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El rumor de un intento de matrimonio que llevó a dos mujeres futbolistas a la cárcel

Las jóvenes se enfrentan a dos años de prisión en Comoras por cometer un “acto contra natura”. Las relaciones homosexuales están prohibidas en el archipiélago del Índico, donde el islam es religión de Estado

Concentración de mujeres en un salón de actos de Moroni (capital de Comoras)
Concentración de mujeres en un salón de actos de Moroni (capital de Comoras) el día 14, en contra de las jóvenes detenidas acusadas de mantener una relación.ABDOU MOUSTOIFA

Un rumor en una sociedad conservadora como la de Comoras, difundido tras el escándalo por la noticia real de un matrimonio lésbico celebrado en una isla vecina, ha acabado con dos de sus ciudadanas en la cárcel. Las jóvenes, de 19 y 25 años, y jugadoras aficionadas de fútbol en un país islámico y muy tradicional, fueron detenidas el día 4 después de que un hombre las acusara de haber intentado casarse ante un cadí, un magistrado religioso, hecho que este mismo ha desmentido. Ambas siguen en prisión provisional, no han encontrado a un abogado que las defienda y se enfrentan a una posible condena de dos años de cárcel por mantener una relación “contra natura”.

La boda que sí se celebró y que desató el rumor tuvo lugar el 25 de mayo en la isla de Mayotte, territorio de ultramar francés reclamado por Comoras y con la que los habitantes mantienen lazos familiares y culturales. Ese día, una comorana residente en Mayotte desde niña se casó por lo civil con otra mujer, de acuerdo a las leyes francesas. Esta noticia, publicada en las redes sociales y medios locales, desencadenó una tormenta en el vecino país del Índico, donde la homosexualidad es tabú y no está tolerada culturalmente. De hecho, Comoras, un archipiélago de tres islas situado enfrente de Mozambique, aprobó una ley que castiga las relaciones entre personas del mismo sexo en 1981, seis años después de lograr la independencia de Francia.

“Todo empezó a raíz de una discusión que tuvo lugar en una plaza pública. Hablábamos del matrimonio de la comorana celebrado en Mayotte. Fue en ese momento cuando un hombre mencionó los nombres de dos chicas jóvenes, acusándolas de querer casarse”, declaró una fuente del pueblo de 6.500 habitantes donde viven. Esta versión fue corroborada por otra fuente judicial de alto rango. La acusación dio pie a una investigación policial y a la detención, en un lugar en la que todos se conocen, y cuyo nombre se omite para proteger la identidad de las jóvenes, que juegan en el equipo de fútbol local. Se trata de un pueblo situado cerca de la capital y en el que se imparten estudios religiosos.

Las detenidas vivían juntas, reconoce un familiar de una de ellas. “Pero últimamente, las informaciones sugerían que en realidad compartían una vida amorosa. Es en ese momento cuando intentamos separarlas, con dificultad”, afirma. La tía de una de ellas asegura que nadie en ninguna de las dos familias había advertido anteriormente el menor rastro de una relación sentimental.

En Comoras, un archipiélago africano de 870.000 habitantes en el que el islam es religión de Estado, muchos de los miembros de la comunidad LGTB+ viven ocultos —sobre todo las lesbianas, hacia las que hay menor tolerancia—, subraya Anloui Said Mohamed, presidente de la ONG Afriyan, que proporciona kits de protección a personas no heterosexuales y seropositivas. Comoras es uno de los 31 Estados africanos que penaliza las relaciones del mismo sexo, en un momento de retroceso de los derechos de libertad sexual, con países como Uganda, que incluso contempla la pena de muerte y la cadena perpetua para los infractores.

Muchos miembros de la comunidad LGTB+ viven ocultos, sobre todo las lesbianas, hacia las que hay menos tolerancia
Anloui Said Mohamed, presidente de la ONG Afriyan

Una semana antes de la detención de las chicas, explica la tía, “los vecinos del pueblo amenazaron con tomar medidas sociales contra las dos familias si la relación era cierta”, en referencia a prácticas que van desde el ostracismo —la exclusión de ceremonias culturales— durante un periodo, acompañado de una multa económica, hasta el destierro. Son medidas habituales en Comoras por cometer transgresiones o por realizar actos que, se entiende, mancillan la imagen de la localidad.

Después de cuatro días bajo custodia policial, las jóvenes comparecieron ante el tribunal de la capital, Moroni, el día 8. Tras ser presentadas ante el juez, el fiscal, Ali Mohamed Djounaid, confirmó a través de un comunicado de prensa que ingresarían en prisión preventiva en la principal cárcel del país, situada en Gran Comora, una de las tres islas que lo forman, y en la que se encuentra la capital. Según el auto del juez consultado por este diario, la acusación es: “Acto de naturaleza sexual contrario a las buenas costumbres y contra natura”.

El fiscal añadió que, contrariamente a lo que circula, las dos detenidas nunca se presentaron ante un religioso para casarse. En el islam, para unirse religiosamente hay que presentarse ante un cadí, un magistrado cuya misión es juzgar asuntos religiosos como matrimonios, herencias, entre otros. La gendarmería acudió al cadí del pueblo de las jóvenes, según relata un familiar, y este negó haberlas recibido. Para justificar la acusación, el fiscal declaró que había elementos que demostraban que existía una relación romántica entre ambas desde hacía dos años.

Los vecinos del pueblo amenazaron con tomar medidas sociales contra las dos familias si la relación era cierta
Una tía de las detenidas

Si son condenadas, las jóvenes se enfrentan a dos años de cárcel con una multa de 600 euros, según el artículo 300 del Código Penal. La abogada franco-comorana Maliza Said Soilihi explica que esta noción de acto contrario a la moral no está explícitamente definida en la legislación y puede, por tanto, ser objeto de diferentes interpretaciones. Pero 18 días después de su detención, las jóvenes no han visto aún a un abogado, ya que las familias no han conseguido uno, dado lo sensible del caso y su escasa capacidad económica, y en el país no existe la figura del defensor de oficio. “Estamos trabajando en ello. Solo un primo les envía comida en la cárcel. Pero nadie se ha reunido con ellas”, dice un tío de la familia. La asociación feminista comoriense Bora ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo para sufragar la defensa legal de las jóvenes.

“Conozco a muchos homosexuales, personas trans y lesbianas. Pero al estar en un país musulmán, se esconden por miedo a los juicios de la sociedad. Personalmente, nunca me han insultado, mi familia sabe quién soy”, asegura Hasan (nombre ficticio), un joven gay de 28 años de Comoras. Sin embargo, no todos pueden decir lo mismo. Desde que estalló este caso, han aparecido mensajes de odio en las redes sociales. Y en una reciente declaración, el Gran Muftí de la República (máxima autoridad religiosa del país), Aboubacar Said Abdillahi Djamalilaili, se felicitó por el encarcelamiento de las jóvenes: “Espero que esto sirva de lección y disuada a otros de querer realizar tales prácticas”.

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