Barroso, y tal y cual
Como consejero de Prisa trabajó por que los medios del grupo garantizasen la pluralidad informativa y de opinión en España y devolver a EL PAÍS y la SER al lugar en que históricamente habían estado
Lo evidente e inmediato a simple vista eran las manos (aparte del pelo pincho lleno de canas, casi sempruniano). Si se ponía a hablar, las movía como los molinos de viento se mueven cuando hace viento y nadie controla nada, incluido él: hablaba y hablaba, con criterio, articulado, sabiendo lo que quería decir y sin dar la lata con obviedades que reducía a “y tal y cual”, y a otra cosa. Dicho de otra manera, si tomaba la palabra en los comités editoriales de los martes en Prisa era para incitar la conversación con las personalidades invitadas de todo el arco parlamentario español para escuchar sus visiones de la actualidad política, tanto del Gobierno como de la oposición o profesionales y expertos. Había de llegar algún momento en que tenía que empezar a mover los brazos como aspas, con el móvil al lado (que podía sonar en cualquier momento con el sonido atronador y a todo volumen) y haciendo que pasaba por ahí con sus zapatillas de deporte y sus jerséis de cremallera sin decir nada en particular y que, total, tampoco había para tanto: simplemente soltaba una idea, una hipótesis, un algo.
La imagen fabricada de un tentacular controlador mafioso de la actividad del grupo fue siempre mentira, por mucho que la derecha mediática repita obstinada e indocumentadamente —en público y en privado, y hasta el mismo día de su muerte— que Barroso era el consiliere, el capo mafia, el condukator del grupo con una intromisión continua en el periódico y en la SER para que todos a una secundásemos a Sánchez y nadie se saliese de la fila. No se sabe bien si mienten a sabiendas, incluso los más vaticanistas, o simplemente no saben lo que dicen, y hablan por hablar como conspiranoicos. No podía ser verdad que actuase con respeto a las decisiones de los demás —”dejar hacer, dejar hacer” podría ser su mejor lema— porque chocaba de forma directa con lo que otros experimentan a diario como performance del poder: no podían imaginar que no dictase a nadie ni titulares, ni editoriales, ni informaciones. A la miseria profesional se acostumbra cualquiera, sin pensar que otros ni lo hacen ni nadie les obliga a hacerlo.
Una salvaje ironía histórica que ha protagonizado Miguel Barroso fue convertirse en miembro del Consejo de Administración de Prisa, gracias a Joseph Oughourlian, después de haber impulsado un potente grupo de medios alternativo a Prisa y EL PAÍS 20 años atrás. Trabajó por que los medios del grupo Prisa garantizasen la pluralidad informativa y de opinión en España y devolverlos al lugar en que históricamente habían estado EL PAÍS y la SER. Debíamos ser muchos quienes soñábamos con escribir ese libro con esa historia, y volvimos a bromear Pepa Bueno y yo con ese asunto esta misma semana, sin saber si estaba ya Miguel en Madrid o no. Un amigo le contó antes de coger el avión de vuelta de La Habana a España que el Congreso de los Diputados español parecía estar todo el día de bronca, y bromeaba al teléfono ayer sábado con cogerse un vuelo de vuelta a Cuba para huir del griterío. Dudó, solo dudó un momento, le oí sonreír, y colgó al rato: nos vemos el martes, y tal y cual.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.