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Ir como voluntario a África, abrazar niños y colgar la foto en Instagram. No, gracias

Las ONG aumentan los filtros y profesionalizan el altruismo para que sea efectivo y para limitar el turismo solidario

Estudiantes en Tanzania
Estudiantes en una escuela primaria en Shinyanga (Tanzania), en junio de 2021Eye Ubiquitous (Universal Images Group via Getty)

Cada año, cuando se acerca el verano, Vicente Baeza, coordinador de movilización social y comunicación de la ONG Movimiento por la Paz (MPDL) tiene la impresión de recibir el mismo correo electrónico: “Hola, soy una persona que siempre ha sido sensible ante la pobreza. Me encantaría ir a pintar, arreglar casas o dar clases a niños... A veces hasta te ponen el lugar al que quieren ir: Cuba, por ejemplo. Y uno piensa, pero ¡qué desconocimiento!”.

Ser voluntario en el extranjero durante el verano genera tanto entusiasmo en los aspirantes como reticencias en muchas ONG y receptores de ayuda. Dedicar su tiempo a los demás es “siempre loable”, subrayan las organizaciones, pero no todo vale. Por ejemplo, “no vale pensar que vamos a pagarles unas vacaciones”, zanja Beñat Martínez, técnico de la Dirección de Juventud del Gobierno Vasco, desde donde se envía cada verano durante tres meses (julio, agosto y septiembre) unos 100 cooperantes de entre 22 y 30 años a diferentes lugares del mundo gracias al programa Juventud Vasca Cooperante.

Tampoco vale la imagen de una persona famosa abrazando a niños africanos o rodeada de indígenas de la Amazonia difundida en las redes sociales. “No juzgamos a nadie, no decimos que esté bien o mal, pero nosotros huimos de eso y tratamos de detectarlo rápido porque estamos peleando por dignificar situaciones y personas y con estas imágenes creemos que no se logra”, considera Baeza.

Por ello, y aunque aún es posible cumplir el sueño de ser voluntario durante las vacaciones de verano, las ONG, grandes y pequeñas, aumentan los filtros y profesionalizan la cooperación para limitar el llamado turismo solidario. Un tiempo mínimo de permanencia en el lugar, una formación específica, vinculación con el trabajo humanitario, cartas de motivación, entrevistas y reuniones de voluntarios potenciales durante un fin de semana en una misma casa forman parte de los procesos de selección de las organizaciones.

Creo que hoy en día el concepto de voluntario incluye a muy poca gente sin experiencia. Eso de las vacaciones solidarias, de gente de buen corazón que se va un mes, cada vez existe menos
José Félix Hoyo, médico voluntario

“Creo que hoy en día el concepto de voluntario incluye a muy poca gente sin experiencia. Eso de las vacaciones solidarias, de gente de buen corazón que se va un mes, cada vez existe menos. No digo que en su justa medida no pueda estar bien, pero la realidad es que el trabajo de las ONG se ha profesionalizado mucho y además, cada vez trabajan más con personal local”, opina José Félix Hoyo, médico de Urgencias del hospital universitario de Móstoles y voluntario desde hace 25 años en Médicos del Mundo.

Su primera misión fue a América Central en 1998, tras el huracán Mitch y casi ha perdido la cuenta de las que han seguido, todas en sus vacaciones o gracias a permisos. “No vamos a hacernos fotos. Está claro que la imagen de una persona famosa en África tiene mucha visibilidad, pero a nosotros nos parece criticable usar una imagen de negros ‘salvados’ por los abrazos de los blancos cuando lo que queremos es acompañar a esas personas para que se labren un futuro, en este caso, en el ámbito de la salud”, insiste.

Una migrante venezolana abraza a una voluntaria en Tumbes, en Perú, en octubre de 2018
Una migrante venezolana abraza a una voluntaria en Tumbes, en Perú, en octubre de 2018Manuel Medir (Getty Images)

Ninguna de las ONG consultadas para este artículo pone reglas a sus voluntarios en el uso de las redes sociales, pero sí les insisten en el respeto a las personas con las que van a convivir, en que hay una legislación que protege a los niños y en la necesidad de aprovechar la oportunidad para integrarse en la realidad que les va a rodear varios meses. “Y a veces la realidad hace el resto. Por ejemplo, en muchos lugares ni siquiera hay una buena conexión para estar tuiteando o publicando fotos”, afirma Beñat Martínez.

Volver con una mirada diferente

“Llevaba tiempo buscando una experiencia así. Mi balance es muy positivo y me gustaría volver a hacer algo similar en el futuro. Creo que cualquiera que tenga ganas y actitud puede encontrar un proyecto que se adecúe a lo que él o ella puede ofrecer. Hay filtros de selección y eso está bien”, explica Manex Garaio, informático vasco de 30 años, que estuvo en Perú el año pasado con la organización Ayuda en Acción para desarrollar dos aplicaciones para cooperativas locales.

