La ley de paridad: mucho más que un cambio legal
El principal motor de la nueva legislación ha de ser el convencimiento real de las empresas sobre los beneficios tangibles que aporta la diversidad de género
La reciente aprobación de la ley de paridad en España marca un hito en la búsqueda de la igualdad de género. Esta normativa representa la culminación de décadas de esfuerzos y demandas por parte de organizaciones como FEDEPE, que han trabajado arduamente por corregir el desequilibrio de género en los principales órganos de poder y decisión del país. La ley, a su vez, transpone a nuestro ordenamiento jurídico la Directiva (UE) 2022/2381 del Parlamento Europeo y del Consejo con el objetivo de equilibrar la representación por género en sociedades cotizadas, de interés público y fundaciones.
Este avance, aunque empañado por un error técnico ya subsanado, no solo es un logro legal, sino que también refleja un cambio social imparable. Durante muchos años, la palabra “cuota” ha estado teñida con un halo de negatividad y controversia. Parecía que reclamar espacio en los lugares donde se toman decisiones empresariales, económicas y políticas era visto como un atajo para las mujeres. Argumentos como “No hay suficientes mujeres cualificadas” o “Es difícil encontrar el perfil adecuado” solían ser comunes. Sin embargo, esos razonamientos, afortunadamente, están en vías de extinción, y la ley de paridad, junto a la directiva europea, serán el marco legal que consolidará esta transformación.
Implementar esta ley será una prueba contundente de que, en España, en 2024, hay mujeres más que preparadas, capacitadas y dispuestas a asumir desafíos importantes en todos los sectores económicos y sociales. Están ahí, han estado ahí durante décadas y seguirán estando presentes en el futuro. Solo es necesario buscarlas y que dispongan de la oportunidad adecuada para demostrar su potencial y capacidades.
El valor vinculante de la ley la convierte en un verdadero catalizador de cambio estructural: servirá para transformar la cultura corporativa, comprobando con hechos y resultados tangibles lo beneficioso e imprescindible que es contar con las aportaciones de las mujeres ante los retos que plantea un mundo volátil, complejo y diverso. Además, será clave para normalizar la presencia del liderazgo femenino y contar con más referentes inspiradores para las más jóvenes.
¿Por qué decimos que hay que normalizar el liderazgo femenino? Porque, por ejemplo, mientras las mujeres representan más del 57% de la carrera judicial, los titulares recientes destacaban el nombramiento histórico de una mujer, Isabel Perelló, en la presidencia del Consejo General del Poder Judicial, un hecho sin precedentes en 200 años. La siguiente mujer que presida el CGPJ ya no protagonizará el mismo titular; su nombramiento será percibido como parte de la normalidad. ¡Bendita normalidad! Se convierte en anhelo cuando, con demasiada frecuencia, seguimos escuchando: “la primera mujer que...”. ¿Cuántos techos de cristal nos quedarán aún por romper?
Otro punto clave de la ley de paridad es que interpela a un amplio abanico de entes institucionales, sociales y económicos. En el ámbito empresarial, todas las sociedades empresariales cotizadas en bolsa tienen hasta junio de 2026 para cumplir con la obligación de que al menos el 40% de los componentes de sus Consejos de Administración sean mujeres. Este plazo se acorta un año, hasta 2025, para las empresas del Ibex 35.
La ley de paridad afecta no solo a las empresas privadas, sino también a la Administración Pública y organismos clave como el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Consejo de Estado, el Consejo Fiscal y el Tribunal de Cuentas. También se aplicará a sindicatos, organizaciones empresariales, fundaciones y entidades del Tercer Sector y la Economía Social. En paralelo, el equilibrio de género en las directivas de las federaciones deportivas también será imperativo, para dar cumplimiento, en esta ocasión, a la Ley del Deporte, aprobada en 2022.
La nueva legislación incluye medidas para evitar penalizaciones a mujeres que interrumpen sus carreras por embarazo o cuidado de hijos. También incorpora factores correctores que eviten que las investigadoras científicas se vean perjudicadas por estos motivos, promoviendo así una igualdad real y efectiva.
En FEDEPE, la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias, estamos expectantes ante el desarrollo normativo de esta Ley de Paridad. Su implementación enfrenta desafíos significativos. Las empresas e instituciones deberán adaptar sus estructuras y procesos internos para cumplir con los nuevos requisitos. Este reto también representa una oportunidad única para revisar y mejorar las prácticas de gestión, fomentando una cultura más inclusiva y equitativa. Confiamos en que las sanciones no sean el principal motor de cambio, sino el convencimiento real de las empresas sobre los beneficios tangibles que aporta la diversidad de género.
Diversos estudios han demostrado que las empresas con mayor diversidad de género en alta dirección obtienen mejores resultados financieros. La pluralidad en la toma de decisiones permite una gama más amplia de perspectivas y soluciones, lo que se traduce en mayor innovación y eficiencia.
En definitiva, la ley de paridad es un paso esencial para construir una sociedad más justa e inclusiva en España, donde el talento y las capacidades de las mujeres, tan necesarias, no solo sean reconocidos, sino que estén en el lugar que merecen, aportando su saber y hacer al crecimiento sostenible de nuestro país.
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