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Red de redes
Columna
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El hombre proveedor

TikTok es el terreno fértil con el que algunas ideologías del pasado recuperan vigencia y nuevos públicos

Un menor sostiene un teléfono móvil.
Un menor sostiene un teléfono móvil.Matt Cardy (Getty Images)
Carmela Ríos

TikTok es como un paquete de pipas: es imposible conformarse con un puñadito. El algoritmo nos sumerge en una sucesión de vídeos de tal manera que resulta casi heroico abandonar la aplicación. La consecuencia de una experiencia tan placentera e inmersiva tiene su reflejo en los grandes informes: TikTok es la red social más adictiva. Sus usuarios españoles pasan en ella una media de 33 horas al mes, casi el doble que las 17 horas que dedican su más inmediato competidor, YouTube. Son datos del informe anual de la empresa Hootsuite que analiza los hábitos de consumo digital en todo el mundo. La red china es ya la tercera red social favorita en España, sólo superada por WhatsApp e Instagram.

La capacidad de TikTok para envolver al usuario preocupa en ambos lados del Atlántico. La UE investiga actualmente cómo afecta el llamado “efecto madriguera” de navegación infinita a la salud mental de los menores. En EE UU, una veintena de parlamentarios republicanos y demócratas creen que ya hay datos suficientes para afirmar que lo que comenzó siendo una red para subir bailes virales es una herramienta china de espionaje a gran escala sobre Occidente e impulsan un proyecto de ley que fuerce el cambio del control de la plataforma dentro del territorio estadounidense.

TikTok es, definitivamente, un quebradero de cabeza para los gobiernos y una bendición para sus usuarios. Pero es, sobre todo, el terreno fértil con el que algunas ideologías del pasado recuperan vigencia y nuevos públicos. Existe un relato neofranquista en TikTok con sonidos del pasado, como un Cara al sol en versión techno o interpretado por Aitana gracias a un deepfake que acumula decenas de miles de visualizaciones. Asimismo, el cuestionamiento del feminismo, que varios estudios internacionales detectan entre los sectores más jóvenes de la sociedad, encuentra un argumentario abundante en el seno de una generación de influencers mujeres que reivindican el reparto tradicional de las tareas en la sociedad. La “buena esposa” debe ocuparse del hogar y de los hijos y el que denomina “hombre proveedor” traerá el sustento con su trabajo.

“Deja al hombre ser hombre”, recomienda Melissa Sandoval, con 84.400 seguidores. Estee Williams, 150.400 seguidores, recupera la estética americana de los cincuenta y comparte, con la etiqueta #tradwives (mujeres tradicionales), técnicas para atraer a un “hombre proveedor” o resultar femenina en el gimnasio. La tiktoker desaconseja tener amistades masculinas y recuerda que “debes dar prioridad a las necesidades de su marido antes que a las tuyas”. A este lado del Atlántico, la francesa @thaisdescufon ha generado una comunidad de 98.000 seguidores con sus publicaciones cuidadosamente editadas. En uno de sus vídeos, con más de un millón de visitas, defiende que hombres y mujeres “no son iguales, no lo serán y es deseable que nunca lo sean”. Esta joven de melena rubia y grandes ojos azules recuerda que “una esposa deberá siempre respetar la autoridad de su marido”, y recomienda a los hombres que se enfrenten a lo que la francesa denomina “mujeres modernas” que defienden el “cáncer” de reivindicar libertad personal y derechos individuales.

“Lo mejor del 8M es el 9M”, opina Ramsey Ferrero, que comparte con sus 161.500 seguidores contundentes reflexiones en torno al feminismo. Algunas de ellas están replicadas en el perfil Feminidad Bíblica, que recupera publicaciones ajenas. En una de ellas, @sirvientededios clama: “Si salgo y veo a dos mujeres, a una la puedo ver como a una mujer femenina y decente y a la otra como una ramera ¡La ropa habla!”.

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