Una fusión bancaria trascendental en España
La hipotética unión entre el BBVA y el Sabadell ahondaría en un mapa financiero español cada vez más concentrado
La oferta de fusión del BBVA, segundo banco español, al Sabadell, cuarta entidad del sector, ha sacudido el panorama financiero. Si la compra fructifica, el grupo resultante entraría con un billón de euros en activos en el Top 10 de los mayores de Europa, un club en el que ahora solo está presente el Santander (en cuarta posición). Superaría a la entidad que preside Ana Botín en oficinas y le seguiría de cerca en capitalización bursátil. Pero también reforzaría el dominio del mercado de los tres grandes en España: Santander, BBVA y Caixabank controlarían el 70% del crédito y los depósitos de los españoles y quedarían muy distanciados de la cuarta entidad, dejando el sector sin apenas clase media. Hay también una lectura europea interesante: esa operación confirma que la UE sigue lejos de tener un sistema financiero continental. Las fusiones nacionales son la regla; las transfronterizas, a pesar de los deseos de Bruselas, son la excepción. Y la pasada crisis financiera dejó claro —especialmente en España— que los bancos son europeos cuando todo va bien, pero acaban siendo nacionales cuando vienen mal dadas. Sin unión bancaria —que implica un fondo de garantía de depósitos común— y un mercado único de capitales, las operaciones transfronterizas seguirán haciéndose esperar.
Una fusión tan vistosa obliga siempre a mirar con lupa. El Ministerio de Economía ha avanzado que la operación será analizada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Eso es imprescindible. El sector bancario en España ha vivido un proceso de concentración notable a raíz de la crisis financiera. A lo largo de la década que siguió al rescate europeo, en 2012, el número de entidades pasó de 55 a tan solo una decena. Casi una treintena fueron engullidas por los tres grandes del sector (Santander, BBVA y Caixabank) en una operación de salvamento a las cajas de ahorros que costó nada menos que 58.000 millones de euros a las arcas públicas, una cifra que aún no está cerrada.
Marcas de solera desaparecieron y muchos clientes vieron a su banco de siempre cambiar de nombre varias veces. El sector replica a las dudas asociadas a esa concentración esgrimiendo la competencia que significan los operadores bancarios online y neobancos, que, en efecto, están creciendo, aunque las cifras son elocuentes. Caixabank ya significa hoy más de una cuarta parte del mercado español tanto de depósitos como de créditos. El grupo resultante de la unión BBVA-Sabadell le seguiría con un 23% y un 24%, respectivamente, mientras que el Santander ocuparía el tercer puesto, con el 22% de los depósitos y el 20% del crédito. Solo tres entidades concentran tres cuartas partes de una industria que ha dado sobradas muestras de lo peligrosas que pueden llegar a ser aquellas demasiado grandes como para caer.
Es cierto también que la industria financiera nacional es hoy mucho más sólida que hace 12 años, y esa retahíla de fusiones —sumadas a la lluvia de dinero público que tapó el formidable agujero que enseñó la crisis— tiene mucho que ver en ello. Al mismo tiempo, sería absurdo negar los efectos que el proceso ha tenido en el consumidor. El Banco de España apuntó el año pasado a la “alta concentración del mercado” como uno de los motivos por los que las entidades tardaban en trasladar hacia el ahorro de los clientes las subidas de los tipos de interés, más que sus colegas europeos. Los bancos, además, protagonizan cada año miles de quejas de los clientes en los organismos supervisores. Y han recibido continuos reveses por parte del Tribunal de Justicia de la UE por prácticas abusivas.
La vicepresidenta Yolanda Díaz ha expresado su temor a la destrucción de empleo como consecuencia de la operación, si bien el BBVA se ha comprometido a evitar “medidas traumáticas”. El banco presidido por Carlos Torres también ofrece mantener una sede operativa en Cataluña y destaca la complementariedad de los modelos de negocio —el catalán es referente en el segmento de empresas—, así como el impulso internacional: la operación del Sabadell en el Reino Unido junto a la del BBVA en Turquía, México y el resto de Latinoamérica. En términos empresariales, la operación tiene sentido estratégico y debería poder llevarse a cabo, como prometen, sin dejar grandes cicatrices en el empleo. Para el Sabadell, que ya recibió una oferta del BBVA en 2020, resta ver si resulta igual de interesante, habida cuenta de que en estos años ha cuadruplicado su valor y ahora es un banco mucho más robusto.
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