Gracias por el regalo
Uno está muerto y no lo sabe si no reacciona ante la maldad y la estupidez que contempla cada día


Decía Maquiavelo: si tienes que hacer daño, que sea rápido, contundente y demoledor. Al enemigo que no puedas matar, no lo hieras, puesto que estarás siempre a merced de su venganza. Extírpalo con toda su familia como se arranca una hierba con sus raíces y semillas. En cambio, si tienes que hacer el bien, adminístralo en pequeñas porciones para que la víctima crea que es larga tu misericordia. Si alguien te está ahogando y al llegar al punto de la asfixia decide aflojar la zarpa sobre tu cuello, pensarás que estás obligado a darle las gracias. Después del abominable atentado de Hamás, el haber asistido en directo durante dos años al espectáculo de los bombardeos de Gaza con la muerte de decenas de miles de mujeres y niños; después de contemplar a diario el panorama de la completa devastación de una ciudad, uno puede llegar a pensar que también ha sido demolido por dentro y que su alma forma parte de los escombros. Entre los escombros puede haber muchos cadáveres aplastados. Podrías llegar a creer que también tú eres uno de ellos. De hecho, ir de zombi por la vida es lo último que se lleva. Uno está muerto y no lo sabe si no reacciona ante la maldad y la estupidez que contempla cada día. Mientras sucedía el genocidio de Gaza, Netanyahu se hacía injertar pelo para peinarse el flequillo disimulando la calva. ¿Es posible mayor escarnio? Pero ha sido suficiente que se declarara el alto el fuego para que la crueldad de Netanyahu mostrara el rostro humano, como si el Yahvé feroz del Antiguo Testamento se tornara de repente en el ser bondadoso del Evangelio. Moisés fue llamado por Yahvé a la cumbre del Sinaí para recibir las tablas de la ley. El pueblo esperó al pie del monte 40 días a que el profeta bajara la roca tallada con los diez mandamientos. El quinto decía: no matarás. Pero durante la espera el pueblo decidió adorar a un becerro de oro y Moisés oyó a su espalda que Dios le gritaba: “Mátalos”. Así puede terminar el alto el fuego. Gracias por el regalo.
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