Las vacunas de rutina vuelven a subir después de la caída por la covid-19
La Alianza Global para las Vacunas presenta los progresos en inmunización en los países en desarrollo en una conferencia con sus donantes en Madrid. En dos años ha vacunado a 130 millones de niños, de los 300 que se marcó como objetivo para el periodo 2021-2025
La pandemia paralizó la vida tal como era en todo el planeta en marzo de 2020. La movilidad, la actividad productiva, las relaciones sociales, todo se detuvo de golpe. Incluso la atención de todas aquellas dolencias que no fueran covid-19 se ralentizaron y pospusieron para contener la mayor emergencia sanitaria que la humanidad había conocido en el siglo XXI. Y, aunque se logró un hito histórico con el desarrollo de una vacuna en un tiempo récord de un año, el ámbito de la inmunología sufrió también un revés mayúsculo: los programas de inmunización rutinaria se interrumpieron, causando un descenso de las tasas de vacunación a nivel global para enfermedades como la difteria, la rubeola o el sarampión, por dos años consecutivos. Pero en 2022 se recuperó la senda del crecimiento de nuevo, según los datos preliminares que la Alianza para las Vacunas (Gavi, por sus siglas en inglés), que apoya a países en desarrollo, presenta en la Conferencia de Impacto Global de las Vacunas a sus donantes desde este martes en Madrid, en un encuentro cerrado a los medios de comunicación.
“Los datos preliminares indican que los países están recobrando la inmunización de rutina”, celebran los autores del informe Aumentando la inmunización de una generación. Por ejemplo, destacan, la cobertura de la tercera dosis de la DTP (contra la difteria, tétanos y tos ferina) ha aumentado tres puntos porcentuales en un año, después de una reducción del 5%. “En 2021, los países con los que trabaja Gavi administraron más vacunas que nunca antes en la historia, con aproximadamente tres veces más de dosis que en 2020, y cinco veces más que en 2010″, afirma el informe. Pero este dato incluye las dosis contra la covid-19 y, “pese a los esfuerzos, millones de niños han quedado sin inmunizar” con las vacunas de rutina. El plan es, dicen, que en 2023 se recuperen los niveles de inmunización rutinaria previos a la pandemia.
La disrupción en los programas de inmunización en los países a los que apoya Gavi “provocó una reducción de cinco puntos porcentuales de media en la cobertura de vacunación en 2020 y 2021″, indica la organización, conformada por países, agencias de la ONU, sector privado y filántropos, para proveer a países de escasos recursos con dosis a precios asequibles y apoyar su administración para 19 dolencias prevenibles. “También se retrasó la introducción de nuevas vacunas como la del virus del papiloma humano y aumentó el número de niños cero dosis”, analizan los autores. En 2021, el número de pequeños sin ningún tipo de inmunización aumentó y llegó a 18,2 millones. En 2020 fueron 16,5 millones y en 2019 13,3, según el último informe de Unicef, del pasado abril.
La cobertura de inmunización contra el sarampión cayó de un 81% en 2019 a un 77% en 2021
La paralización de los programas de vacunación rutinaria ha provocado, además del incremento del riesgo de enfermar y morir por dolencias evitables y del número de niños dosis cero, un resurgir de dolencias en países donde hacía años que no se registraban casos, como el cólera en Siria o la fiebre amarilla en Kenia. “Los brotes de enfermedades prevenibles con vacuna han continuado aumentando. En 2022, Gavi apoyó 40 campañas de inmunización de respuesta rápida a los mismos, un 75% más que en 2021. Y la tendencia alcista se mantiene en 2023″, advierte la organización. Principalmente, por el sarampión y el cólera. De este último, los brotes son cada vez más prevalentes por el cambio climático, razonan los expertos de la Alianza. En cuanto al sarampión, la causa es “la bajada de cobertura de inmunización, que ha pasado de un 81% en 2019 a un 77% en 2021″, exponen.
En cuanto a los progresos en los objetivos para el periodo 2021-2025 que Gavi presenta a los donantes que le dotaron con 8.000 millones de euros en 2020, el organismo dice que “están en progreso de lograrse”. Así, en los dos primeros años de cinco, ha distribuido 1.500 millones de vacunas de los 3.200 millones proyectadas, para inmunizar a 130 millones de niños de los 300 millones a los que planea alcanzar. Con ello, asegura su análisis, ha prevenido 2,4 millones de muertes futuras de los siete millones que, afirma, salvará con su trabajo.
