere Charles Oyibo, de la Universidad del Delta del Níger, en el Estado de Bayelsa,

Cada fin de semana, Babafemi se encarga de la clase de Inglés, mientras que uno de los tres voluntarios enseña Matemáticas y los otros dos se consagran a la caligrafía y a la lectura. “Al principio, no observaba ninguna mejora en los niños. Habían dejado la escuela durante mucho tiempo y aprender les resultaba extraño. Hubo que esperar meses”, comenta.

Al principio, no observaba ninguna mejora en los niños. Habían dejado la escuela durante mucho tiempo y aprender les resultaba extraño. Hubo que esperar meses.
Babawale Babafemi, creador de la biblioteca

Ante la precariedad de medios, Babafemi cuenta que los niños le sugirieron la idea de vender agua en bolsas para ayudarle a financiar el proyecto, pero él se negó. “Ellos han hecho ya todo tipo de trabajos para mantenerse a flote. Conozco, por ejemplo, a algunos adolescentes del mercado que muelen pimienta o transportan carga a cambio de un estipendio”, explica.

La biblioteca también se ve afectada por las fuertes lluvias, que han destruido muchos libros. “Nuestro gran desafío es encontrar la manera de financiarnos. Por ahora, no hemos podido reponer los libros que hemos perdido por culpa de las inundaciones y mucho menos ampliar nuestra biblioteca para acoger a más niños y hacer que vuelvan a matricularse en la escuela”, concluye Babafemi.

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