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Salud Global
Tribuna
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Luchar contra las pandemias de ayer y las de mañana

Invertir en el Fondo Mundial para la Malaria, Tuberculosis y Sida salvará vidas de las enfermedades infecciosas actuales y protegerá a las personas de las del futuro. Es la forma de cuidar lo que verdaderamente importa

Julia Kulema y su hija Margaret Ayuma en casa durante una visita domiciliaria de rutina de una voluntaria de salud comunitaria en la aldea de Wamukabo en el condado de Vihiga, Kenia. La pequeña ha sido una de las primeras en recibir la vacuna de la malaria.
Julia Kulema y su hija Margaret Ayuma en casa durante una visita domiciliaria de rutina de una voluntaria de salud comunitaria en la aldea de Wamukabo en el condado de Vihiga, Kenia. La pequeña ha sido una de las primeras en recibir la vacuna de la malaria.Brian Otieno (Fondo Mundial) (PHOTO BY BRIAN OTIENO/GLOBAL FUN)

La tuberculosis está arrasando. Durante gran parte de los dos últimos siglos ha sido la principal causa de muerte en muchos de los países más ricos del planeta. Antes de la covid-19, todavía era la enfermedad infecciosa más mortal del mundo. Ahora está aumentando nuevamente, impulsada por la interrupción en su control y tratamiento que ha supuesto la pandemia, por la pobreza y el estigma, así como por el actual conflicto en Ucrania. Es muy probable que esta guerra –como las que acaecen en otras partes del mundo– exacerbe la situación, lo que provocará un aumento de la tuberculosis en toda la región e incrementará el sufrimiento y pérdida de vidas. Incluso antes de la invasión, Ucrania tenía una de las mayores cargas de tuberculosis multirresistente, la forma más letal de la enfermedad.

La tuberculosis causa alrededor de 1,5 millones de muertes cada año. Es inaceptable que permitamos que una enfermedad que se puede prevenir y tratar siga matando a tantas personas. Si bien el número anual de fallecimientos por tuberculosis y las otras dos enfermedades que pretendemos terminar para 2030 –el VIH y la malaria– se ha reducido a más de la mitad en las últimas dos décadas, ya antes de la covid-19 estábamos lejos de acabar con estas amenazas de salud pública en esa fecha. La pandemia nos ha desviado aún más del camino. En 2020, más de 2,4 millones de personas murieron de VIH, tuberculosis y malaria, es decir, un 4,5% más que en 2019. Es probable que este funesto total haya vuelto a aumentar en 2021, puesto que observamos cómo el efecto de las interrupciones causadas por la pandemia se traduce en un aumento de las infecciones y las muertes.

Para revertir esta tendencia y volver a la trayectoria que nos permita acabar con estas tres enfermedades, debemos actuar con decisión. Frente a adversarios tan terribles como el VIH, la tuberculosis y la malaria, no hay término medio: o ganamos o perdemos. En estos momentos estamos siendo testigos del retroceso de muchos años de logros conseguidos con gran esfuerzo. Las cifras de muertes por malaria en 2020 nos devuelven a niveles de 2012.

Para retomar el camino se necesitará más dinero. Dado que durante los dos años de pandemia hemos retrocedido o nos hemos estancado, necesitamos intensificar los esfuerzos para reducir las infecciones y las muertes y conseguir las metas de 2030.

Un niño muere de malaria cada minuto. Permitir que una enfermedad que es prevenible y tratable acabe con la vida de tantos es inaceptable

La asociación del Fondo Mundial, con el fin de impulsar la lucha contra estas enfermedades mortales y ayudar a los países a construir sistemas de salud más resilientes y sostenibles, pretende recaudar al menos 18.000 millones de dólares (16.300 millones de euros) para su próximo ciclo trienal (2024-2026). La campaña culminará con una conferencia de reposición de recursos que el presidente Joe Biden acogerá en los Estados Unidos en la segunda mitad de 2022.

El éxito de esta séptima reposición de recursos contribuirá a que el mundo retome el camino para acabar con el VIH, la tuberculosis y la malaria, acelere el fortalecimiento de los sistemas de salud y comunitarios, y refuerce la capacidad de los países para prevenir, detectar y responder a nuevas amenazas sanitarias.

Aumentar las inversiones en la lucha contra el VIH, la tuberculosis y la malaria y en el fortalecimiento de los sistemas para la salud es un imperativo moral, puesto que se pueden salvar millones de vidas. Estimamos que con la citada cantidad, la asociación del Fondo Mundial puede salvar 20 millones de vidas a lo largo del período de subvenciones trienales y reducir el número total de muertes anuales a menos de un millón, una cifra muy inferior a los 2,4 millones de 2020 y a los cuatro de 2005.

El argumento económico también es convincente: cada dólar (0,90 euros) invertido en la lucha contra el VIH, la tuberculosis y la malaria se traduce en 31 dólares (28 euros) en ganancias en salud y en beneficios económicos.

Hace veinte años, el VIH, la tuberculosis y la malaria parecían imbatibles. Pero el mundo se negó a aceptar que cualquier persona, en cualquier lugar, muriera de enfermedades prevenibles y tratables simplemente por ser quien es o por dónde vive. Nos unimos, contraatacamos y doblegamos estas enfermedades.

En 2022, el mundo debe volver a acudir a ese espíritu de solidaridad. Debemos impedir el resurgimiento de estas enfermedades. Debemos proteger a todos de las enfermedades infecciosas más mortales del mundo, ya sean las del pasado (VIH, tuberculosis y malaria), las más recientes (covid-19) o las que están por llegar. Invertir en el Fondo Mundial salvará vidas de las enfermedades infecciosas actuales y protegerá a las personas de las amenazas de enfermedades infecciosas del mañana. Es la forma de luchar por lo que verdaderamente importa.

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