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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un plan para acompañar el autismo

La integración social y laboral de las personas con esta condición neurobiológica aumenta con un diagnóstico temprano y programas de ayuda y acompañamiento

El País
El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, acompañado por el presidente de Autismo España, Miguel Ángel de Casas, en su visita este martes al Centro Español de Autismo.
El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, acompañado por el presidente de Autismo España, Miguel Ángel de Casas, en su visita este martes al Centro Español de Autismo.Mariscal (EFE)

Con un notable retraso, el Ministerio de Derechos Sociales presentó ayer el primer plan de acción para la integración de las personas con autismo. Está dotado con 40 millones de euros y su objetivo es lograr un diagnóstico más precoz y una mejor integración en la vida social y laboral. El plan se enmarca en la Estrategia Española en Trastornos del Espectro del Autismo, aprobada por el Consejo de Ministros en noviembre de 2015. Era, pues, una medida largamente esperada por el colectivo de al menos las 450.000 personas que viven con autismo en España.

Hay que señalar que el trastorno del espectro autista no es una enfermedad, sino una condición que afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral. Esta condición persiste durante toda la vida y afecta a dos áreas del desarrollo neurobiológico: la comunicación e interacción social y la flexibilidad del pensamiento y el comportamiento. Las personas con autismo pueden tener dificultades para comprender el lenguaje verbal y no verbal y para interpretar las interacciones sociales; también pueden presentar rigidez de pensamiento e intereses restringidos o repetitivos.

Este comportamiento las convierte con frecuencia en víctimas de acoso escolar, hasta el punto de que los niños con autismo lo sufren el doble que el resto. También genera dificultades para la integración laboral, puesto que en los patrones de selección suele tener un peso relevante la comunicación. Aunque puede detectarse a partir del año y medio de vida, al tratarse de una condición con diferentes intensidades y manifestaciones, el diagnóstico presenta cierta dificultad y suele demorarse. La edad media a la que se diagnostica en España es de cinco años y medio, pero muchas personas han sido diagnosticadas en la edad adulta. En todos los casos, ese momento supone un punto de inflexión: después de años de no encajar y culparse a sí mismas de la falta de habilidades sociales, tener una explicación de por qué son como son supone para ellas un gran alivio. Por eso es clave asegurar un diagnóstico precoz.

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El diagnóstico tardío es más frecuente en las mujeres porque también en esto hay un sesgo de género. Aunque la condición neurobiológica se presenta igual en niños que en niñas, la manifestación externa es distinta. Las pruebas diagnósticas están hechas a la medida de las manifestaciones más frecuentes en los niños, que suelen ser más llamativas. Ellas tienden más al mutismo y a inhibirse de las relaciones. Además, los roles sociales que aprenden les proporcionan una mayor capacidad de imitación de las conductas que se espera de ellas para encajar socialmente. Por eso, cuando la dificultad se expresa en conductas pasivas y retraídas, pasan inadvertidas. La integración social y laboral de las personas con autismo aumenta con un diagnóstico temprano y programas de ayuda y acompañamiento que la faciliten.

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