Diplomacia contra el reloj en Gaza
La comunidad internacional tiene que actuar para frenar la tragedia y evitar una escalada en la región
La explosión en un hospital en la franja de Gaza —con su balance siniestro de muertos y heridos y de cuya autoría se culpabilizan mutuamente el ejército de Israel y las milicias islamistas que actúan en el territorio palestino, Hamás y la Yihad Islámica— pone de manifiesto la situación de total desamparo que vive la población civil palestina, que ya no se encuentra segura ni en los lugares que utiliza como refugio. La acción diplomática debe servir para poner fin a las muertes inocentes en Gaza en vez de contribuir al aumento de víctimas y a un enfrentamiento extendido en la región de incalculables consecuencias. La misma urgencia tiene que aplicarse a la liberación de los rehenes israelíes secuestrados por Hamás.
Mientras dos millones de personas en Gaza —atrapadas y sometidas a un inaceptable asedio, y que podrían tener un mínimo respiro si finalmente se materializa el compromiso del primer ministro Benjamín Netanyahu de permitir el paso de ayuda desde Egipto— esperan la anunciada invasión terrestre, se multiplican las visitas a Israel de los pesos pesados de la esfera occidental, quienes expresan su solidaridad tras el salvaje ataque del pasado 7 de octubre y ratifican su derecho a la legítima defensa, pero subrayan su preocupación por la población civil palestina, que, junto a los asesinados israelíes y los rehenes en manos de Hamás, son las víctimas inocentes de esta escalada.
Resulta muy relevante la llegada a Israel en el plazo de pocas horas del canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, y del presidente de Estados Unidos, el demócrata Joe Biden. El primero ratificó el martes el apoyo de Alemania a Israel, pero puntualizó que la situación de los civiles de Gaza no puede dejar a nadie indiferente e insistió en la necesidad de hacerles llegar con urgencia alimentos, agua y electricidad. Con otro tono, más rotundo sobre la defensa de Israel y su derecho a existir, Biden también abogó en Tel Aviv por hacer llegar ayuda humanitaria a la población gazatí y anunció una modesta —pero también muy significativa en este contexto bélico— ayuda económica a Gaza y Cisjordania. Que dos aliados importantes de Israel, en especial EE UU, que es fundamental, hayan incidido en este aspecto en presencia de Netanyahu da muestra de la gravedad de esta catástrofe que se agrava hora a hora.
Pero es urgente que se pase de las palabras a los hechos. Este es un momento crucial en que la diplomacia internacional debe actuar sin dilación para evitar una tragedia totalmente irreversible en Gaza, impedir una escalada incontrolada en la región y afrontar una situación que envenena Oriente Próximo y la discusión política global desde hace más de medio siglo. En este sentido, es muy importante que Biden reiterara ayer como salida final política la existencia de dos Estados, que es lo que viene defendiendo la comunidad internacional desde la partición de la Palestina histórica sin que se cumpla efectivamente.
Por lo importante del momento, hay que lamentar la descoordinación mostrada por la Unión Europea, que se reveló sobre todo con la visita a Israel de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, adoptando un papel que le corresponde al alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, quien desde el primer momento condenó inequívocamente el ataque de Hamás y recordó el deber de Israel de respetar el derecho humanitario.
En el corto plazo, las visitas de Scholz y Biden —el británico Rishi Sunak puede ser el tercero en unirse— se producen sin que haya comenzado la invasión terrestre israelí de Gaza y es de suponer que no va a producirse mientras estas visitas se realizan. Toda hora que se gane antes de empeorar la situación se traduce en vidas salvadas, pero para que la esperanza no se convierta en agonía es preciso que los suministros se restablezcan y la ayuda humanitaria pueda llegar a la Franja.
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