Tinieblas en palacio
Los opinadores de derechas se lanzan a interpretar el gesto serio del Rey en la jura de Pedro Sánchez porque necesitan un rey de parte, no un rey de todos
Les voy a contar un cuento. Las persianas estaban cerradas y las cortinas corridas, los candiles apagados y los muebles nobles cubiertos. Ruidos tétricos al fondo de los pasillos sin luz hacían chirriar los dientes. El ambiente en palacio era pesado porque el Rey estaba serio. Don Pedro acudió a prometer por tercera vez su cargo de gobernador mayor del reino y el Rey tenía mala cara. No había sido un desayuno algo pesado ni una mala noche, no estaba enfermo. La fachosfera nos dio a entender que era el disgusto por tener que recibir la promesa de lealtad del gobernador mayor. Los pregoneros conservadores y reaccionarios interpretaron ese gesto serio del monarca y los retratos con pose algo hierática que se publicaron poco después. Para ellos era importante porque debían convencer a su plebe, fuera cierto o no, que el Rey hubiera preferido a otro gobernador mayor para su reino, tal vez a don Alberto, aunque este tuviera que cargar a su espalda como vicegobernador mayor al jorobado de las chaquetas apretadas. El monarca había sonreído en las dos anteriores tomas de posesión de don Pedro, pero eran otros tiempos, por entonces el columnismo reaccionario no sentía tanta tirria por el gobernador mayor. Arcadi Espada nos contó en El Mundo que su majestad “dejó de sonreír en conciencia” como “medida respuesta de la institución monárquica a un proceso legal y legítimo, pero preocupante”. Dijo Espada que “el primer minuto de un presidente es, o debe ser, motivo de alegría democrática y de sonrisa institucional. De modo que el deliberado gesto del Rey no es en absoluto menor”. Tristeza democrática, un concepto nuevo que puede dar mucho juego.
Juan Carlos Girauta escribió Sobre el rey en El Debate, un medio digital que se dice heredero de un diario del mismo nombre fundado en 1910 y que quiere pintar con un barniz de conservadurismo intelectual sus ramalazos ultras. Dijo Girauta que el Rey “ya se ha pronunciado sobre la investidura del presidente traidor. Lo hizo con una inequívoca expresión de desagrado y de gravedad”. El columnista, saltimbanqui de la política (PSC, PP, Ciudadanos, ya veremos si pronto Vox, partido al que ya apoya abiertamente en sus escritos), creía saber que al Rey le desagrada su gobernador mayor, pero nos cuenta que poner cara seria es todo lo que podía hacer porque la monarquía parlamentaria tiene sus límites. No se preocupe el lector que no puede ver a don Pedro ni en pintura, que ya Girauta le dice que el rey tampoco, pero que el pobre más no puede hacer.
Màrius Carol contó en La Vanguardia un cuento distinto a los de la fachosfera. Según su interpretación, el monarca intentó que la jura (promesa) de don Pedro fuera “un acto corto y plano, que no pudiera ser utilizado por nadie”. Carol se pregunta si el Rey tenía realmente intención de posar con gesto serio y explica que la preocupación del monarca era “por lo bronca que fue la sesión de investidura en el Congreso”. Y asegura que “otra cosa sería que jugara irresponsablemente a la política”. Que es precisamente lo que asegura la fachosfera que hizo don Felipe VI.
No sé si entender la pieza de Jordi Martín en ElNacional.cat como una parodia. Asegura el digital catalán, de tendencia nacionalista, que “El rey Felipe VI mantiene la cara avinagrada en la toma de posesión de Sánchez” y que el monarca se mostró “rígido, callado y serio durante todo el acto”. Explica el periodista que, “siendo como es la Casa Real una institución en la cual nada se deja al azar y toda comparecencia pública está mesurada al milímetro, puede interpretarse como una expresión de disconformidad con la investidura del líder socialista”. Se debió, según Jordi Martín, a que en las manifestaciones en Ferraz ha habido cánticos contra el monarca: “Felipe, masón, defiende tu nación” o “Felpudo VI”.
No sabemos si acierta Màrius Carol o si aciertan Juan Carlos Girauta y Arcadi Espada. Sabemos que el Rey estaba serio, no por qué. Pero sí sabemos que la derecha mediática necesita que el Rey juegue a la política y en su equipo, necesita un rey de parte, no un rey de todos.
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