Donald Trump no ha tenido lugar
El presidente de EE UU, con ayuda de Musk, ha colapsado el sistema informativo a base de volumen, velocidad y teatro
![Donald Trump, como invitado estrella del show Saturday Night Live en 2004.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/I6LPNIRER5CBREVJ4STOWE6NAY.jpg?auth=f4be028381057bf77aa9c44c53ec40f1e60bcba93f66a1e90c94dbebaf45454b&width=414)
Aún sigo en X la cuenta de un viejo contacto laboral, un ejecutivo estadounidense a quien hace unos años hubiera definido como moderado. Últimamente está desatado: sus viejos e inanes mensajes corporativos sobre justicia social han sido sustituidos por crueles apoyos a Musk, Trump o Vance. Da la impresión de estar enganchado, él también, a la sensación dopaminérgica de urgencia y acción transmitida por el Gobierno estadounidense a través de las redes. No parece darse cuenta de que forma parte de una sofisticada máquina de propaganda moderna. En la misma red, otro antiguo compañero, un doctor en económicas muy capaz, pregunta cómo mantenerse informado de qué medidas anunciadas son reales y cuáles no, de cuáles están en marcha y cuáles son más bien bravuconadas tumbadas por la justicia. Está sepultado por la avalancha de noticias, como yo. Recurro a dos citas de Jean Baudrillard. Para el primero: “Tenemos una necesidad apremiante de simulacro, incluso de la guerra, mucho más apremiante que de leche y mermelada o de libertad, y poseemos la intuición inmediata de los medios para conseguirlo”. Para el segundo: “En vez de hablar del nivel de tolerancia social a la inmigración, haríamos mejor hablando del nivel de tolerancia mental a la información. Respecto a este, podríamos decir que ha sido deliberadamente superado”.
Los entrecomillados pertenecen a un artículo de 1991 muy conocido, La guerra del Golfo no ha tenido lugar, donde el filósofo “negaba” la primera gran guerra virtual, fabricada para alimentar una cobertura mediática televisiva 24 horas más real que la realidad misma. Lo estudiábamos en la facultad durante los 90, cuando no intuíamos que el sistema informativo podía enfermar más aún, porque en el futuro internet iba a contener a casi todos los medios y a casi todos los humanos. Periodismo y sociología tienen fama de encabezar las listas de carreras con más arrepentidos, pero debemos defenderlas. Son las disciplinas que están más cerca de explicar por qué nos sentimos así, ahora: abrumados, temerosos, violentos, enganchados y perdidos en una niebla mental inexpugnable.
Ezra Klein, periodista estrella de The New York Times, explicaba hace unos días lo mismo, pero de otro modo, a sus compatriotas. En un vídeo que se ha vuelto muy popular recuerda que Trump es en realidad un experto en marketing y que la actividad febril del ejecutivo sigue el guion trazado por su viejo estratega, Steve Bannon, cuando afirmó que los medios no son capaces de atender a más de un asunto a la vez, y que por eso había que atacar a toda prisa, “inundar la zona con basura” rápidamente. Trump “trata de sobrepasarte. Trata de desequilibrarte. Trata de convencerte de algo que no es verdad. No le creas”, dice Klein. Trump, con la ayuda de Musk, ha colapsado el sistema informativo a base de volumen, velocidad y teatro. Invoquemos también al gran teórico de los medios, Marshall McLuhan, y a su frase más manida, “el medio es el mensaje” (1964), es decir, la estructura comunicativa es más influyente en conjunto que el contenido en sí. Ahora, como parafraseó el sociólogo Manuel Castells en 2001, “la red es el mensaje”. El bombardeo se dirige a la estructura misma de la opinión pública. Lo que estamos viviendo es un colapso informativo que algunos observan con la distancia implacable de quien disfruta de un espectáculo muy lejano; otros con la despersonalización propia de quien no se puede creer lo que está viendo, como si no estuviera teniendo lugar.
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