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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Impulso a los medicamentos genéricos

Sanidad ultima una reforma que permita precios distintos a productos similares y de esa manera fortalecer y potenciar el sistema

Una farmacia del centro de Sevilla, en febrero.
Una farmacia del centro de Sevilla, en febrero.PACO PUENTES
El País

El Ministerio de Sanidad ultima una profunda reforma de la legislación farmacéutica. Una de las propuestas que está sobre la mesa es permitir que un mismo medicamento tenga en la farmacia distintos precios según sea su versión genérica o biosimilar —previsiblemente más bajos— o de marca —más elevado—. La medida, aunque falta por conocer la letra pequeña, sería de enorme calado y puede tocar fibras muy sensibles al abrir diferencias en un sistema sanitario que tiene en la equidad un principio irrenunciable. Es por ello por lo que es exigible que los responsables de la iniciativa hagan el mayor esfuerzo a la hora de explicar y justificar la necesidad de llevarla a la práctica.

Hay varias razones que apuntan a que puede tratarse de una propuesta interesante. La primera es la baja penetración de los medicamentos genéricos en España, que llevan más de una década estancados en torno al 40% de las cajas de medicamentos vendidas con financiación pública. Es un porcentaje que está muy por debajo de la media europea, cercana al 70%. Como insisten desde hace años organismos como la Airef, un mayor peso de los genéricos y biosimilares en el mercado farmacéutico impulsa la competencia, mejora la eficiencia en el gasto y contribuye a la sostenibilidad del sistema. En segundo lugar, no deja de ser chocante que España sea el único país de nuestro entorno que obliga a todos los medicamentos equivalentes, ya sean genéricos (y biosimilares) o de marca, a venderse al mismo precio si quieren ser financiados por la sanidad pública. Esto da lugar a unas inercias perniciosas que evitan la competencia real. Si una empresa hace una oferta a la baja, las demás deberán seguirla, con lo que el incentivo para todas acaba siendo mejor que no hacer ninguno. La competencia se traslada así al canal de distribución —las conocidas ofertas de tres por dos a las oficinas de farmacia—, sin beneficiar a la sanidad pública, como también ha criticado la Airef. Todo esto es consecuencia de un sistema de precios de referencia sobre el que empieza a existir consenso de que necesita una profunda reforma y que ahora Sanidad quiere llevar a cabo. Por último, contribuir a impulsar un sector fuerte de medicamentos genéricos y biosimilares fuerte es un activo importante para España. No solo en términos de PIB y empleo de calidad, sino también como apuesta estratégica en una Unión Europea que ahora también reformula su modelo farmacéutico con el objetivo de recuperar capacidad de producción y autonomía frente a una excesiva dependencia de Asia y los recurrentes problemas de desabastecimientos.

Permitir cierta competencia de precio en las farmacias, con un medicamento genérico y biosimilar algo más barato que el de marca, no es la solución mágica a estos problemas, pero las prácticas de los grandes países de nuestro entorno muestran que puede ser de gran ayuda.

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