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Columna
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Los lunes

Cuando la vida se desmadra y se despeinan las democracias, nada mejor que vivir estos días como una conversación maternal, comprensiva, iluminada en medio de la oscuridad

Una mujer y su hijo, apoyados en un sofá.
Una mujer y su hijo, apoyados en un sofá.Westend61 (Getty Images)

La verdad es que los días lunes tienen su aquel y su cómo, un espíritu muy particular. Son días que inician la semana después de despedir el sol de la fiesta dominguera. Y se comprometen con la luz de la luna. Resulta interesante ser lunes, día de la luna, porque eso ayuda a sostener mejor que otros días los secretos del tiempo. Al sol le llaman Lorenzo y a la luna Catalina, cuando Lorenzo se acuesta, se levanta Catalina. Es una rumba que cantaba Marisol y que mi padre repetía los domingos cuando nos llevaba en coche a la playa. No voy ahora a indagar en las historias de San Lorenzo y Santa Catalina, almas cristianas que sufrieron la tortura y el sacrificio antes de prestar sus nombres al sol y a la luna. Se mire a donde se mire resulta inevitable encontrar escena de usura y dolor, monedas y cabezas cortadas.

Pero cuando uno no puede disfrutar de los viernes y de Venus, es una suerte contar con el lunes. Luz, calma, conocimiento e instinto maternal. Eso dicen los clásicos, y deben tener razón, porque los lunes son días adecuados para recibir algunas noticias. La tarea de hacer de puente entre la fiesta y el trabajo otorga, pase lo que pase, una fuerza que se mezcla con el mañana, aunque el pasado esté pisándonos los talones. La luz de la luna llega incluso a darle un verdadero sentido a los lunes al sol. Necesitamos comprender el destino de los sueños cuando peligran sus puestos de trabajo. Nos favorece un espíritu maternal que establezca negociaciones profundas entre la sabiduría y los sentimientos.

Los lunes son un buen día para pensar en las palabras de moda: crispación, insulto, mentira, acoso, degradación, ultraje, indecencia. Cuando la vida se desmadra y se despeinan las democracias, nada mejor que vivir los lunes como una conversación maternal, comprensiva, iluminada en medio de la oscuridad. Las madres abrazan, comprenden, dan amor y enseñan el modo sabio de seguir adelante.

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