Ir al contenido
_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Robe Iniesta y el poder del arte

La conmoción producida por la inesperada muerte del fundador de Extremoduro ilustra la influencia de su música en la cultura española reciente

La muerte de Robe Iniesta, anunciada en la madrugada de ayer, produjo una de esas conmociones reservadas a los grandes iconos de la cultura popular. Sobre la salud del músico extremeño, de 63 años, no se conocían detalles que hicieran temer un desenlace abrupto. Después suspender las dos últimas fechas de su gira, en noviembre de 2024, por un tromboembolismo pulmonar, las noticias eran que se había recuperado. Incluso se habló de que retomaría esos recitales en algún momento de 2026 o 2027.

La sacudida del fallecimiento fue, por lo tanto, tremenda. Y transversal. Confirmando que la figura de Iniesta ha permeado en muchas capas de la sociedad y en las más diversas franjas de edad. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, fueron de los primeros en recordar al fundador de Extremoduro. El primer apuntó: “Despedimos a un poeta que nos enseñó a no rendirnos jamás”; el segundo, que “su voz marcó generaciones enteras y su música nos deja una huella imborrable”.

El camino de Iniesta fue largo y pedregoso: desde la más absoluta marginalidad a conquistar a todos los públicos con un lirismo malhablado lleno de referencias a la vez cultas y callejeras. Suyas son algunas de las mejores canciones de amor de la música española reciente. La escatología explícita, el sexo crudo y la jerga barriobajera conviven armoniosamente en sus discos con referencias a Pablo Neruda, Antonio Machado y Cicerón. Fue un creador indómito con una fe inquebrantable en el poder del arte.

Primero con Extremoduro —una máquina de componer himnos a la contra— y después con una carrera en solitario que cumplió en 2023 su capítulo más esplendoroso con el disco Se nos lleva el aire, Robe Iniesta pasó de ser un rockero underground a una suerte de humanista con voz aguardentosa y guitarra eléctrica, un camino poco usual en la música española. Sin hacer demasiadas concesiones a la industria y sin cambiar de peinado.

Su marca puede rastrearse en la literatura, el cine y, por supuesto, la música española de las últimas décadas. Y en decenas de miles de seguidores a los que ayer sacudió la pérdida inesperada de un poeta que escribió la parte más tierna y salvaje de la banda sonora de sus vidas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_