Weber, 2; Sánchez, 1; Feijóo, 0
Populares y socialistas dan luz verde a la nueva Comisión después de que el líder conservador europeo se aprovechara de la estrategia política del español
Populares y socialistas acordaron finalmente ayer despejar el camino para la investidura de la nueva Comisión Europea, retirando el veto que mantenían, respectivamente, a la futura comisaria española, Teresa Ribera, y al comisario italiano, Raffaele Fitto. Tras la amenaza del Partido Popular Europeo de romper el pacto ya cerrado, el acuerdo se salda sin ningún vencedor claro. Pero con un gran derrotado: el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.
La estrategia de Feijóo de hacer a Ribera responsable de la tragedia de Valencia y cuestionar así su nombramiento europeo tenía las patas cortas. Solo le ha servido para ganar una semana en su temerario intento de esquivar la hora de las responsabilidades, que inevitablemente para Mazón llegará cuando termine la fase de emergencia. El valenciano, con ayuda de Feijóo, ha intentado saltarse esa fase, pasando directamente a la de reconstrucción. Y para dar ese salto imposible no han dudado en tratar de socavar la imagen y prestigio de Ribera, poniendo en peligro que España logre uno de los puestos más poderosos que ha tenido en Bruselas desde la adhesión la UE en 1986. El vano intento de Feijóo quedará solo como prueba de su estrategia de oposición de tierra quemada, en la que ya ni siquiera toma en cuenta los intereses nacionales o las necesidades comunitarias en momentos de enorme incertidumbre.
El balance de la refriega no es mucho más alentador a nivel europeo. El líder del PPE, Manfred Weber, no ha dudado en explotar en beneficio propio las objeciones de Feijóo, aun a sabiendas de que no tenían recorrido y de que suponían una dolorosa manipulación de una tragedia. El eurodiputado alemán ha logrado, tomando como rehén la evaluación de Ribera, que los socialistas se resignen a avalar la candidatura de Raffaele Fitto, propuesta por el Gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni, y de Oliver Várhelyi, el candidato del húngaro Viktor Orbán. Weber prosigue así en su estrategia de blanqueo de la extrema derecha, lo que le permitirá jugar en esta legislatura con dos barajas: un mazo con cartas europeístas (socialistas, liberales y verdes) y otro marcadamente ultraconservador (ECR y Patriotas por Europa).
Los socialistas tampoco han jugado mucho mejor. Pecaron de ingenuidad al dar por descontado que los populares aceptarían que Ribera se convierta en número dos de la Comisión bajo presidencia de Ursula von der Leyen sin pedir nada a cambio. Convirtieron además en cuestión crucial el voto sobre Fitto, sin tomar en cuenta que la nueva realidad electoral europea hace inevitable que lleguen a Bruselas representantes de gobiernos ultraconservadores muy alejados del ideario progresista. Aun así, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha tirado de pragmatismos en la recta final de las negociaciones y ha salvado la candidatura de Ribera.
La nueva Comisión asumirá su mandato el 1 de diciembre, con un mes de retraso sobre lo previsto. El proceso ha dejado un regusto amargo, sobre todo en los paladares más europeístas, porque augura una legislatura europea muy complicada, en la que será difícil avanzar en el proceso de integración porque el mapa político europeo está cada vez más fragmentado y polarizado.
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