“No soy peor científica porque sea africana y mujer”: investigadoras reclaman en Madrid más oportunidades y visibilidad
Un documental realizado por la Fundación Mujeres Por África recoge testimonios de beneficiarias de un programa de becas en España durante la última década, con el fin de impulsar sus carreras y su liderazgo
“Mi marido y yo trabajamos en la misma universidad, pero él ya ha logrado ser profesor titular. Cuando llegamos a casa, yo tengo que ocuparme de todo: la limpieza, los niños, la cena, lavar platos y la ropa..., Él ve la televisión, come y se va a la cama”. “Si volviera a nacer de nuevo me gustaría ser hombre, porque en África, ser mujer y dedicarse a la ciencia es un reto demasiado complicado”. “Algunos hombres no me escuchan porque me ven mujer y demasiado joven. Pero no soy peor científica porque sea africana y mujer”. “Me gustaría que todas las niñas del mundo pudieran un día estudiar lo que deseen, independientemente de su sexo y su raza”. Así suenan las voces de varias científicas africanas en el documental La ciencia de las mujeres de África, un proyecto de la Fundación Mujeres Por África, que fue estrenado el jueves en Madrid.
La película, dirigida por Begoña Piña y Pedro Mambrú, enlaza testimonios de mujeres de diversos países para describir su proyecto Science by Women/Ellas investigan, que desde hace nueve años quiere impulsar las carreras de científicas africanas y visibilizar sus logros y para ello les ofrece estancias de seis meses en centros de investigación españoles.
“Empezamos con este proyecto hace 10 años. El primer año logramos cuatro becas y el apoyo de cuatro centros. Había mucho escepticismo sobre el valor de las científicas africanas. Diez años más tarde, 160 mujeres brillantes y comprometidas han pasado por este programa”, se felicitó María Teresa Fernández de la Vega, presidenta de Mujeres Por África, en el estreno del documental, al que asistió la reina Letizia, presidenta de honor de la Fundación.
La exvicepresidenta socialista, que fundó esta entidad privada sin ánimo de lucro en 2012, destacó que hoy hay 32 centros de investigación españoles que acogen a estas científicas. “Y cada año hay más universidades o institutos que llaman a nuestras puertas porque estas mujeres están construyendo modernidad y progreso con una mirada ética y sostenible para dejar un legado a las generaciones futuras”, agregó.
Soluciones concretas
Las dificultades que describen estas científicas en el documental podrían muy probablemente aplicarse a cualquier otro gremio y a otros países fuera de África, pero en este continente la falta de oportunidades, de visibilidad, de financiación y de reconocimiento del liderazgo de las mujeres que investigan es especialmente flagrante, coincidieron las investigadoras presentes.
Sus líneas de investigación son muy aplicadas, muy prácticas y muy centradas en buscar soluciones concretas a problemas que les tocan muy de cerca: El tratamiento de la malaria durante el embarazo y los primeros años de vida, el impacto del cambio climático en una comunidad rural concreta, la creación de un filtro para limpiar aguas de riego, la concepción de un hormigón sostenible o el control de los parásitos que provocan diarreas mortales en niños.
“No sé si es una particularidad africana, pero a veces me ha tocado participar en congresos fuera de mi país en los que se habla de moléculas, de masa... Y yo me digo ¿Cómo va a ayudar esto al ser humano?,” se preguntó en una entrevista con este diario Joy Ifunanya Odimegwu, nigeriana y profesora en el Departamento de Farmacognosia de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Lagos.
Esta científica de 49 años lleva desde marzo en la Universidad de Castilla la Mancha, en Ciudad Real. Su proyecto es la nanotecnología para perfeccionar fórmulas de fármacos naturales especialmente destinados al cáncer y a paliar el dolor. Para su investigación usa extractos de plantas que trajo de su país.
Ellos “van más rápido en sus carreras”
Odimegwu, autora de varios libros para el público general sobre salud, alimentación u hormonas, explica sus retos científicos tan llanamente como la discriminación que sufre al intentar alcanzarlos. “Por ejemplo, mientras investigo en España, me han olvidado en las promociones de mi universidad. Quien ha tomado la decisión es un hombre y además de otra etnia, que en Nigeria es muy importante”, cita.
“Pero creo que en mi país, al menos en Lagos, la capital, las cosas están mejorando algo para las mujeres científicas. En mi universidad, la rectora es mujer y la decana de mi facultad es mujer”, dice esta científica, que asegura que el hecho de estar soltera y no tener hijos le ha ayudado a avanzar en sus investigaciones.
A su lado, Birtukan Atinkut Asmare asiente. Esta etíope de 39 años, tiene cuatro hijos y un marido que han venido con ella a Bilbao para pasar juntos los seis meses que dura su beca. Amhara, su región en Etiopía, es escenario de un conflicto desde hace un año, la escuela de sus hijos cerró y no quiso dejarlos durante su estadía en España. “Creo que mi marido habría hecho lo mismo”, sonríe. “Pero yo he tenido muchas más dificultades que él, porque las normas sociales les libran de todas las tareas del hogar y van más rápido en sus carreras y proyectos. Tienen más tiempo, participan en más congresos, solicitan más becas y el sistema también favorece que se las concedan a ellos”, considera.
Tienen más tiempo, participan en más congresos, solicitan más becas y el sistema también favorece que se las concedan a ellos”Birtukan Atinkut Asmare, científica
Asmare hizo su doctorado en Austria y es profesora en el Instituto de Gestión del Riesgo de Desastres y Estudios de Seguridad Alimentaria de la Universidad de Bahir Dar, capital del Estado de Amhara. Su investigación en el Basque Centre for Climate Change de Bilbao se centra en la vulnerabilidad al cambio climático y la forma en que entre los hogares rurales de la zona en la que vive pueden adaptarse a él.
“En Amhara, la agricultura depende de las lluvias y ahora son muy erráticas. Hay sequías e inundaciones, nuevas enfermedades e insectos... La gente no está informada de las opciones que tiene para hacer frente a estos estragos del clima. Ese es mi proyecto y también tiene un enfoque de género, porque las mujeres se ven afectadas y pueden adaptarse de manera diferente a esta emergencia climática”, explica a este diario.
Las frustraciones de Asmare y Odimegwu coinciden con las de la mayoría de mujeres científicas de diversos países que estuvieron presentes en el estreno de este documental: La falta de fondos, la escasez de medios materiales en comparación con los países del Norte o la desconfianza de los gobiernos locales hacia los científicos del país. “En la pandemia, por ejemplo, nuestro Gobierno no confió en algunos remedios que se estaban desarrollando con plantas y que podían ayudar a sanar algunas patologías. Prefirieron importar todos los medicamentos. No nos apoyaron”, lamenta Odimegwu. “Dentro y fuera de nuestros países, muchas veces se piensa que nuestra manera de hacer ciencia no es suficientemente buena”, concluye.
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