_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nuevos libelos de sangre tuiteros

Los cuentos asustaviejas que diseminan los jefecillos ultras y sus voceros son calcados a los de las leyendas medievales

Elon Musk camina por el Capitolio de Estados Unidos, en Washington (EEUU), el pasado 5 de diciembre.
Elon Musk camina por el Capitolio de Estados Unidos, en Washington (EEUU), el pasado 5 de diciembre.Benoit Tessier (REUTERS)
Sergio del Molino

Si visita La Seo de Zaragoza —y no debería dejar de hacerlo: es una maravilla del gótico mudéjar—, deténgase un instante en una capilla de la nave norte, tras el coro. Verá un altar churrigueresco en honor a Santo Dominguito del Val, niño mártir y patrón de monaguillos. Ante usted se alza uno de los últimos libelos de sangre medievales que persisten en Europa. La capilla es un monumento al antisemitismo y al odio racial cuyo culto avergüenza a no pocos católicos, hasta el punto de que fue suprimido en 1969 por el concilio de Vaticano II, aunque los creyentes más pertinaces han hecho oídos sordos, y otros muchos lo toleran por motivos tradicionales.

La leyenda —falsa en toda su falsedad, como han demostrado muchos historiadores— cuenta que Dominguito era el hijo de una familia bien de Zaragoza que, en 1250, fue secuestrado por un judío, quien, en compañía de otros, lo torturó, lo mató y lo desmembró. El niño devino santo y justificó la ira cristiana contra las juderías, hasta la expulsión de 1492. Historias como esta abundan por España (hay al menos otros dos niños santos idénticos, en Toledo y en Sepúlveda) y alimentaron los Protocolos de los Sabios de Sión, el alegato conspiranoico que sustentó la violencia antisemita en Europa hasta Auschwitz. Muchos de estos libelos de sangre están escondidos en el arte sacro y en tradiciones inofensivas que aliñan el folclore peninsular, pero pocos recordatorios son tan sólidos como el culto a Santo Dominguito.

Acudo de vez en cuando a la capilla, no para rezarle ni pedirle milagros, sino para recordar que las brasas de ciertos fuegos nunca se apagaron en Europa. Lo que hace Elon Musk echarle las miasmas de X al Gobierno del Reino Unido a cuenta de un escándalo de violencia sexual e inoperancia burocrática entre 2010 y 2014— no se distingue en nada de los libelos de sangre medievales que inflamaban los pogromos contra los otros. Los cuentos asustaviejas que diseminan los jefecillos ultras y sus voceros son calcados a los de aquellas leyendas medievales. Como estas, los nuevos libelos tienen una base de verdad: por supuesto, hay violaciones y abusos, como en el siglo XIII había niños secuestrados y asesinados. No hay época ni país libres de criminales. Pero hacer del crimen y de la torpeza del Estado al perseguirlo y castigarlo el combustible que prende la tea justiciera arroja al mundo a un pozo mucho más hondo y oscuro que la más negra crónica de sucesos. No hay santos suficientes en el santoral para protegernos del horror que pueden traer los libelos de Musk.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_