Crece internet en África y crecen las amenazas en línea, pero la creatividad ayuda a frenarlas
Una organización ugandesa y otra nigeriana colaboran para difundir un juego que intenta explicar a los usuarios más jóvenes del mundo digital los riesgos a los que se enfrentan. En África los internautas crecieron hasta un 20% el pasado año
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La pesadilla de Goitse comenzó cuando tuiteó una noticia sobre una violación en Sudáfrica y acompañó el mensaje con una queja sobre la violencia que sufren sistemáticamente las mujeres. A partir de ese momento, esta joven de Botsuana que reside en Ruanda por estudios, empezó un calvario en las redes sociales. Primero fue un usuario desconocido que envío mensajes directos (DM) con insultos a la joven. Goitse no está segura de que tenga relación con este incidente, pero al cabo de una semana un amigo le advirtió que había un perfil en la red social para buscar pareja Tinder con su nombre e incluso con sus fotos.
Después llegó un mensaje en Instagram de un hombre al que supuestamente había estafado a través de la aplicación de citas. En realidad había sido obra de quien estaba suplantando su identidad. A lo que siguió el acoso en Twitter y Facebook por esa supuesta estafa. Para acabar, otro amigo le informó de que había contenidos íntimos suyos circulando por grupos de WhatsApp, resultaron ser fotos manipuladas, pero en las que quedaba expuesta su imagen.
En realidad, Goitse es un personaje, no quiere decir que todas esas experiencias no sean reales, pero su protagonista es una creación de Digital Safe-Tea. Se trata de una herramienta para promover la seguridad digital en África, creada por Pollicy, una organización ugandesa que trabaja en la gestión de datos y la tecnología cívica para el desarrollo, y que cuenta con la colaboración de Paradigm Initiative, una asociación referente en la defensa de derechos digitales, en su difusión. Ambas organizaciones acaban de lanzar Digital Safe-Tea, como parte de una estrategia con la que intentan acercarse a los usuarios más jóvenes de las redes sociales y sensibilizarles sobre las amenazas que se pueden encontrar y sobre las precauciones que deben tomar para evitar riesgos. Esta herramienta interactiva hace especial hincapié en los peligros a los que se enfrentan las mujeres en internet, pero es útil para todos los jóvenes, al margen del género.
Para Neema Iyer, fundadora de Pollicy y una de las mentes detrás de Digital Safe-Tea es imprescindible reforzar la educación de las nuevas generaciones en el uso de la red, incluidas las amenazas. “El acceso a internet en África varía, pero sigue siendo significativamente bajo. Por ejemplo, en Uganda, solo un 30% de la población tiene acceso a espacios en línea. A medida que aumenta el número de personas que se conectan por primera vez, es necesario dotar a los usuarios de conocimientos sobre seguridad digital”, explica Iyer.
Durante 2020 aumentó el número de usuarios de internet en un 17,2% en África Occidental, un 10,2% en la región Oriental, un 4,4% en el África Austral y un 21,3% en la región central
El elevado ritmo de aumento de usuarios de Internet, que durante 2020 fue de un 17,2% en África Occidental, de un 10,2% en la región Oriental, de un 4,4% en el África Austral y de un 21,3% en la región central, supone decenas de millones de nuevos internautas que cada año aterrizan por primera vez en el mundo digital. “Muchos gobiernos se están pasando a los servicios electrónicos y, durante la pandemia de covid-19, la educación y muchas industrias se han vuelto digitales. Sin embargo, los planes de estudios siguen sin cubrir estas competencias, de manera que muchas personas que, incluso, han completado su escolarización, tienen pocas opciones para aprender unas habilidades que son vitales para mantenerse seguros en las plataformas digitales”, comenta la especialista.
La herramienta que acaban de lanzar Pollicy y Paradigm Initiative ofrece a las personas que la utilizan la posibilidad de escoger las decisiones que toman las tres protagonistas frente a diferentes amenazas digitales. La historia de Goitse ya es conocida, sus experiencias se orientan hacia unas formas de acoso relacionadas con la violencia que las mujeres sufren en las redes solo por el hecho de ser mujeres.
Aisha es otra de las protagonistas, ella es responsable de comunicación de una ONG regional que trabaja en temas de salud sexual y reproductiva. Sus experiencias tienen más que ver con la seguridad de las contraseñas, con las injerencias de usuarios desconocidos en comunicaciones digitales como videoconferencias y en la revelación de datos personales en las redes. Finalmente, Dami completa el elenco. Ella es una emprendedora nigeriana que se enfrenta a los problemas de tener una parte de su empresa que reposa sobre el mundo digital, primero le roban algunos de los materiales sobre su negocio de pelucas que comparte en redes para hacer promoción, después amenazan su monedero virtual y llegan a poner en riesgo su plataforma de venta on line, además de atacar a la reputación de su marca.
