La cooperación transformadora a la que aspiramos
El desarrollo sostenible e inclusivo que plantea la Agenda 2030 y la apuesta decidida por un multilateralismo renovado que integre a la multiplicidad de actores que componen hoy nuestra esfera global, siguen siendo la mejor hoja de ruta
Nota a los lectores: EL PAÍS ofrece en abierto la sección Planeta Futuro por su aportación informativa diaria y global sobre la Agenda 2030, la erradicación de la pobreza y la desigualdad, y el progreso de los países en desarrollo. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.
En el entorno de quienes nos dedicamos a la cooperación internacional, se viene hablando desde hace años de la necesidad de ajustar el sistema de cooperación español ―su marco normativo, institucional y de actuación― para responder de manera más eficaz a las nuevas realidades del contexto internacional del desarrollo y adaptarse a los requerimientos de la Agenda 2030. Se trata de una reforma urgente, aunque aplazada en varias ocasiones, cuya puesta en marcha ha coincidido en el tiempo con una de las peores pandemias de los últimos 100 años.
Se podría pensar que, ante una crisis de esta magnitud, esta reforma no trata una cuestión prioritaria para responder a esta emergencia de salud global. Sin embargo, su relación es mucho mayor de lo que parece.
La irrupción de la covid-19 en nuestras vidas ha trastocado todas nuestras certezas, poniendo en evidencia lo frágiles que eran y alterando nuestras rutinas más elementales de la noche a la mañana, de una forma que no parecía posible meses atrás. Nos ha hecho conscientes de nuestra vulnerabilidad individual y colectiva, y ha llenado de incertidumbres nuestro presente, y también nuestro futuro.
Pero no solo eso: en esta aldea global en la que vivimos, la expansión incontenible de la pandemia ha confirmado que lo que sucede en una parte del mundo tiene repercusión mucho más allá de sus fronteras. Es la constatación del efecto mariposa de nuestras acciones, y del grado de responsabilidad que estas conllevan. La globalización, el desarrollo tecnológico o la rapidez y facilidad para desplazarnos, han ido difuminando las viejas fronteras e imponiendo una interdependencia económica, social, ambiental y cultural que nos convierte a todos en vecinos y vecinas, aunque nos separen miles de kilómetros.
Por otra parte, los retos que plantea el modelo de producción y consumo actual nos vienen advirtiendo hace tiempo del impacto del cambio climático y otros riesgos globales sobre un planeta cuyos recursos se han demostrado finitos y vulnerables a nuestros excesos. Ahora, el shock causado por la pandemia ha puesto sobre la mesa la absoluta interdependencia entre nuestro modelo de desarrollo y la seguridad global.
En este escenario, el desarrollo sostenible e inclusivo que plantea la Agenda 2030 y la apuesta decidida por un multilateralismo renovado que integre a la multiplicidad de actores que componen hoy nuestra esfera global, siguen siendo la mejor hoja de ruta para el tipo de transformación que es necesario acelerar, si queremos prevenir y hacer frente a este tipo de amenazas para la seguridad global. Superar las múltiples crisis exacerbadas por la pandemia ―climática, de desigualdad, de pobreza, de biodiversidad― requiere abordar la recuperación apostando por una regeneración sostenible y centrada en la plena realización de los derechos humanos.
Reformar la cooperación no es solo importante para los y las cooperantes, las ONGs o las comunidades de los países a los que llega la ayuda española
Y ahí es donde entra en juego la reforma del sistema de cooperación como una urgente necesidad que nos afecta mucho más de lo que creemos. Reformar la cooperación no es solo importante para los y las cooperantes, las ONGs o las comunidades de los países a los que llega la ayuda española al desarrollo; es importante para cada uno de nosotros y nosotras. Porque definir la cooperación que queremos significa elegir el papel que queremos tener en este mundo global, y nuestra respuesta ante los retos y responsabilidades compartidos que hemos de abordar juntos. La visión estratégica de la que dotemos a nuestro sistema de cooperación debe ser el reflejo del compromiso de nuestro país con un desarrollo global sostenible e inclusivo. Estamos ante una oportunidad única para que la Cooperación Internacional se convierta en la política palanca de las contribuciones de España al desarrollo global; es decir, en la herramienta que lidere y coordine todas nuestras políticas y actuaciones en favor del desarrollo global, y que materialice nuestro compromiso con la Agenda 2030.
Desde el inicio de este proceso, la comunidad de cooperación internacional y gobernanza global de la alianza El Día Después se ha propuesto contribuir a esta reforma. Nuestro valor añadido es congregar voces expertas de múltiples actores para dialogar en torno a cuestiones concretas. Y en estos encuentros hemos constatado consensos tan importantes como ver en esta reforma la oportunidad para conectar las prioridades de la Agenda 2030 a nivel interno e internacional; reconocer la necesidad de integrar las alianzas multi-actor con normas claras e incentivos para nuevos actores; fomentar conexiones multidisciplinares con especial atención al nexo entre ciencia e investigación; o promover el intercambio de experiencias y capacidades entre instituciones locales en materia de políticas de protección social en la lucha contra la desigualdad global, una especialidad que la reforma puede fortalecer como modalidad específica, ya liderada por la cooperación autonómica y local.
A todo ello se suma la demanda de valentía, coraje y liderazgo para abordar una reforma a dos velocidades: la urgente revisión de los procedimientos para una gestión mejorada, flexible y transparente (en la línea de reforma general de la administración para los programas europeos) y la articulación, tanto entre actores como de las diferentes políticas públicas con impacto más allá de nuestras fronteras, con coherencia de conjunto y un enfoque de consenso para consolidar lo importante. Una política de cooperación más relevante, transversal y horizontal que catalice alianzas innovadoras con impacto en políticas públicas capaces de preservar los bienes públicos comunes y promover el desarrollo sostenible global.
La reforma de la Cooperación Española no puede ser un simple ajuste de normativas, procesos e instrumentos de gestión, por otra parte enormemente necesario. Debería ser la mariposa que con su batir de alas cambie para mejor el destino de este hogar común que llamamos Tierra.
Firman Leire Pajín (coordinadora), Virginia Rodríguez (facilitadora) y los 20 miembros del Grupo Impulsor de la Comunidad de Cooperación y Gobernanza Global de El Día Después.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.