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COLUMNA
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España, ña, ña, ña

Mientras el país se rompe o se refuerza, en los bares, los grupos de WhatsApp de familia y amigos y las casas se acuerda no hablar de política para no salir tarifando

Pedro Sánchez, este miércoles en la primera jornada del debate de su investidura.
Pedro Sánchez, este miércoles en la primera jornada del debate de su investidura.Javier Lizón (EFE)
Luz Sánchez-Mellado

El hemiciclo del Congreso de los Diputados es muchísimo más pequeño y menos apabullante de lo que parece en la tele. Casi como media mesa camilla en la que sentarse a departir con la familia. Desde el gallinero de la prensa, pueden verse los cráneos de los padres y madres de la patria en inmisericorde plano cenital revelando las calvas de ellos y la linde del tinte de ellas, y viceversa, en cruda y conmovedora metáfora de la inmaculada estampa que sus señorías desean ofrecer al mundo y las máculas que esconde su retaguardia. En eso, como en el lenguaje de los cuerpos, no hay distingos entre el arco parlamentario. Así, podemos contemplar a diputados de todo el espectro político ora aburridos cual ostras, ora cabreados cual monas, ora descojonados cual chanchos en charca rompiéndose las manos a aplaudir o los pies a patear el entarimado escuchando al orador en la tribuna y a la presidencia llamarles al orden como a parvulitos. Puro teatro, porque, como todo el mundo sabe, la política de verdad se hace en otros foros y allí no se va más que a proveer de canutazos a los telediarios y de zascas a las redes sociales atizándose de lo lindo, aunque luego, al salir, se besen los carrillos y se palmeen las espaldas hasta la próxima trifulca.

Escribo estas líneas mientras veo en la tele al socialista Pedro Sánchez pronunciar su discurso de investidura con el trombo de la amnistía a los golpistas catalanes ya disuelto por la euforia de otros cuatro años en La Moncloa. Nada menos que 85 minutos tardó el candidato en mentar a la bicha, “am-nis-tí-a”, como si le abrasara la tráquea. Cierto es que el país ha cambiado y que con estos bueyes hay que ararlo. Pero ni me creo la arcadia que promete Sánchez ni el averno que auguran los mismos Feijóo y Abascal que, llegado el caso, como los esquiroles en las huelgas, no renunciarán a los réditos ganados con el escarnio ajeno. De lo que estoy segura es que, aquí y ahora, mientras España, ña, ña, ña, se rompe o se refuerza, en las barras de los bares, los grupos de WhatsApp de amigos y familias, y las mesas de las casas se está acordando no hablar de política ni de coña para tener la fiesta en paz y no salir tarifando.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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