Martínez resalta que el objetivo del programa vasco de voluntariado es sensibilizar a los jóvenes y por ello no eligen necesariamente a personas vinculadas ya con la cooperación. “Preseleccionamos a 200, es decir, el doble de los voluntarios que finalmente irán y los juntamos en un albergue un fin de semana. Allá, el comité de selección va viendo cómo es la convivencia, los caracteres, las dificultades y aptitudes. Después de esos dos días, lo tenemos mucho más claro”, explica el responsable.

Es muy importante trabajar las expectativas de los voluntarios y decirles que no van a acabar con el hambre ni con los conflictos
Vicente Baeza, MPDL

A Leire Álvarez Gracia acaban de comunicarle que pasará tres meses con el Foro Rural Mundial en El Salvador. “Voy a ayudar a una asociación que se dedica a la agricultura familiar y local a constituirse como ONG. Estoy muy motivada, sé que va a ser una experiencia humanamente buena y que me dará experiencia para poder ejercer en terreno en un futuro”, afirma la joven vasca, que estudia un máster de cooperación al desarrollo.

La ONG PSE Por la Sonrisa de un Niño, que trabaja en la educación y formación de más de 6.000 niños y jóvenes que viven en la extrema pobreza en Camboya, envía desde hace 20 años durante un mes voluntarios de España, Francia y Reino Unido con un objetivo muy preciso: prestar apoyo escolar a 3.000 niños que corren el riesgo de no volver a las aulas tras las vacaciones estivales, en las que regresan a sus entornos, a menudo complicados y conflictivos. “Nuestro programa tiene una finalidad muy concreta y a nosotros nos funciona porque hemos logrado reducir el abandono escolar. Y los voluntarios regresan con una mirada diferente hacia el mundo”, explica Pablo Alonso, coordinador de la ONG en España.

El responsable coincide que el proceso de selección permite identificar rápidamente a las personas que buscan un reconocimiento en redes sociales, quieren irse de vacaciones o simplemente conocer a gente de su edad. “Al final nos encontramos con un grupo de personas concienciadas y serias. Por ejemplo, nosotros pusimos un mínimo de edad de 19 años porque pensamos que cuando un joven cumple 18, puede intentar primero un voluntariado en España, donde también hay mucho que hacer, y luego ya pensar en salir a otro país”, explica.

Un ingrediente más

La Fundación CINDE, que apoya en El Salvador programas educativos para niños que vienen de ambientes de violencia y exclusión, lleva años enviando voluntarios para periodos cortos. “Apoyan a maestras, trabajan en la cocina de las escuelas, hacen los deberes de matemáticas o inglés con los niños, prestan apoyo administrativo... Nuestro balance es muy positivo”, explica Cristina Inclán, coordinadora del programa de voluntariado internacional de la entidad. “Fue muy enriquecedor, me chocó lo que vi y me supo a poco. El viaje me sirvió desde el punto de vista humanitario y también profesional porque hice fotografías con las que organicé mi primera exposición”, explica Claudia Viñas, de 26 años, que fue voluntaria con esta entidad.

En la Fundación Pablo Horstmann, con hospitales y escuelas en Kenia y Etiopía, organizan voluntariados de mínimo dos meses para médicos y enfermeras especializados en pediatría y neonatología. En 15 años han enviado más de 500 profesionales para estas misiones cortas y han formado a otros tantos sanitarios locales. “En nuestro caso, el turismo solidario es raro porque buscamos un perfil profesional muy específico que necesitamos para que el proyecto siga. Nos escribe gente para ir poco tiempo, pero sabemos que es más difícil que su trabajo tenga un impacto. Finalmente, los responsables somos nosotros, las ONG, para encauzar las ayudas, para lograr que la solidaridad funcione y genere impacto”, explica Belén Manrique, responsable de comunicación.

Los responsables somos nosotros, las ONG, para encauzar las ayudas, para lograr que la solidaridad funcione y genere impacto
Belén Manrique, Fundación Pablo Horstmann

Las grandes ONG cubren el desplazamiento y los gastos de hospedaje y manutención del voluntario, además de un seguro. En las más pequeñas, la persona debe financiarse el viaje y a menudo se exige un seguro de viaje complementario. En todos los casos, la formación previa, de mayor o menor duración, sobre el país al que van, la ONG y el proyecto en el que participarán, es indispensable.

“Para nosotros es muy importante trabajar las expectativas de los voluntarios y decirles que no van a acabar con el hambre ni con los conflictos. También hay que subrayar que no van a un puesto de trabajo, van a aderezar. Yo suelo decir que son como un ingrediente más de un plato, que da calidad y aporta, pero no son el ingrediente principal”, compara Baeza.

MPDL enviará este año 17 voluntarios, la mayoría de ellos sin vinculación con el mundo humanitario, para misiones de nueve meses en diferentes países, ya que han comprobado que pasar uno o dos meses en un proyecto no bastan para impregnarse ni para lograr contribuir sustancialmente.

“El fin de todo esto es la transformación, que los voluntarios regresen, aporten algo y den a conocer las causas de la situación que les ha tocado vivir. Por ejemplo, nosotros hemos enviado una persona a Jordania a trabajar con refugiadas y formarlas en el uso de las redes sociales. Cuando ella a su vuelta cuente cómo viven en los campos y qué problemas tienen tendrá mucho más valor que si lo digo yo”, concluye Baeza.

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