El pueblo valenciano reclama justicia
Los lectores escriben sobre las inundaciones de Valencia y sus implicaciones para el futuro, así como de las redes sociales y de la educación en Filosofía
En la tarde del sábado, una gran manifestación inundó el centro de Valencia. 130.000 personas, según la Delegación del Gobierno, olvidadas, indignadas y maltratadas por la tragedia más grande de este siglo, y por el peor Gobierno valenciano de este siglo, pedían la dimisión del presidente Carlos Mazón. Reclamaban justicia, reparación y lloraban la pérdida de familiares y amigos en una tragedia que se podría haber minimizado con una buena gestión por parte de la Generalitat. Los pueblos destruidos, los hogares perdidos, las familias desechas, los negocios arrasados, las vidas truncadas no comprenden cómo es posible que disponiendo de medios científicos y comunicativos avanzados, los responsables políticos se hayan olvidado de proteger al pueblo. Esta tierra, que tiene larga experiencia con el agua devastadora, se merece, además de justicia implacable, un mejor Gobierno valenciano que trabaje para cuidar y mejorar la vida de su gente.
Víctor Calvo Luna. Valencia
Me duele ver todo esto
Me encuentro lejos de España y las redes son el único medio de conexión con mi tierra. Por eso, me duele mucho ver que la mentira gana en un algoritmo que premia la reacción como única forma de expresión. Porque, al fin y al cabo, no es una mentira inocente sino una que pretende sacar rentabilidad del dolor y la confusión de todos los afectados. Me duele ver que se utilicen los bulos para sacar rédito político, y no por quien se apropia de ellos, sino porque estos legitiman una forma de hacer política basada en la mayor amenaza de la democracia: el engaño de los votantes. Espero que pase el tiempo y, que con él, no solo se compense a las víctimas, espero que llegue la reflexión que hemos estado aplazando durante mucho tiempo.
José Rubio Ballega. Sheffield (Reino Unido)
Del sentimiento al pensamiento
Cuando amaine la tormenta de sentimientos que nos han invadido estos días, debemos dar paso a la lógica y la razón para centrarnos en tres preguntas clave: ¿Qué clase de políticos nos gobiernan?, ¿cómo evitar que personas sin escrúpulos construyan viviendas en zonas inundables? y ¿cómo rescatar del fango a esa juventud generosa, desinteresada y presta a actuar a la que teníamos olvidada? A la primera deberemos responder exigiendo honradez a las personas elegibles; a la segunda, exigiendo normativas estrictas con informes independientes; y a la tercera, exigiendo un futuro posible a quienes están comenzando que, por cierto, son más merecedores de nombres de calles y monumentos que los otros.
Francisco Manuel Aguado Blanco. Torrent (Valencia)
Reconocerse
Poco me resulta más atractivo que aquel que reconoce su propia ignorancia. La lucha contra el ego es ardua y solo quienes se rinden ante su propio orgullo resultan vencedores. Precisamente desde ahí se comienza a construir el conocimiento. Recuerdo cuando mi profesor de Filosofía, en su tentativa de plantar la semilla del pensamiento en unos cerebros revueltos de hormonas, nos acercó a dicho planteamiento socrático. Ojalá regresar a aquellas clases de Filosofía, disciplina que aprendemos a valorar demasiado tarde.
Alejandra Loizaga. Madrid
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