Romper con una tradición patriarcal
Los lectores escriben sobre el orden de los apellidos, las citas previas, la COP28, y sobre la obligación de ser cada día más productivos
La tradición de colocar el apellido paterno frente al materno refleja una práctica muy arraigada que merece ser más cuestionada. Hemos tenido durante muchos años una ley que imponía el orden de los apellidos pero, por suerte, desde hace más de 20 años las familias españolas pueden decidir qué apellido poner en primer lugar a sus bebés. Sin embargo, un porcentaje bajísimo de progenitores ha decidido romper con esta costumbre y, quienes lo hacen, son tildados de progresistas o feministas. ¿Por qué cuesta tanto romper con esta tradición patriarcal a pesar de las facilidades que ofrecen las leyes actuales? Mucho oímos hablar de la brecha salarial o de la falta de representación de la mujer en ciertos sectores, pero cabe decir que el orden establecido de los apellidos contribuye también a una sutil, pero persistente, discriminación de género.
Alba Sempere Torres. Maur (Suiza)
La trampa de las citas previas
Para toda gestión con la Administración se necesita “cita previa”. El método de obtención es endiablado y tramposo. No se puede pedir a cualquier hora, se necesita disponer de un ordenador o de un smartphone, conexión a internet, un email y cierta habilidad informática. Una parte importante de la población no posee los medios y otra parte, con medios, no tiene la habilidad informática, por lo que quedan excluidos. ¿Podría la Administración habilitar un procedimiento más amigable?
Saturio Heras Hernández. Madrid
Empieza la cumbre del ‘greenwashing’
Hoy comienza la COP28 que los Emiratos Árabes Unidos han tenido el cuajo de organizar. Poco importa ser el séptimo productor de petróleo del mundo —aquí todos tienen mucho que callar, habrán pensado—. Europa, que solo emite un 7% del total de gases de efecto invernadero, tiene la emisión subcontratada a países donde calentar el planeta sale gratis. Luxemburgo —esa pobre gente que hasta lleva el lujo en el nombre— es el mayor contaminante europeo con nada menos que 17 toneladas por habitante y por año. Suecia es el último, con cuatro toneladas por barba. Vamos, derechitos a los tres grados de más a final de siglo. Qué suerte no estar aquí, o qué suerte no tener hijos a los que mirar a la cara cuando eso suceda, habrán pensado...
Julio Bonet Gigante. Madrid
Todos productivos
La era de la productividad se ha convertido en el periodo en el que la ciudadanía siente que más pierde el tiempo. No se debe a la ausencia de actividades diarias, sino a la sensación de no alcanzar jamás la meta que se espera. Siempre hay una formación más, una hora más de trabajo, un deseo más que tachar en la interminable lista de sueños, etc. La era de la productividad se ha convertido en la de la insatisfacción. Jamás es suficiente, pero siempre faltan horas en el día.
Lidia Ana Pérez Sánchez. Málaga
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