Los jugadores van dirigiendo las decisiones que las afectadas toman en cada momento, lo que les conduce a un escenario u otro, ya sea presentar una denuncia ante la policía o responder violentamente a los insultos; bloquear a un usuario ofensivo o buscar el apoyo de la comunidad. Cada decisión tiene un resultado.
Neema Iyer advierte de que en la última década se han desplegado una serie de amenazas en las redes: “Como la desinformación, las noticias falsas, la violencia en línea, la ciberdelincuencia o la aparición de medios de comunicación para manipular”. Y reclama: “Tenemos que pensar de forma creativa en cómo formar a millones de usuarios sobre los problemas existentes y emergentes cuando utilizan las plataformas digitales”.
Por ese motivo, mientras se van dirigiendo los destinos de Goitse, Aisha y Dami aparecen en los enunciados conceptos como catfishing (la suplantación de la personalidad de otra persona en las redes sociales a través de sus imágenes o de sus informaciones particulares), zoombombing (la intrusión en reuniones on line o videoconferencias con el objetivo de impedir la actividad), doxxing (la publicación de información personal en las redes sociales para acosar, intimidar o extorsionar a la víctima), pharming (un ataca mediante software malicioso que redirige el tráfico de una web hacia otra controlada por el atacante) o el phishing (el envío de correos simulando ser un banco para conseguir los datos sensibles, como número de tarjetas, pin o contraseñas).
Gbenga Sesan, el director de Paradigm Initiative, confirma que los riesgos han aumentado: “Las herramientas que se usan han cambiado”. Pero añade una nueva dimensión a esos peligros digitales: “Hay más gobiernos que están cerrando el espacio cívico digital porque consideran que es una amenaza para su control del poder”. Sesan asegura que el último informe Londa sobre derechos digitales en África “demuestra esta tendencia en los 20 países analizados, con gobiernos que adoptan tácticas como la violación directa de los derechos, la modificación de las leyes para adaptarlas a su agenda e incluso la adopción de una vigilancia más sofisticada; algunos con la covid-19 como excusa”.
Si las mujeres no se sienten seguras en los espacios en línea, corremos el riesgo de ampliar la brecha digital de género y de perder la voz de las mujeres en el entorno digitalNeema Iyer, Pollicy
Las dos organizaciones ya habían explorado el uso de juegos para la sensibilización. Pollicy diseñó una herramienta para alertar de las amenazas de la desinformación, mientras que Paradigm Initiative incorporó una especie de juego de preguntas en los contenidos de su proyecto Ayeta, que ofrece una caja de herramientas para defensores de los derechos digitales y en el que han integrado ahora Digital Safe-Tea.
“Hicimos este juego”, explica Neema Iyer, “porque queríamos situar las historias y los escenarios en contextos que reflejaran nuestra realidad, haciendo que los personajes y las experiencias sean cercanas”. La responsable de Pollicy insiste especialmente en la utilidad para la población femenina: “Si las mujeres no se sienten seguras en los espacios en línea, corremos el riesgo de ampliar la brecha digital de género y de perder la voz de las mujeres en el entorno digital. Tenemos que trabajar para que las plataformas garanticen espacios en línea seguros, pero como de momento no es así, y aunque no es justo hacer recaer la carga de la protección en las propias mujeres, debemos enseñar a los usuarios a mantenerse seguros en el entorno digital”.
Para Gbenga Sesan el juego ayuda a acercarse a colectivos concretos: “No para todo el mundo. Unos utilizarán el juego mientras otros esperan a que se les enseñe en clase, pero la gamificación mejora la relación entre interés y aprendizaje para los jóvenes de entre 15 y 28 años, sobre todo. Creemos que es importante que sean conscientes de los riesgos a través de una vía que conocen bastante bien: los juegos. De la misma manera que llegamos a otros públicos con el cine, por ejemplo, con nuestra película Training Day”. Por todo ello, el juego incorpora “prácticas sencillas”, como señala Neema Iyer, que van desde la elección de contraseñas seguras, hasta la configuración de la privacidad en las redes sociales, acerca a los jugadores a útiles concretos como los gestores de contraseñas o las aplicaciones de intercambio de imágenes completamente seguras y dirige a un amplio abanico de recursos digitales con todo tipo de guías y materiales pedagógicos.
La colaboración de las dos organizaciones implicadas en Digital Safe-Tea, que pasan por ser dos de los actores más innovadores de la sociedad civil en términos de derechos digitales y tecnología cívica, muestra la importancia del desafío. “Cuando unimos nuestras habilidades, somos capaces de abordar un tema que es común a nuestros intereses, y que tendrá una perspectiva panafricana, porque nuestras inquietudes van más allá de los países de los que partimos”, advierte Gbenga Sesan. De hecho, Digital Safe-Tea, está disponible desde su lanzamiento en inglés, luganda y suajili, porque las amenazas afectan por igual a todos los habitantes del continente.
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