A Taylor Swift no le duele España
Los amigos del de la motosierra, con sus muros y sus moros, parecen entender mejor Europa que quien no entiende por qué la cantante llena dos Bernabéus
La tarde de julio de 1898 en que los periódicos españoles dieron la noticia de la derrota naval en Santiago de Cuba, la plaza de toros de Madrid se llenó de un público indiferente a lo que los titulares llamaban en letras grandes desastre. Y siguió así mucho tiempo: ese Desastre del 98 que dio nombre a una generación y al espíritu de una época fue una tragedia que sucedió en la prensa, en los discursos parlamentarios y en algún que otro café de la capital, pero de lo que la gente hablaba era de las últimas faenas del Bombita y de Guerrerito. Esto escandalizó mucho a los Unamunos y los Maeztus, que acusaron de indolencia al pueblo español. Porque, aunque hoy parezca increíble, ir a los toros era una diversión tan inofensiva como Taylor Swift.
El divorcio entre la opinión pública y la publicada era tal que los libros de texto de historia engañan a los alumnos, contándoles que los españoles vivieron aquello como un trauma, porque los historiadores se creyeron los artículos de la prensa y concluyeron que la furia melancólica de los intelectuales era compartida por todo el país. Algo parecido podría pasar con esta época si los historiadores se fían mucho de las columnas que escribimos y de los debates políticos. Se les amontonarán los motivos para pensar que vivimos bajo una nube espesa de ayes y suspiros, un sinvivir de angustias sobre el ser y el sentido de Europa y de la democracia, donde cada minuto forma parte de una hora decisiva. Los más perspicaces, sin embargo, descubrirán que la gente estaba en el concierto de Taylor Swift haciendo el gesto del corazón con las manos y quedándose afónica de corear canciones de amor.
Hoy, como ayer, muchos tribunos han caído en el unamunismo energúmeno y lamentan que la muchachada se coloque con el opio bajo en calorías de Taylor Swift. Es un lugar común entre los intelectuales de izquierdas el pasmo por la capacidad de la derecha ultra para movilizar a los jóvenes. Pero apenas reparan en que la incapacidad de la izquierda para renovar y ampliar sus votantes se debe también a un desprecio elitista que se asombra de la falta de densidad ideológica del pueblo y de sus ganas de farra. Quien no entiende por qué Swift llena dos Bernabéus y extraña aquella cultura juvenil que fue a EGB está incapacitado, como lo estuvo Unamuno en 1898, para entender Europa. Los amigos del de la motosierra, con sus muros y sus moros, parecen entenderla mejor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.