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TRIBUNA
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Los retos de la industria de defensa española

Solamente el 18% de los programas nacionales se desarrollan en colaboración con otros Estados europeos. Hay que incrementarlo

Presentación en Badajoz de la misión del Ejército de Tierra en Letonia, en 2017.

El incremento del presupuesto español del 1,3% del PIB al 2,1% en defensa supone pasar de 20.000 millones de euros anuales a 32.000 millones. Suponiendo que el 50% de este incremento va a costes operativos, quedarían para inversión 6.000 millones anuales más, imposible de absorber por la industria nacional a corto plazo. En el arma aérea, la existencia de Airbus podría hacer posible la respuesta; en tierra y mar, no. Navantia, el proveedor único de buques a la Armada, le factura en el entorno de 700 millones anuales en nuevas construcciones. Pasar a 2.500 o 3.000 millones y a corto plazo no malbaratar fondos, es imposible. El coste de una fragata es de unos 700 millones y de un submarino es de 500 millones. 

Es necesario un plan de potenciación industrial. La alternativa indeseable es aumentar la importación de material militar. Hoy en la UE el 63% se importa de EE UU. Es esta la razón por la que la petición de que los estados de la OTAN inviertan el 5% de su PIB en defensa es imposible. Italia habla de incluir como gasto militar infraestructuras, el puente que una Sicilia y el continente por 3.500 millones. La Alianza ha comunicado a España que con el nivel de presupuesto propuesto España cumple con sus compromisos. El Gobierno parece tener razón no superando el 2,1% del PIB.

Los programas militares futuros de importancia serán europeos. Los Estados grandes como Francia y Alemania no tienen dimensión para abordarlos en solitario, menos aún los Estados medios y pequeños. Por dos razones, la amortización de los costes de I+D en series pequeñas encarece el producto y el volumen de producción es insuficiente para una fabricación eficiente. La defensa debe ser organizada operativa y logísticamente a nivel europeo.

La inversión en defensa en la UE cuenta con un 4% de gasto de I+D (11.000 millones) y en EE UU, un 18%, 140.000 millones. Es un error europeo, la inversión en Defensa es un elemento clave para fortalecer la base tecnológica de la industria.

Hoy solamente el 18% de los programas de defensa españoles son en colaboración. Hay que incrementarla. Es por esta razón por la que la industria y la administración militar debe potenciarse para disponer de la capacidad técnica y de negociación con las contrapartes, ministerios e industrias, de otros Estados miembros. En un programa desarrollado en colaboración, no todas las participaciones industriales, aunque tengan equivalente valor económico, tienen el mismo valor tecnológico e industrial. La negociación es importante. Ocurre ahora en el avión de combate europeo FCAS.

Una cuestión clave es cómo organizar la industria de defensa. Hay tres niveles: los sistemas, como los aviones, buques, y otros vehículos; los subsistemas, como ejemplos las comunicaciones, radar, mando y control, y los componentes, como los chips y software. Es en este tercer nivel donde la transversalidad es máxima y la comunalidad con las aplicaciones civiles mayor. 

Esto debería llevar a organizar la industria nacional de defensa por sectores, en los niveles uno y dos, y transversalmente en el tres.

Navantia atraviesa una situación crítica. Con una facturación estabilizada en los 1.500 millones, el resultado (negativo) antes de impuestos ha aumentado a 230 millones. La empresa acumula pérdidas de 2.000 millones desde 2015. La actividad se ha reducido al 40%, y ha pasado de entregar 31 buques entre 2000 a 2012 a 11 entre 2013 y 2025. El accionista único, la SEPI, ha tenido que incrementar sus préstamos participativos hasta los 2.050 millones para evitar que la empresa entre en disolución.

Navantia tendría dificultades para formar parte de cualquier estructura empresarial europea por dos causas. La de carácter estructural, vinculada a su carácter público, con un modelo empresarial anticuado, tiene menos importancia, pero las decisiones industriales desacertadas han sido y son estratégicas y relevantes.

La separación de Navantia en 2005 de su socio tecnológico, la Direction de Construction Navale (DCN) de la Marina Francesa, con quien se habían construido tres series de submarinos desde los años sesenta, ha resultado en que el programa actual de submarinos S-80 se haya construido sin estándares industriales fiables y contrastados ni suministradores experimentados y certificados. El resultado es un plazo que triplica el contractual, 22 años, un coste doble (más de 4.000 millones para 4 unidades) y un producto con problemas de fiabilidad.

El accionista que es el Gobierno debe acometer una transformación profunda de la empresa: internalizar el proyecto técnico, hoy subcontratado, el elemento capital de su actividad, y retecnificar la compañía a todos niveles con un plan sólido de fortalecimiento del personal técnico y recuperación de know-how.

El sector terrestre es el más útil para garantizar los objetivos de autonomía estratégica. Debe ser potenciado. 

El sector terrestre carece de un plataformista con capacidad de integración de tecnologías y sistemas, lo que se pretende paliar con la creación de Tess Defence. Indra pasa a liderar los dos programas clave del Ejército de Tierra, el vehículo de combate sobre ruedas y el vehículo de apoyo de cadenas.

En el campo de la munición, España juega un papel relevante: se encarga de munición de gran calibre y tiene capacidad para cubrir el 50% de las necesidades europeas de esta munición. 

En misiles, MBDA la empresa europea de misiles y drones se ha convertido en el primer fabricante europeo y el tercero mundial. Está formada por cinco grandes empresas europeas de Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y España que debe incrementar su participación en esta industria clave sobre la base de su capacidad de compra.

No se puede olvidar el carácter tractor que las capacidades industriales tienen sobre las nuevas tecnologías. Es esencial la vinculación entre las capacidades industriales actuales y los mecanismos de investigación y desarrollo.

La ingeniería tiene un papel fundamental como núcleo central de estas empresas, capaz de explotar los desarrollos tecnológicos del ámbito civil y viceversa, para lo que se debe fomentar la dualidad civil-militar de esas industrias.

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