![Miyer Hernán Legarda, de 28 años, imparte Educación Medioambiental en la Institución Educativa de Desarrollo Rural La Selva, en el municipio de Ginebra, del Valle del Cauca (Colombia). En la imagen, el docente posa en las huertas comunitarias del centro educativo, donde se planta frijol y cilantro, entre otros productos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UXKRJFGXQVK35BLDFBF2RSOGAE.jpg?auth=ea5c428643719d983ea0ebc9c29767484489bfd31a700f85aea4db237c4a8505&width=414)
Abono, cacao, limón Tahití orgánico y un acueducto para salvar la tierra
Miyer Hernán Legarda, Corina Jiménez, Adriana María España y Sebastián González aportan su conocimiento y granito de arena para luchar contra el cambio climático desde Nariño y Valle del Cauca. Conocemos su labor y su territorio
![Este centro es el único del corregimiento de Costa Rica donde se imparten clases de técnicas agropecuarias a 150 estudiantes venidos de cinco veredas. En esta localidad rural de más de 3.000 habitantes se cultiva principalmente café y el llamado 'pancoger', es decir, productos para la alimentación más básica, como son el maíz, el frijol, la yuca y el plátano.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VL6Y7JHDQJJ4NDTOBVV6EBRIUE.jpg?auth=7cc1956e677d1cf6caaa0e04f7da83039884c5284f50f4eef4e28a4d207ba960&width=414)
![La clase de Educación Medioambiental que hoy imparte Miyer, alrededor de tres bañeras de cemento donde se asienta la tierra, los gusanos y las hojas secas, respectivamente, trata sobre los pasos necesarios para producir abono orgánico. “Si estamos de visita en casa de nuestra tía, por ejemplo, con nuestros hermanos. ¿Qué pasaría si no nos dan de comer o le dan más alimento a mi hermano que a mí; ¿o no me dan las cobijas -mantas- para dormir?”, pregunta el docente a sus alumnos, que alrededor de las instalaciones para el lombricultivo escuchan atentos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XOI7YNX6HRLZ7KK7D4VXIRKJMQ.jpg?auth=0c7bb6038208ccb8e6106db8e6626606865df940cbbf2341a64f6f986d370649&width=414)
![Hijo de una maestra rural de infantil y de un campesino, Hernán Legarda creció en una vereda, la de Guaitarilla, en el departamento de Nariño, en un entorno similar al que viven los niños a los que ahora enseña. “Cuando uno crece en este tipo de sectores y tiene la oportunidad de ir a la universidad, entiende la importancia de la docencia para mejorar su calidad de vida y transformar la sociedad”, asegura el licenciado en Biología por la Universidad de Caldas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QCRV563YY5K7BPULN2LG2F54FU.jpg?auth=ab77c4df02e7dcb70ca38ff6c85223f2bebcb1e362c3db7d9fa18b80b3ab1f5c&width=414)
![Corina Jiménez, líder comunitaria en la vereda la Cuesta, Ginebra, de 26 años, siempre anda descalza por el campo. Lo hacía de pequeña, cuando con una de sus mejores amigas, la hija de su vecina Luz Dary, correteaba alrededor de un estanque cercano a sus casas. En la imagen, posa junto a ese lugar.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JAFGCNXTBFL4BKCSEOBKWNU6U4.jpg?auth=f39220afd61cd0d0b5d426cc90256f2b8d277177d7ee2e86d27547878bce00aa&width=414)
![La comunidad de la Cuesta, que lidera Corina Jiménez, tiene un contexto social y ambiental complejo. A pesar de tener acceso a un acueducto que se inauguró en los años ochenta del siglo pasado, la población de la zona no contaba con agua apta para el consumo hasta hace apenas seis años. En la imagen, el río Zabaleta a su paso por la vereda.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2QO5HQVOWRIPPKKB7TFB3RR2NY.jpg?auth=423827dfe69a24707902dbfb711d1384863189f9377b9d1415fe9f2b811be091&width=414)
![Corina Jiménez reconoce que el afán y el orgullo que siente su madre por la tierra es el mismo que la ha guiado a ella. “Mi mayor propósito es que en cuatro años, cuando yo termine este periodo en la Junta, la gente sienta que el acueducto es de ellos y que se apropien del agua, que entiendan que acceder a ella es un derecho”, reclama.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/N4ZGO6JCUZMW5HCKYQIQHFYBUU.jpg?auth=b81144e79ac02cb40aecef3785da1e23ad227e32a83bb19127d6e245fb531269&width=414)
![El otro gran sueño de Corina Jiménez es poder construir un vivero y poner en marcha un proyecto de huertas comunitarias, algo en lo que ya trabajó en su época universitaria en Cali. En la imagen, la joven cuida del pequeño huerto que tiene en el patio de la casa familiar, en la vereda La Cuesta.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PLM35UYUCZN35F546KQBIPJ7BM.jpg?auth=10d521dd00f11e4a018340b1e8487de1e21045b883784c6a40b97d5feee24ead&width=414)