En dos años, Gavi ha distribuido 1.500 millones de vacunas de los 3.200 millones proyectadas, para inmunizar a 130 millones de niños
Otros logros que subraya el documento es que los propios países a los que apoya están dedicando “más que nunca antes” recursos propios para los programas de inmunización, cubriendo un 40% de los costes de las vacunas. Además, el precio de las dosis contra la enfermedad neumocócica en niños ha bajado un 50% desde 2010, lo que permite incrementar el número de adquisiciones para prevenir la enfermedad que más menores de cinco años mata en el planeta: la neumonía. Unos 700.000 fallecen por ella cada año, 2.000 al día, sobre todo en países pobres.
Lecciones de la covid-19
En cuanto la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia, la comunidad internacional se organizó para “asegurar la equidad a los tratamientos y vacunas” contra la covid-19. Tal era el propósito del mecanismo Covax, que pilota junto con otros socios la propia Gavi. Pese a las críticas a su escaso éxito en este objetivo, cuando las naciones más ricas acaparaban las dosis disponibles y futuras de las vacunas que se desarrollaron, la Alianza para las Vacunas hace un balance positivo en tanto que 92 países de ingresos bajos recibieron de este nuevo ente vacunas para inmunizar a 642 millones de personas. Junto con las vacunas adquiridas directamente por esos países, se ha logrado una cobertura del 55% para esta enfermedad en los mismos.
Sin embargo, “numerosos análisis y evaluaciones nos proveen de importantes lecciones para Gavi y Covax para planificar futuras pandemias y asegurar un acceso más rápido y equitativo a las vacunas de los países de bajos ingresos”, matizan. “El reto ahora es pasar de un programa de vacunación de emergencia a uno de rutina con la vacuna para la covid-19″, ha avanzado Seth Berkley, director ejecutivo de Gavi en una conferencia de prensa virtual con la prensa. Uno de esos desafíos es garantizar que la producción de los medicamentos se efectúa también en el sur global, para no depender únicamente de la capacidad de fabricación del norte. “Hemos visto una expansión de los fabricantes de vacunas, también en África, pero hay que redoblar esfuerzos”, ha añadido.
La covid-19 ha probado, fuera de toda duda, el valor de la inmunizaciónBudi Gunadi Sadikin, ministro de salud de Indonesia
“La covid-19 ha probado, fuera de toda duda, el valor de la inmunización”, asegura el ministro de salud indonesio, Budi Gunadi Sadikin, en un comunicado escrito. Un informe reciente de Unicef revelaba, sin embargo, que la población no confía más hoy en las vacunas que antes de la pandemia. De hecho, el grado de confianza en esta forma de prevención de enfermedades ha caído, según dicho estudio. Lo que, según la agencia de la ONU para la infancia, ha contribuido, junto con los factores que apunta Gavi, a la caída de los niveles de inmunización. Kirguistán es ejemplo de ello. El Centro Republicano de Inmunoprofilaxis ha recibido un número creciente de informes de rechazo a la vacunación desde 2016. Tras la irrupción de la pandemia, este problema, empeoró. En 2021, registraron más de 10.000 negativas. Además, el número de bebés en el país que recibieron una tercera dosis contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DPT3), se redujo en 2020 al 87%, frente al 95% en 2019 y el 94% en 2018.
“Leí en internet que las vacunas podían causar parálisis cerebral y autismo”, cuenta Meerim Omurkanova, la madre de la pequeña Aila, en Kirguizistán, en un testimonio recogido por Unicef. Aunque su hija fue vacunada por primera vez poco después de nacer, la mujer dudó cuando llegó el momento de las vacunas de seguimiento. “Y por eso, al principio no quería”. La desinformación ―completamente desmentida― acabó desmoronándose bajo la influencia de una fuente mucho más respetada: Mirlan Dezhyusubekov, el imán de la mezquita del pueblo de Kaiyrma, donde viven Omurkanova y su familia. “Tenemos que entender por qué una familia se niega, y encontrar un enfoque individual”, razona Dezhyusubekov. “Yo les digo a las familias que me vacuné, al igual que mis hijos, y que todos hemos estado bien”. Unicef y Gavi han estado apoyando estos esfuerzos por mejorar la confianza.
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