Crisis de la V República
La caída de Bayrou deja Francia sin presupuestos y demuestra que Macron sigue sin encontrar un Ejecutivo estable


El hasta ayer primer ministro francés, François Bayrou, quiso convertir la presentación de su drástico recorte presupuestario de 44.000 millones de euros en un órdago a la Asamblea Nacional bajo la forma de cuestión de confianza. Por eso, el rechazo masivo de los parlamentarios no admite matices: Francia se queda sin Gobierno y sin presupuesto por tiempo indeterminado. De nada sirvió la apelación a la responsabilidad histórica frente a la deriva de las finanzas del Estado, lastradas por el déficit, un creciente endeudamiento del 115%, la caída de la productividad, el débil crecimiento de la economía (0,6%) y una peligrosa reducción de las inversiones en educación, vivienda o infraestructuras.
La preocupación por el deterioro de las finanzas públicas ha sido una constante en la larga trayectoria política del centrista Bayrou. Tanto que ha convertido su intento de sanearlas en la bandera con la que culmina sus nueve meses en el Palacio de Matignon tras superar ocho mociones de censura, una al mes. Su órdago final es una negativa a seguir gobernando un país crecientemente endeudado, con un parlamento sin mayorías suficientes, sobre equilibrios cada vez más difíciles entre las fuerzas moderadas y contra la polarización de los dos extremismos de Jean-Luc Mélenchon por la izquierda y de Marine Le Pen por la derecha. Las fuerzas que ambos lideran son, finalmente, las que han aportado mayor número de votos a la caída del gobierno. Y ambas con el triple objetivo de conseguir una nueva disolución parlamentaria apenas un año después de la anterior, tratar de forzar la dimisión del presidente Macron, y en cualquier caso, obtener una posición favorable en la carrera para las elecciones presidenciales de 2027. Las causas del fracaso de Bayrou no desaparecerán de la mesa de su sustituto. Persistirá la fragmentación que ha convertido en inestable y difícil de gobernar la misma V República que fue fundada hace casi 60 años, precisamente para terminar con los cambios constantes de jefes de gobierno. La cultura de coalición no aparecerá como por ensalmo. Tampoco desaparecerá el reto que nadie ha sabido enfrentar de un país endeudado y en permanente desequilibrio presupuestario, factores ambos con una indudable dimensión europea.
François Bayrou es el sexto primer ministro de Emmanuel Macron, el cuarto de su segundo periodo presidencial, lo cual da idea de la acelerada inestabilidad a la que el propio presidente contribuyó al convocar elecciones anticipadas en 2024 con la fallida intención de facilitar la gobernación desde el centro, pero ignorando una y otra vez a la hora de repartir el poder el peso parlamentario de la izquierda moderada. La crisis política francesa exige una salida rápida que no deje a beneficio de inventario la cruda verdad sobre las finanzas públicas expresada por Bayrou. Por inconveniente que les parezca a muchos de los parlamentarios que ayer derribaron al Gobierno.
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