![Adriana María España, de 35 años, se marchó a Bogotá con su pareja, Óscar Díaz Martínez, a buscar un futuro mejor para ellos y sus hijos, Brandon Esteban, de 12 años, y David Luis, de seis. Nunca imaginó que volvería y acabaría convirtiéndose en productora de limón Tahití. “Yo nunca había trabajado en una finca, pero si uno le pone ganas a las cosas y buena actitud, uno aporta y es útil”. En la imagen, posa en su finca.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7HJDHEO7WZMMNFDT6QT3BCWXUM.jpg?auth=96c20c5057885dc2d0e0aed10ea55627b38df5a4920de9ab7b0d88262e86808f&width=414)
![Desde hace tres años que Adriana María España y su familia viven en su finca, La Cosecha, y cultivan de limón Tahití 12 de las 14 hectáreas que posee el terreno. Además, forman parte de ASOSANFRANCISCO, organización conformada por 73 personas, de las cuales 36 son mujeres, que les ayuda en las tareas de formación, pero también en la comercialización del producto. En la imagen, España prepara el almuerzo después de un día de trabajo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ONTMLR2RBJLL7BCXCBVSJ3JSEU.jpg?auth=df56781c746440252f815a7e504ba5eb2ed62d91f91c8d477a89bd7473de8872&width=414)
![Adriana María España se marchó de El Rosario a causa del conflicto armado y pasó 12 años en Bogotá, en empleos temporales que solo les alcanzaba para malvivir. Las condiciones ambientales del Rosario son óptimas para el cultivo de coca, lo que ha motivado la disputa de este territorio. Pero esa situación ha cambiado y ha permitido que familias como la de España se puedan ganar la vida con cultivos lícitos. “El limón Tahití es una buena alternativa al cultivo de coca. Mi familia puede mantenerse porque económicamente es rentable. Cada 15 días cosechamos, así que cada 15 días recibimos algo de dinero".](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HC3OFHXTYZJXLEYL2ESGAGOJFM.jpg?auth=bcd8118c7c92b2773bca02f1c29f102d5d2ebc5f0b06323ffa19279d0a1d506f&width=414)
![Tras la explotación de su finca con el cultivo de limón Tahití, el siguiente paso que quiere dar Adriana María España es conseguir el certificado orgánico. “Vamos lentos en el proceso, pero seguros, aprendiendo todas las técnicas de buenas prácticas”.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CXP3TARBT5JQPIJ7AZLT5MAJZQ.jpg?auth=1979500c7c5ea5465be9a3d9400c4fb884e344130c24e5af5fe3c8fe5f3a9399&width=414)
![Sebastián González creció en la vereda Pueblo Nuevo, en la zona rural de Tumaco, en Nariño (Colombia). Hace cuatro años, él y su familia tuvieron que huir de su casa debido al conflicto armado que afecta especialmente el campo. “La violencia fue una de las causas por las que la casa se viniera abajo y la cosecha de cacao se echara a perder, porque no se podía cuidar lo que se producía aquí”, lamenta el joven. En la imagen, posa en uno de los árboles de su finca.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/7O2ZMVPSGRPU7PUITVBZATKVRQ.jpg?auth=d29f152b1635edb48c39a2ccb00211956967bf30073072acd4c50735d459208c&width=414)
![La vereda Pueblo Nuevo, que pertenece al Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera, está situada en zona rural de Tumaco, en Nariño. Esta región ha sido una de las zonas del país más castigadas por el conflicto armado y la siembra de cultivos de uso ilícito. El 33% del total de área sembrada se concentra en cinco municipios, entre ellos Tumaco, según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) de 2021. En la imagen, el río Mira a su paso por la finca de Sebastián González.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/3ZG2PBBNTZJWJEFRTUO7VBYCBU.jpg?auth=f92e489087f47f959c16f76fe63392682a108b456139840d988805695f6cd625&width=414)
![Sebastián González aprendió a cultivar cacao y a labrar la tierra gracias a su abuelo. “Me gustaría hacer una buena limpieza y plantar cacao rodeado de frutales”, admite González. En la imagen, posa con una mazorca de cacao en la finca familiar, en Pueblo Nuevo, Nariño (Colombia).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PTR23AR6IFLYJFTVNET2F3AMNA.jpg?auth=0ec9b337871524b92f082c4cb24ac03fa6ed49b9efd4d5787bc6f065424ac306&width=414)
![Para formarse como agricultor, además de los conocimientos transmitidos por su abuelo, Sebastián González se ha vinculado al proyecto de cacao que Ayuda en Acción promueve junto a la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID) para jóvenes en Nariño. Aprender todo el proceso, desde la siembra, la recogida y la transformación, le ayudaría a mejorar sus ingresos y su calidad de vida.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/P6YD2OOA3VPOFJJPH65WTE2CSA.jpg?auth=05673994a394e6631172ba62a9ef8e33f31c49a9dbebb1c073a20ce703cdc08f&width=414)